Diputado a Cortes por Málaga. Portavoz en la Comisión de Asuntos Económicos del Grupo Parlamentario Vox

Comienza Adam Smith su famosa "Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones" explicándonos de qué depende el mayor o menor producto de una nación respecto del número de sus habitantes. Le parece claro al escocés que cuanto mayor sea ese cociente (producto/población), mejor vivirán dichos habitantes y no se verán las naciones "obligadas muchas veces, o así lo imaginan en su ignorancia, a matar a sus hijos, ancianos y enfermos crónicos".

Creo que nadie duda que las necesidades materiales básicas del hombre son tres y por este orden: alimentación, vestido y vivienda. En los países libres ninguna de las dos primeras las provee el estado. A lo sumo proporciona los medios para adquirirlas a distintos conjuntos de la población que podríamos resumir en los muy desfavorecidos. Ni siquiera a todos los pensionistas, el conjunto de la población que más medios recibe por su elevado número, les provee de ellos. Esto es así porque la mayoría reciben su prestación como justa contraprestación a unos pagos previos, por lo que las cantidades que reciben son más la amortización de una deuda adquirida previamente por el estado que otra cosa. Luego están algunos pocos, los pensionistas muy favorecidos económicamente, que ni siquiera necesitan de su pensión pública para vivir.

Parece que empezamos a tener miedo a la inflación. Los datos últimos comienzan a no ser buenos. Si en febrero se publicaba que era del 0% en tasa interanual, en junio hemos alcanzado el 2,7%, igual que en mayo, y también en tasa interanual. Cabría esperar ¡por fin! una política monetaria más restrictiva, es decir, que subieran los tipos de interés para atajarla. Pero abandonen toda esperanza: no va a ser así.

Últimos artículos de Opinión