Directora del Máster en Direccción de Recursos Humanos de EAE Business School

La decisión por parte de Trabajo y Seguridad Social de extender hasta el 31 de marzo los Ertes se ha tomado casi in extremis. Parece que el número de trabajadores que permanecen incluidos en alguna modalidad de estos es relativamente pequeño. Trabajo habla de 105.000 trabajadores.

En este periodo de fusiones y anuncios de ERTES en nuestro sistema bancario, las declaraciones de nuestra Ministra de Economía, Nadia Calviño, que ha llamado a la prudencia en las retribuciones de la alta dirección, han puesto el dedo sobre una vieja herida. Es una herida que lleva abierta más de una década.

He intentado que el título de esta reflexión tenga una cierta analogía con el de una gran película de hace ya muchos años, El año que vivimos peligrosamente. La COVID-19 pilló a todo el sistema productivo español por sorpresa y, por esa misma razón, el Real Decreto Ley sobre Teletrabajo publicado ayer (septiembre 22, 2020) viene a ser como el corredor que empieza tarde la carrera e intenta, con dignidad y espíritu de superación, llegar a meta con la cabeza alta pero con pocas probabilidades de subirse al podio. Otros muchos países lo han hecho antes y mejor, por ejemplo, los nórdicos, Centroeuropa y Países Bajos. Las comparaciones son odiosas, porque también las economías son muy diferentes, pero un 38% de los holandeses puede trabajar frente a menos de un 7,5% de españoles antes de la pandemia.

Esther González Arnedo

En 1959, cuando Margaret Thatcher se convirtió en la primera parlamentaria del partido tory en Reino Unido descubrió que no existían baños para diputadas en el Parlamento británico. Tenía que usar el baño existente en el cuarto de plancha del personal de servicio, que sí eran mujeres.

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