Política

Así fue la 'inocentada' que Moncloa le gastó a Pablo Iglesias

  • En el fondo, la cúpula intelectual de Sánchez no quería pactos con Iglesias
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Imagen: EFE

Desde hace semanas, los mentideros políticos daban por descontada la repetición de las elecciones generales. Muchos eran los indicios para llegar a esa conclusión y alcanzar la evidencia de que lo más rentable para Pedro Sánchez es regresar a las urnas.

Sin embargo, no siempre fue así, y quizás en los orígenes de este historia, se explique la inocencia con la que Pablo Iglesias se ha desenvuelto frente a los envites del candidato socialista. La prolongación del tiempo, unas elecciones municipales y autonómicas por medio, y quizás una pizca de presión externa venida de Europa han sido determinantes para que el guión haya dado un vuelco y la ficción concluya con los españoles, otra vez de camino a las urnas.

Iglesias pronunció aquella frase de: "Nos hemos puesto de acuerdo en que nos tenemos que poner de acuerdo"

Hubo un tiempo en el que el trato entre Iglesias y Sánchez -que nunca tuvieron química entre ellos- resultaba cordial. Es más, tras el 28-A (cuenta nuestra garganta profunda) se produce una conversación telefónica entre los protagonistas. El primer interlocutor, el ganador de las elecciones, con 123 escaños, le comunica al otro, al cuarto líder político, que lo normal es que se forme "un Gobierno de coalición". Luego sí se habla de "Gobierno de coalición". Eso sí, le informa de un pequeño detalle, habrá que demorar los tiempos de la negociación porque hay unas elecciones municipales y autonómicas en ciernes, y lo mejor es no interferir en campaña. Así que Iglesias, con estas premisas, pronuncia aquella frase de: "Nos hemos puesto de acuerdo en que nos tenemos que poner de acuerdo". Moncloa organiza un primer contacto con los líderes políticos el 6 y el 7 de mayo, un encuentro absolutamente improductivo por las fechas en las que tiene lugar.

En ese impasse, los partidos constitucionalistas aseguran que Sánchez acabará pactando con sus socios naturales; es decir, con Unidas Podemos, el PNV, y los nacionalistas que, junto a EH Bildu, le apoyaron en la moción de censura.

De capullo a mariposa

Es el 11 de junio cuando se elabora el primer cambio de guión. Se han celebrado las autonómicas y locales y Podemos no ha salido bien parado, aunque eso no impide que las dos fuerzas políticas sellen acuerdos, pero no de ámbito estatal.

Distanciando unas negociaciones de otras, Sánchez utiliza las instalaciones del Palacio de la Moncloa para reunirse con Pablo Casado y Albert Rivera -ambos le anticipan un no a la legislatura-, y más tarde lo hace con Iglesias, a quien ya no le habla de coalición, sino de "cooperación". Segunda trampa. Solo han pasado 43 días y el capullo se ha convertido en mariposa. El desconcierto se apodera de la cúpula podemita cuando Sánchez se refiere ahora a "cargos intermedios" de Podemos dentro del Gobierno. En esos días, el socialista se deja calentar la oreja por Emmanuel Macron, el político francés que lo mismo vale de ejemplo para un socialista que para un dirigente de Cs.

"Principal escollo"

Tras su encuentro con el mandatario galo, el ofrecimiento de cargos intermedios -que Iglesias rechaza- muta en "independientes de prestigio, pero no afiliados", y más tarde en "ministros técnicos pero no políticos", lo que encoleriza al primer espada de Unidas Podemos, decidido a consultar a las bases para preguntar si el baile que le está dando el PSOE les conviene o, por el contrario, hay que exigir un Gobierno de coalición. El 15 de julio se rompen las negociaciones. Y el 18 el candidato socialista llama "principal escollo" a Iglesias. Pero el de Unidas Podemos reacciona y se descarta de cargos ejecutivos.

Según el primer relator de los hechos, esta circunstancia descoloca al equipo negociador del PSOE, que no esperaba ese movimiento. Y es ahí cuando vienen las ofertas descafeinadas de ministerios sin dotación económica, vicepresidencias sociales, y sobre todo, un tratamiento "indigno" para el partido que facilitó que Pedro Sánchez entrara en Moncloa. Podemos ya sabe que el PSOE no quiere alcanzar ningún acuerdo.

Después, las negociaciones de septiembre han sido una bufonada, trufada de un televisado agosto de reuniones con la sociedad civil, por cierto, debidamente orquestadas y con olor a campaña. En realidad, todo lo que ha propuesto UP ha sido rechazado por el PSOE, quien no ha tenido reparos en pedir la abstención de PP y de Cs, acusándoles al tiempo del bloqueo gubernamental.

Otro relato de los hechos, contado a elEconomista por un actor político muy próximo a los acontecimientos, apunta que son las encuestas del CIS las que animan a Pedro Sánchez a convocar elecciones el 28-A, al observar que PSOE más Cs dan mayoría absoluta. Según esta teoría, el Partido Socialista, o más bien Moncloa, habría tenido muy claro que el Gobierno con Unidas Podemos era imposible. No obstante, utilizan el cebo de la negociación para que Iglesias juegue esa carta al póker, una carta cargada de trampas, pues en el fondo, la cúpula intelectual de Pedro Sánchez no quería pactos con Pablo Iglesias.

Sánchez no ha querido negociar con nadie, salvo con un Cs reventado con el mando a distancia, dividiendo al partido de Rivera entre los pactistas con Sánchez y los enemigos de éste, y con un horizonte incierto si se pega el batacazo en Cataluña y se queda como UPyD.

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