Escribiendo cosas económicas desde 2018, pero ya he pillado unas cuantas crisis. Di mis primeros pasos en Europa Press y luego en El Confidencial. Ahora sigo el rumbo del dinero y los mercados en El Economista.

Un principio clave de la economía está fallando de forma inesperada y, en consecuencia, está dejando expuesto el país a la inflación. Mayores aranceles implican un dólar más fuerte. Todos partían de esta base, pues la teoría monetaria es clara. Tal y como explica el Think Tank, Tax Foundation, "introducir aranceles genera escasez de dólares o más dificultad de adquirirlos y, ante la expectativa de menos importaciones, el dólar se aprecia frente a otras monedas".

Ya es oficial, China lanza su respuesta a los aranceles de EEUU. El gigante asiático ha anunciado unos gravámenes del 34% a todos los bienes de EEUU que entren en China, según la agencia oficial Xinhua. Esta medida entrará en vigor a partir del 10 de abril pero irá más allá de los gravámenes y tomará dos medidas adicionales. Por un lado incluirá a 16 entidades en la lista de control de exportaciones, limitando su actividad en el país, al tiempo que restringirá las ventas de tierras raras. Esta respuesta es proporcional al anuncio de Donald Trump el día 2 de abril. El republicano impuso un 34% de aranceles extra al gigante asiático aunque no fue el único, también impuso un 20% a la UE y 24% a Japón. Aunque de media ahora impondrá al mundo entero un 25%.

No han pasado ni 24 horas de la imposición de aranceles a los coches extranjeros que entran EEUU y los fabricantes europeos han comenzado a mover sus fichas para adaptarse al nuevo escenario. Volkswagen ha avisado a los concesionarios estadounidenses que trasladará al precio de venta de sus vehículos las nuevas tasas a la importación. Por su parte, Mercedes estudia mover otra fábrica a EEUU para esquivar el golpe. El movimiento más sorprendente ha sido el de Ford. La marca estadounidense quiere aprovechar el momento con grandes descuentos.

Éramos pocos y ... Esto es lo que deben pensar los inversores en la jornada de este jueves. Los mercados ya habían abierto con descensos notables ante la ola arancelaria desatada por EEUU hace unas horas. Corrigen con fuerza los activos de riesgo y entre ellos el petróleo. Pero es que en el caso del crudo, el desplome se ha intensificado por una sorpresa (si se puede denominar así) muy inesperada. La Organización de Países Exportadores de Petróleo y Rusia (OPEP+) ha anunciado que abre las compuertas del petróleo totalmente e introducirá en el mercado 411.000 barriles más cada día a partir de mayo, cuando el plan inicial era aumentar la producción en solo 138.000 barriles. Este movimiento, intencionado o no, está hundiendo los precios del petróleo, que caen hasta de un 6,7% y registran la peor sesión desde agosto de 2022.

Petróleo y Texas son dos conceptos indisociables. El estado dentro de EEUU produce 5,5 millones de barriles diarios, es decir, la mitad que toda la producción de titanes petroleros como Arabia Saudí y Rusia. El descubrimiento de yacimientos en la región sureña y el 'boom' del shale oil han provocado que se convierta en una de las capitales mundiales del oro negro y en el pulmón energético de la mayor economía del planeta. Sin embargo hay algo que está sucediendo en el estado de la estrella solitaria que habla a las claras de una tendencia a nivel mundial: el corazón de los combustibles fósiles se está posicionando para convertirse en el epicentro nacional y uno de los grandes exponentes globales de la energía nuclear.

Pizarra en mano, Donald Trump comparecía anoche para anunciar a bombo y platillo que grava con elevadísimos aranceles a prácticamente todas las regiones comerciales del mundo. El esperado Día de la Liberación, como él y sus acólitos venían denominando a esta ronda de aranceles "recíprocos" generalizados, se salda con un 'tarifazo' del 20% a la Unión Europea como castigo más destacado, si bien China vuelve a recibir ración de aranceles y naciones del sudeste asiático se llevan impuestos comerciales cercanos al 100%, como es el caso de Camboya. Sin embargo, el daño no solo lo va a sufrir el resto del mundo. EEUU también 'pagará' esta escalada en la guerra comercial y, más allá del enturbiamiento de las perspectivas macroeconómicas en medio del debate sobre una pronta recesión, el efecto boomerang ya se está apreciando este jueves en los mercados. "Nadie gana en una guerra comercial" es una de las frases que más se está escuchando estos días en las casas de análisis.

En las llanuras abiertas de Texas y Luisiana, durante décadas, el gas natural fue poco más que un subproducto molesto, un desperdicio, un resto que se quemaba en antorchas mientras los pozos de petróleo escupían oro negro, lo que realmente importaba. Aquel fuego, que teñía el cielo nocturno con lenguas de luz, era símbolo de despilfarro y urgencia por llegar al verdadero tesoro. Hoy, ese mismo gas es el alma de una transformación energética. Estados Unidos, que antaño despreciaba su potencial, se ha convertido en el mayor exportador mundial de gas natural licuado (LNG, por sus siglas en inglés), una hazaña que fusiona la innovación tecnológica, la inversión colosal y una geopolítica en mutación.

Una extraña sensación se está apoderando de los mercados. El BCE y la Fed preparan un sprint final de los recortes antes de entrar en la niebla de los aranceles, en particular en el caso de la institución europea. En ese sentido, los principales analistas están coincidiendo en una idea: la realidad es que una inflación que parece algo más controlada por ahora y una preocupación económica mucho mayor por los aranceles y otras medidas de Trump, están imponiéndose en el radar de los bancos centrales y favoreciendo una 'traca final' de flexibilización.

Algo que parecía imposible parece cobrar cada vez más fuerza en los mercados. ¿Y si el euro se convierte en la gran amenaza del dominio global del dólar y la divisa se vuelve un actor dominante en las reservas mundiales? Si bien el reinado global del dólar está arraigado fuertemente, la realidad es que crecen los defensores de que, tras años de retroceso en las reservas mundiales, el billete verde puede encontrar la tumba de su hegemonía en una rivalidad creciente con su gran aliado.

Trump ha declarado la 'guerra' al petróleo ruso con una de sus nuevas armas comerciales, denominada como 'arancel secundario'. Ante la falta de avances para una paz en Ucrania el republicano ha decidido dar un paso más al margen de las sanciones que llevan desde la era Biden intentando tumbar el gran músculo económico del país euro-asiático, el petróleo. Esta nueva fase pasa por aranceles a los países que compren crudo ruso en un esfuerzo por aislar al máximo posible al Kremlin. Sin embargo, por el camino hay otros países que se convertirán en los grandes perdedores de este movimiento, poniéndose en el foco del fuego arancelario. Algunos ya están acostumbrados, pero otros se encuentran ante un verdadero punto de inflexión que puede marcar la evolución económica de estas naciones y casi del comercio global.