Esta crisis nos ha hecho percibir cómo somos altamente dependientes de las manufacturas exteriores, principalmente procedentes de China, y que un colapso en el mercado nos produce fácilmente desabastecimiento de productos básicos porque hemos perdido o nunca tuvimos la capacidad de producirlos. Si alguna lección podemos aprender es que la industria española debe reforzarse no solo para poder dar respuesta con independencia a nuestras necesidades de abastecimiento sino por su menor volatilidad a la hora de mantener sus estructuras productivas en los peores momentos. La industria, en general, aguanta mejor las crisis que el sector servicios, que tiende a desplomarse con más facilidad ante coyunturas adversas. Alemania es fiel ejemplo de lo que decimos, pues con una contribución de aproximadamente un 24% a su PIB, la industria le proporciona estabilidad, trabajo de calidad y superávit en su balanza comercial, como se ha visto en la última crisis y como se verá en la que acaba de comenzar.

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