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Katowice tuvo 16 meses para organizar la Cumbre del Clima de la ONU de 2018. Santiago de Chile contó con casi un año para planificar la de 2019. Y Madrid, que recoge el testigo de los chilenos por su renuncia por los disturbios que recorren el país, solo ha tenido un mes para pertrecharse de cara a un evento que la convertirá en la capital mundial de la lucha contra el cambio climático. Un desafío logístico enorme que la ciudad, junto a la Comunidad y el Gobierno central, asume a contrarreloj.