Las bolsas han recibido el informe de empleo que esperaban. Los datos oficiales del mercado laboral en Estados Unidos iban a servir de guía a los inversores, pero han dejado un mal sabor de boca. En vez de despejar las dudas sobre la envergadura del recorte de tipos de la Reserva Federal (Fed) y sobre si el país se encamina a una recesión, los números han dejado más preguntas que respuestas. Esa falta de conclusiones llevó a un primer intento de rebote, pero una posterior lectura más negativa ha desatado un conato de pánico en las bolsas, parecido al vivido a principios de agosto por el temor a una crisis inminente.

Aparentemente, a la Reserva Federal (Fed) le queda por hacer la parte más agradable del trabajo tras la subida de tipos más fuerte en cuatro décadas: flexibilizar. Pese a que podría parecer un paseo, sobre todo en comparación con la tesitura de tener que controlar una inflación desbocada, el organismo se encuentra ante una decisión delicada. Como ya ha ocurrido en otras ocasiones, la Fed se la juega a tomar una decisión y lograr el efecto contrario al que desea debido a las expectativas, que siempre pueden jugar una mala pasada. Esta vez el riesgo es que un recorte de tipos de 50 puntos básicos, aunque supondría un empujón más grande para la economía que el de 25 puntos básicos, siente mal. El mercado podría interpretar que es un movimiento agresivo, que refleja la necesidad de actuar con contundencia ante una inminente recesión.

Aunque la flexibilización monetaria beneficia a los activos de riesgo, el primer recorte de los tipos de interés de la Reserva Federal (Fed) de este ciclo podría ser una excepción. Los mercados atraviesan un momento delicado, ya que el miedo a una recesión en Estados Unidos ha vuelto a provocar una sacudida. Los inversores están muy pendientes de cualquier señal para ajustar sus posiciones y, en algunos casos, esa vigilancia continua de los datos macroeconómicos ha llevado a algunos a sobrerreaccionar, dando lugar a vaivenes en las cotizaciones. El bitcoin podría ser la próxima víctima y verse arrastrado a los 40.000 dólares.

Ayer fue un día difícil de olvidar para Nvidia. La de procesadores sufrió la mayor pérdida de capitalización bursátil jamás vista en una sesión en una compañía estadounidense. Borró la friolera de 278.906 millones de dólares. El miedo a una recesión en Estados Unidos ha vuelto a hacer acto de presencia en las bolsas y la firma de chips fue la gran perjudicada.

Intel ha perdido el 60% de su valor en bolsa en lo que va de año y las caídas podrían no ser suficientes. La compañía lleva años inmersa en su cambio de estrategia, un giro necesario porque se ha quedado descolgada de sus competidores. Su apuesta es clara: renovarse o morir. Pero la transición no está siendo fácil y los inversores están pagándolo con un gran deterioro financiero. Con la última presentación de resultados se ha evidenciado que la remodelación de la firma va a tardar más de lo esperado y que su futuro está en jaque.

El verano está siendo positivo para los hipotecados, ya que el euríbor a un año marcó su nivel más bajo de 2024 en julio y sigue descendiendo a buen ritmo en agosto. Con el reciente susto que se han llevado los mercados, descontando la posibilidad de una recesión en Estados Unidos, las expectativas de recortes de tipos se han ampliado. Las previsiones de una política monetaria más laxa de lo esperado que hace unos días -el guion está cambiando muy rápido- favorecen la tendencia bajista de la tasa, a la que están referenciadas miles de hipotecas.

Las bolsas europeas han cerrado una de sus peores semanas en mucho tiempo. El Ibex 35 ha caído un 1,67% este viernes y un 4,4% acumulado, su mayor descenso semanal desde las tensiones financieras de marzo de 2023 con Silicon Valley Bank (SVB) como protagonista. Los descensos en el Viejo Continente rondan el 4% desde el pasado viernes. Los temores a una recesión en Estados Unidos y el repunte del paro han asustado a las acciones. El mercado se pregunta si la Reserva Federal (Fed) está tardando demasiado en iniciar la flexibilización monetaria.

El euríbor lleva en tendencia descendente desde hace cuatro meses. En julio se ha vuelto a confirmar el alivio en el indicador, al que están vinculadas miles de hipotecas. En los datos diarios del euríbor a un año ya se podía anticipar una nueva corrección, ya que la referencia tocó el 3,39% el 31 de julio, el dato más bajo en 16 meses. Un primer recorte de tipos del Banco Central Europeo (BCE) en junio y la expectativa de otra bajada en septiembre han propiciado ese enfriamiento.

El selectivo doméstico ha concluido con pérdidas una jornada marcada por los descensos del sector bancario, después de que Jerome Powell, gobernador de la Reserva Federal (Fed) hablara de la posibilidad de bajar los tipos de interés en septiembre si la inflación sigue descendiendo. La debilidad de la banca ante este anuncio, así como la recogida de beneficios por parte de los inversores en dicho sector, lastran a al indicador español, que se tiñe de rojo al igual que el resto de plazas europeas. El índice pierde así el nivel de los 11.000 puntos, con casi todos sus títulos cotizando a la baja.

Política monetaria

La Reserva Federal ha cumplido con las expectativas: el banco central ha mantenido los tipos en el rango del 5,25% al 5,50%, como se esperaba. Pero en su comunicado, la Fed no aclara si bajará los tipos en septiembre, recordando que "hacen falta más certezas" antes de optar por una bajada de tipos. Eso sí, el comunicado de la Fed presenta algunos matices frente al de la reunión de junio, con los que reconocen estar un paso más cerca de cumplir su objetivo.