Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

La economía de EEUU parece estar condenada a sufrir una recesión. A la casi infalible inversión de la curva de tipos, se le ha sumado ahora la contracción de unos agregados monetarios que llevaban décadas sin presentar tasas de variaciones negativas. Es más, hay que remontarse a la Gran Depresión (1929) para encontrar tasas interanuales negativas en el agregado monetario M2 y M3. Estos indicadores muestran la evolución de la oferta monetaria, que suele presentar una relación intensa con el crecimiento económico y de la inflación.

La Reserva Federal ha seguido con su hoja de ruta y ha subido los tipos de interés en 25 puntos básicos hasta el 4,75-5%. Además, Janet Yellen, secretaria del Tesoro de EEUU, aseguró este mismo miércoles que no hay planes para ampliar los seguros por depósitos. Ambas decisiones han vuelto a generar ciertas turbulencias y miedo en Wall Street, un miedo que se ha concentrado en la banca mediana y regional. Estas ventas en los bancos medianos y pequeños tiene un porqué: estas entidades tienen, en principio, unos colchones de liquidez más escasos y, para colmo, no son sistémicas, por lo que no serán rescatadas por el Gobierno. Entonces, ¿cuál es el incentivo que tienen los depositantes para mantener su dinero en estos bancos? Nadie lo sabe.

Economía

Casi siempre acaba pasando algo que reviste de aún más interés las reuniones del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de la Reserva Federal de EEUU sobre política monetario. En el particular de la reunión de marzo, que arrancó este martes y concluye hoy miércoles, el marco viene pautado por el nerviosismo causado por el colapso de Silicon Valley Bank (SVB) hace casi dos semanas. Aunque contenida por ahora, la crisis bancaria derivada de este caso ha alterado lo suficiente el panorama como para que las claves desde la última reunión de la Fed en febrero hayan cambiado radicalmente de cara a esta cita. Como destaca el analista Craig Erlam, de Oanda, no solo se trata de conocer si hay subida de tipos o su magnitud, que será casi lo de menos para los mercados: la Fed está obligada a mostrar 'sus cartas' al tener que actualizar su previsión trimestral del rumbo de los tipos. Una maniobra de riesgo en el incierto escenario actual.

Pilotar el aterrizaje de la economía de EEUU era una misión compleja. Durante la crisis del covid, la Fed y el Gobierno llenaron el depósito del avión (economía) con una mezcla de combustibles que nunca antes se había probado (billones de estímulos fiscales y monetarios combinados). El avión cogió tanta velocidad en tan poco tiempo que terminó sobrecalentándose. Al final, la Fed tuvo que tirar del freno de mano (subidas de tipos sin precedentes y retirada de estímulos), provocando una rápida pérdida de altura, que ahora podría terminar en accidente. En Europa, aunque la situación no es exactamente igual, pero el riesgo parece similar, según los expertos de JP Morgan.

Las sanciones sobre el petróleo ruso están teniendo un impacto bastante limitado sobre el precio. El crudo es más barato que antes de la guerra y no parece haya riesgo de escasez. Sin embargo, lo que sí parecen haber logrado las sanciones es una auténtica revolución en las rutas que sigue el petróleo, lo que ha disparado el tiempo que el petróleo pasa en el mar a la vez que genera ciertas dudas sobre su impacto en el medio ambiente (ahora las travesías de los petroleros son mucho más largas, lo que supone mayores emisiones y riesgo de tragedias). Esto ha provocado que el petróleo ruso 'flotante' en el mar se haya multiplicado en un solo año.

Los bancos han pasado en cuestión de meses de presentar beneficios récord a convertirse en la gran amenaza para la estabilidad financiera. Pero lo que es más curioso, el factor que ha provocado lo primero (el récord de beneficios), está también detrás de lo segundo (el riesgo de crisis financiera): las fuertes y prolongadas subidas de los tipos de interés empiezan a dejar a la luz las fragilidades de algunas entidades.

La fuerte caída del precio del petróleo, junto a las argucias de Moscú y de algunos traders de materias primas, han reducido la importancia del tope al precio del crudo ruso que impusieron la UE y el G7. Primero, la 'flota fantasma' de Rusia (que permite a Moscú seguir exportando el crudo sin restricciones), con la ayuda de las 'argucias' legales de algunos traders, y ahora la caída del precio del petróleo en los mercados globales, han esterilizado casi por completo una de las sanciones estrella de Occidente. Aunque algunos países han pedido su revisión, el G7 se ha negado a endurecer este tope por ahora.

Hace tan solo un año, este escenario (la caída de la vivienda) era algo casi impensable. La pandemia del covid provocó, contra todo pronóstico, un acelerón en los precios de la vivienda a nivel global, impulsado por los bajos tipos de interés y el creciente 'valor' que las familias otorgaban a su hogar. Hoy, el precio de la vivienda ya cae en dos de cada tres economías avanzadas, mientras que las turbulencias financieras amenazan con generar un cortocircuito total en un crédito hipotecario. Un cortocircuito en el crédito y la subida de los tipos de interés pueden ser una combinación fatal para el inmobiliario en los países que ya presentaban desequilibrios y una amenaza para el resto.

Tras un año 2022 marcado por unos ingresos disparados por venta de petróleo y materias primas, la situación de Rusia ha dado un giro de casi 180 grados. Ahora, Moscú tiene que seguir financiando la guerra (eso no ha cambiado), pero tendrá que hacerlo con unos ingresos muy inferiores a los del año pasado, lo que deja en duda su capacidad para seguir gastando sin poner a funcionar la impresora del Banco de Rusia (lo que tendría consecuencias fatales para la inflación) o desenterrando su 'tesoro oculto': activos que tiene en países aliados y reservas de divisas y oro (activos que tiene Rusia acumulados de superávits por cuenta corriente pasados), a riesgo de dejar este cofre casi vacío.

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), ha dado inicio a su discurso hablando directamente de la inflación, dejando en un segundo plano los problemas en el sector bancario, y justificando así los movimientos del BCE para intentar contener la subida de precios. Esta forma de comenzar su discurso vuelve a dejar claro que el BCE va a centrar todos sus esfuerzos en la estabilidad de precios frente a la estabilidad financiera. Pese a todo, Lagarde no ha dado pistas sobre los futuros movimientos del banco central.