Opinión

¿Quién quiere más turistas?

  • La prensa apuesta a que en este 2025 vendrán unos 100 millones de turistas a nuestro país
  • Ryanair acaba de anunciar que pasara de los 200 millones de viajeros el año pasado a los 300 del año 2034
  • Barajas, gracias a la posición dominante de Iberia, es ya un nudo de conexión para el tráfico de Europa con América Latina
Tres turistas paseando por el centro de Barcelona
Madridicon-related

Con la llegada de la temporada alta han vuelto a la calle de algunas ciudades las manifestaciones en contra del exceso del turismo en ciertos lugares y épocas del año. Son pocos, pero con unas pistolas de agua consiguen buena cobertura internacional. La principal queja se ha centrado en los efectos negativos que tiene en el acceso a la vivienda. Las autoridades y los hoteleros insisten en que no desean más turistas, al menos durante ciertas épocas del año, sino que quieren turistas que gasten más, lo que llaman turistas de calidad. En eso están de acuerdo los grandes destinos turísticos del mundo.

Todos quieren turistas que gasten mucho y molesten poco. Ya sabemos lo que dicen que desean, pero ¿es lo que de verdad quieren? Como cada mes se bate el récord de visitantes, las autoridades pertinentes no pueden perder la ocasión de asegurar que es un éxito y que se debe, como no, a las políticas de su departamento; como además los ingresos suben porcentualmente aún más, el éxito es completo. El problema, y ya es un problema en algunos lugares, que lo resuelva el que venga después. Mientras tanto buena parte de la prensa se llena la boca de turistas asegurando que este año llegaremos a los 100 millones. Por supuesto son visitas, no turistas. Esa cifra, además de ser irrelevante, no debería ponernos contentos. Los hoteleros además han conseguido vender el relato de que el gran instrumento del que disponen las autoridades para regular el mercado, es decir las tasas, es inútil porque no tiene efectos disuasorios, mientras que hasta hace poco aseguraban que las tasas eran negativas precisamente porque disuadían a muchos potenciales clientes.

Además, son discriminatorias porque no se imponen a los que se alojan en establecimientos extra hoteleros -tienen razón-. Es una guerra que tienen perdida porque cada vez son más los municipios en toda Europa que las imponen o aumentan las existentes. Los estudios sobre la materia demuestran que, efectivamente no tienen efectos disuasorios si lo que se quiere es visitar un lugar único, digamos Barcelona o París, pero si los tiene si se trata de unas vacaciones de sol y playa.

Y si hay una tasa que tiene efectos disuasorios, especialmente en las compañías de bajo coste: las tasas aeroportuarias que, además no son discriminatorias. En España son de las mas bajas de Europa, pero no satisfacen a Ryanair, a pesar de que acaba de anunciar que pasara de los 200 millones de viajeros el año pasado a los 300 del año 2034. Mientras decimos que no queremos más ofertamos más y más y se mejoran los aeropuertos para que ese crecimiento continúe cada vez a ritmo mayor. Los estudios de las compañías aéreas, de los aeropuertos y de las autoridades prevén ese escenario y toman las medidas para que las previsiones se cumplan. Las fuertes inversiones ya aprobadas en Barajas y en el Prat y las previstas en otros aeropuertos turísticos van encaminadas a acelerar la tendencia actual. Barajas, gracias a la posición dominante de Iberia, es ya un nudo de conexión para el tráfico de Europa con América Latina, que se reforzará con la adquisición de nuevos aviones de cabina ancha, mientras que los intentos de convertir el Prat en un nudo de conexión Asia-Europa, son difíciles de cumplir por la competencia de los Veintisiete ya existentes en las principales países europeos y por la inexistencia de una compañía dominante que planifique horarios de llegadas y salidas y utilicen el hub para compartir códigos de vuelo con otras compañías de su alianza. El aumento de los vuelos intercontinentales se deberá en gran medida a la utilización del aeropuerto barcelonés como punto intermedio para vuelos a América del Sur por parte de compañías asiáticas, si obtienen los necesarios permisos. Unas rutas en las que la competencia crece cada día: ya se pueden hacer vuelos directos sin pasar por Europa o utilizar los hubs de Dubái o Estambul y pronto el de Yeda.

En tiempos del tripartito el Govern ya intentó convertir al Prat en un hub internacional con Spanair como compañía dominante. El fracaso costó 400 millones de euros. Los principales beneficiarios de los hubs no son las ciudades que los alojan sino las empresas propietarias de los aeropuertos. Dada la situación actual la ampliación del Prat, necesaria para atender a una demanda creciente, aumentará los ingresos de Aena pero a base de un mayor número de vuelos de bajo coste que perpetuarán el actual modelo de bajos ingresos y mayor congestión urbana. ¿Es eso lo que quieren las autoridades y empresarios del sector? Todo ello a expensas de lo que suceda con el precio del combustible -ya ha subido fuertemente como consecuencia de la guerra en Irán- cuyos efectos tardarían en verse por la cobertura de las compañías aéreas de una gran parte del que consumen a precios prefijados.

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