
En Ciudadanos creen que de momento no hay trasvase de sus votantes a otras formaciones pero sí reconocen riesgo en la abstención y en los indecisos que miran hacia PSOE y PP, las dos vías de escape que valoran quienes dudan de un partido que acaba de pasar una grave crisis interna.
Para evitar la estampida, basarán su campaña electoral en el rechazo de Pedro Sánchez a su oferta "de Estado" de última hora y buscará la alianza con su otro 'enemigo', tendiendo la mano a Pablo Casado pero sin ceder la distancia que aun les separa de cara a las urnas.
La jugada comprende una doble vertiente: por un lado, Albert Rivera vuelve a enterrar la posibilidad de un Gobierno PSOE-Cs que siempre ha agradado a una sección amplia de ambos electorados y que había resucitado con la oferta de abstención y por otro, reaviva la unión a las derechas, un giro que supuso la salida de miembros de renombre y que ahora se enmarca en el intento del PP de sacar adelante la coalición España Suma a la que de momento no ceden.
Las previsiones no son optimistas para Ciudadanos. Los sondeos prevén una caída considerable de apoyos por lo que la estrategia requiere pies de plomo. El primer paso dado ha sido el recrudecimiento de un discurso que Rivera había rebajado tras abrirse a abstenerse en una posible investidura de Pedro Sánchez; ahora el líder de Cs ha dejado atrás el sorpresivo giro tras meses de veto y vuelve a centrarse en retratar al equipo socialista como culpable único de la repetición electoral.
"Sánchez ha renunciado al constitucionalismo", sentenció el miércoles en una rueda de prensa al referirse a la respuesta de Sánchez a la propuesta de las tres condiciones, "una tomadura de pelo". Según Rivera, Sánchez rechazó cerrar la puerta a una subida de los impuestos, romper el pacto con un partido nacionalista (Geroa Bai-PNV) y Podemos en Navarra, planificar la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña y descartar posibles indultos ante una condena de los presos del procés, cuya sentencia se espera para octubre.
El partido intentará desinflar al PSOE y mantenerse a flote reforzando la idea de que Sánchez es incapaz de llegar a acuerdos, no solo con ellos sino también con Unidas Podemos tras meses de negociaciones.
De este discurso también intentará sacar rédito en el flanco del PP, ahora "socio preferente" a quien prometió llamar tras el 10-N para formar Gobierno "en un mes", pero con el que tiene que debe mantener cierta lejanía, consciente de del riesgo de huida en este sentido.
Que Rivera no quiera ceder sus siglas a España Suma se explica desde el riesgo que comporta diluirse entre los partidos de más a la derecha. Los daños a su marca podrían ser irreparables y perdería a favor de los socialistas al electorado que aún prefiere la alianza PSOE-Cs.