Consejera delegada de Madrid Calle 30

En esta Europa decadente hace tiempo que la palabra crisis se viene adjetivando a un gran número de infortunios sociales y económicos tristemente encadenados. El que ahora más preocupa y ocupa las portadas de los medios comenzó, al menos sobre el terreno, el último jueves de febrero bajo la invasión rusa a la región ucraniana del Dombás. Aunque el conflicto bélico bien podría sumarse a otros como el de Siria, Libia o Afganistán, la excepcional implicación tanto de la Unión Europea como EE.UU. ha provocado que algunos expertos se atrevan a posicionarlo como «la auténtica» Primera Guerra Mundial por su impacto en los 7.900 millones de habitantes de un mundo que, hasta la fecha, se mantiene globalizado.

España afronta el mayúsculo reto de superar el impacto provocado por la pandemia tras tocar fondo durante el último año. Todo apunta a que la recuperación de nuestra economía quedará sustantivada, en buena parte, a la distribución de los fondos europeos que recibamos desde Bruselas. En total unos 140.000 millones de euros para hacer posible, si me permiten, otro país completamente distinto. Con motivo del Día de Internet conviene detenernos a reflexionar sobre la partida a la que nuestro país destinará un mayor gasto, el 33% de inversión. Hablamos, cómo no, de la digitalización, cuya implementación está llamada a ser una auténtica revolución en nuestro modelo productivo.

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