En las pocas semanas que Trump lleva en el Despacho Oval ha dado pasos decisivos para alumbrar un nuevo orden mundial. Su visión es transaccional, basada en hacer buenos negocios para su país.
En las pocas semanas que Trump lleva en el Despacho Oval ha dado pasos decisivos para alumbrar un nuevo orden mundial. Su visión es transaccional, basada en hacer buenos negocios para su país.
Si Madrid y Cataluña reciben una cantidad per cápita similar de la financiación autonómica y están próximas a la media española, según el índice de Fedea, un think tank próximo al Banco de España ¿por qué la quita que aplicará Hacienda a su deuda es casi el 70% inferior en la primera que en la segunda? Esto son matemáticas y no lo que aplica Montero. La ministra de Hacienda va a tener muy difícil explicar a los españoles por qué unos son tratados mejor que otros, sobre todo los catalanes.
La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, encargó antes de ser reelegida sendos informes para mejorar la competitividad europea a dos ilustres profesores, ex primeros ministros italianos, Mario Draghi y Enrico Letta. Ambos llegaron a la misma conclusión: para salir de la actual situación de estancamiento, Europa tiene que hacer realidad el Mercado Único, hablar con una sola voz, y crear campeones europeos en vez de nacionales. Von der Leyen asumió como propios estos conceptos y prometió aplicarlos en la legislatura, que echó a andar en octubre.
Pocos presidentes americanos logran dejar su huella en la economía, pero Trump lleva camino de batir un nuevo récord al conseguirlo sólo en unas semanas. Después de anunciar aranceles para Canadá y México y de luego suspenderlos durante 30 días, el lunes atacó las importaciones de acero y aluminio y el jueves a Europa por aplicar el IVA. Sus asesores dicen que la nueva ronda de aranceles es "estratégica" y no una moneda de cambio como los de Canadá y México. Pocos alcanzan a comprender, sin embargo, en qué consiste la estrategia de Trump y empiezan a alzarse muchas voces que advierten de que uno de los mayores perjudicados serán los estadounidenses.
El jueves, 30 de enero por la tarde, menos de 48 horas antes de que el presidente Trump impusiera aranceles a Canadá y México, la jefa de gabinete de la Casa Blanca, Susie Wiles, celebró una teleconferencia con representantes de las empresas automovilísticas americanas (Ford, General Motors y Chrysler, ahora Stellantis), visiblemente nerviosos. La mayor parte de sus fábricas están al otro lado de la frontera mexicana. Wiles intentó calmarlos, les anunció que la Administración consideraba una exención para los automóviles, que se fabriquen dentro del espacio de libre comercio de América del Norte.
Uno de los asuntos que más consume a las organizaciones son las guerras internas. El presidente de la patronal, Antonio Garamendi, revalidó hace ya casi tres años su cargo al frente de la patronal CEOE frente a una candidata desconocida, Virginia Guinda, respaldada por Foment. En 2026 se enfrenta a su reelección, que debería ser un paseo triunfal, salvo que se complique la vida, entretanto.
Sánchez carga contra la Administración Trump por su dependencia de las Siete Magníficas, las grandes tecnológicas americanas, a las que responsabiliza de manipular la opinión de los americanos y denomina la tecnocasta. Pero luego aplica la misma política geoestratégica. En nombre de la seguridad interviene comunicaciones o veta la compra de empresas. Hace unos meses, impidió la adquisición de Talgo por parte de la húngara Magyar Wagon por sus presuntos vínculos con Vladimir Putin, apoyándose en un informe secreto del CNI.
La vivienda se ha convertido en la primera preocupación de los españoles, pero los partidos políticos siguen tirándose los platos a la cabeza sin aportar soluciones eficientes para solventarlo. Al contrario, el plan presentado esta semana por Sánchez, acompañado de una cohorte de ministros, puede provocar una estampida de inversores, que restrinjan aún más la oferta de pisos, tanto en venta como en alquiler, en vez de incrementarla. Populares y socialistas admiten que el problema es la falta de suelo urbanizable, pero ninguno se atreve a dar los pasos para atajarlo.
A medida que se acerca la toma de posesión presidencial de Donald Trump, el estado de ánimo en Bruselas y en todas las capitales europeas oscila entre el pánico y la resignación, y muchos esperan que se encuentre algún tipo de consenso. Su reelección es, sin duda, una mala noticia para aquellos que creen que todos tenemos un deber con el bien común. Trump es un nacionalista acérrimo, que sólo piensa en la primacía estadounidense. En lugar de adherirse a principios y reglas claras, su enfoque es totalmente transaccional. Amenaza a Canadá y México con aranceles a menos que impidan que el fentanilo y los migrantes entren en Estados Unidos; advierte a los BRICS de que cualquier intento de crear un rival para el dólar será recibido con duras represalias ó advierte a Europa que debe incrementar al 5% del PIB el gasto de defensa y comprar más petróleo y gas americanos ó se enfrentará a las sanciones americanas.
La economía española volverá a encabezar en 2025 el crecimiento de la Unión Europea (2,4%), con una inflación controlada (2%) y con la creación de medio millón de nuevos empleos, hasta tocar la cifra mágica de 22 millones de ocupados. ¿Por qué si la economía va tan bien, los españoles no lo notan en su bolsillo?