Escribiendo cosas económicas desde 2018, pero ya he pillado unas cuantas crisis. Di mis primeros pasos en Europa Press y luego en El Confidencial. Ahora sigo el rumbo del dinero y los mercados en El Economista.

El futuro del mercado de crudo a nivel mundial está en un momento crítico. Con EEUU y otros países como Guyana o Canadá produciendo a espuertas, el precio del barril parece estar atrapado en una espiral bajista que parece muy difícil de romper. La OPEP no está pudiendo contener el tsunami del fracking y, de momento, solo puede montar un parapeto con unos recortes voluntarios y oficiales que no han conseguido despertar un barril por encima de los noventa dólares. Sin embargo, más allá de la producción, el giro se ha dado desde el lado de la demanda pues China, un verdadero monstruo a la hora devorar crudo, está perdiendo el apetito. Concretamente el gigante asiático ha decepcionado con sus pedidos a medida que su economía no experimenta el crecimiento boyante que hace no tanto se auguraba. Ante esto la esperanza no se ha perdido del todo y ahora pasa a un vecino y rival de Pekín: la India.

Tras un año de completo vértigo y locura para la renta variable de EEUU crece la preocupación de que el vigor que le ha permitido romper repetidamente la frontera de los máximos históricos se esté resquebrajando. La Fed ha hecho saltar las alarmas con su 'dot plot' y menores previsiones de recortes de tipos (ya solo presupuestan dos movimientos para 2025) pero la realidad es que el S&P 500 ya lleva dos semanas consecutivas en retroceso. Si bien esta es una dinámica habitual, esto llega en uno de los momentos de más efervescencia del año, el 'rally de la Navidad'. En ese sentido, la alerta de la Reserva Federal está levantando dudas de si la era de las subidas frenéticas en la bolsa de Nueva York puede estar dando al fin señales de terminar y, pronto, podría darse a un ritmo más pausado.

Donald Trump vuelve a la carga con una de las ofensivas diplomáticas más excéntricas de su primer mandato: comprar Groenlandia. El magnate neoyorquino, que será presidente de EEUU este mismo enero, ha explicado en un post de su red social Truth, que la potencia norteamericana necesita hacerse con este territorio pues "para fines de seguridad nacional y de la libertad en todo el mundo, Estados Unidos considera que la propiedad y el control de Groenlandia son una necesidad absoluta".

El PIB de España ha cumplido las previsiones y registra un avance del 0,8% en el tercer trimestre respecto al anterior, según desprende el comunicado del INE. Esto supone una aceleración hasta el 3,3% interanual frente al 3,2% anterior. Estos datos suponen que se quede a solo una décima de las expectativas de economistas y mercados. Este crecimiento se ha sostenido principalmente sobre un potente consumo interno, que ha supuesto 2,8 puntos frente a la demanda externa de 0,5 puntos. Gracias estas cifras España consolida su racha con 17 trimestres consecutivos de avances respecto al trimestre anterior y 15 de crecimiento interanual.

En el arranque de 2024, Joe Biden tomó una decisión que llenó de incertidumbre los mercados energéticos del mundo y del viejo continente en particular. EEUU vetaba cualquier nueva licencia de exportación de gas natural licuado (GNL) al extranjero. En aquel momento, con los precios del gas subiendo con fuerza, la lucha contra la inflación en lo más alto y ya a pocos meses de la cita electoral, Washington quería analizar en profundidad el impacto de las exportaciones.

El gas europeo, que llevaba subiendo desde noviembre con claridad, se está destensando y quedando atrapado en una espiral de gran volatilidad. Si bien en diciembre ha ido cayendo hasta perder todo lo ganado, hoy repunta con contundencia. Todo este baile se produce al ritmo de una sola canción: el final del último gasoducto que une Rusia con Europa. Si bien las principales arterias que unirán el gas ruso con los mercados europeos han ido cortándose desde la guerra de Ucrania (como en Nord Stream), todavía hay un gasoducto que envía energía de Moscú a la UE, el Soyouz. Esta infraestructura, que pasa por territorio ucraniano, se paralizará por completo el 1 de enero al finalizar el contrato actual. Todos dan por hecho que no se llegará un consenso para una extensión, algo que sí pudo lograrse al comienzo de la guerra. En esta carrera contrarreloj crece la esperanza de que, si bien este contrato vencerá por completo, se firmará un nuevo compromiso que permita una solución alternativa.

Europa está tratando de reducir de forma drástica el consumo de crudo ruso. Aunque este empeño lleva vivo desde la guerra de Ucrania aún no se ha conseguido 'desengancharse' por completo del oro negro del gigante euroasiático pero los pedidos están en mínimos. Las importaciones de crudo han caído un 93% desde enero de 2022 hasta el último mes registrado. El Eurogrupo ha optado por reforzar sus lazos con socios tradicionales como EEUU, que ya se encarga del 15% del mismo o Noruega, con 14,1%. Sin embargo, este viaje ha provocado que se produzcan alianzas algo extrañas y ha llevado a que un país de Asia Central, se convierta en uno de los pilares del suministro europeo, regalando un potente crecimiento económico y ofreciéndole una salvación frente a los problemas que asolan a la región.

Hay cada vez más vestigios en los mercados que recuerdan a la crisis del euro. En 2011 estalló el temor de que ardieran los mercados de deuda soberana. Las consecuencias de la crisis llevaron a agresivos movimientos en el mercado de deuda europea con aumentos tan fuertes en algunos países (Grecia, Irlanda, Portugal y España), que se llegó a pensar en un problema general con una fragmentación total. Ahora la situación es diferente, mientras que la mayoría de estos países ven un horizonte de perspectivas positivas, los grandes motores de Europa, Alemania y Francia, se ven amenazados. En primer lugar, con un golpe en su industria (en particular la germana) ante la menor rentabilidad y demanda y, en segunda instancia, una parálisis política que parece condenarles a no tomar medidas frente a su deuda y déficit (esto último afectando más particularmente a Francia).

Los negocios son los negocios. Cuando estalló la invasión de Rusia a Ucrania y la Unión Europea implementó las duras sanciones al crudo ruso, Noruega irrumpió con grandilocuentes frases, asegurando que estaba ahí para salvar a Europa de una crisis energética, poniendo a disposición de la UE su petróleo y gas. Una bonita historia que era un tanto exagerada, puesto que el petróleo y gas de Noruega es insuficiente para cubrir la demanda europea. Hoy, Noruega está haciendo lo opuesto. Ante la subida de precios de la electricidad a nivel doméstico, el país nórdico se ha 'desconectado' del continente para guardar su energía y reducir el precio de la factura eléctrica de sus ciudadanos.

El régimen de Siria ha caído con la marcha de Bashar al-Assad. Ahora la incertidumbre es máxima y no se sabe cuál será el desenlace de la crisis y cuáles serán las consecuencias de este cambio. Sin embargo, los mismos políticos de países muy implicados en el conflicto están hablando ya abiertamente de que Europa podría ser uno de los grandes ganadores. El motivo es que Bashar al-Assad ha bloqueado desde 2009 la creación de un gasoducto que una Catar con Turquía a través de la nación del Levante. Hasta ahora el líder sirio había bloqueado el proyecto, que añadía entonces un rival directo a Rusia por el suministro del viejo continente. Con su caída ahora ya hay quien ve la posibilidad de crear un canal directo que lleve el gas del golfo pérsico a Europa directamente y sin necesidad de embarcaciones, todo esto mientras Turquía ha levantado una extensa red de infraestructura gasista para asistir a Europa Oriental ante el corte del último gasoducto ruso, que se producirá el 1 de enero.