Desde la apertura del Guggenheim en Bilbao en 1996 numerosas ciudades han intentado emular el llamado 'efecto Bilbao', que no es necesario explicar. Algunas, como las del Golfo, lo han hecho a base de soltar miles de millones de euros pues partían casi de cero. Otras han reordenado lo que ya tenían con desigual éxito. A la cabeza de estas se acaba de colocar Madrid con la inauguración de la Galería de las Colecciones Reales que transmite enormes cantidades de energía al nuevo centro cultural de la capital que se extiende a ambos lados del paseo peatonal, diseñado en tiempos de Manuela Carmena, que comienza en el Templo de Debob y cierra en la Real Basílica de San Francisco el Grande. Un kilómetro y medio. Parece mediocre al iniciarse en la Plaza de España y va mejorando a medida que se avanza hacia la Plaza de Oriente, lugar emblemático para un descanso o comida, tras haber pasado por el Real Monasterio de la Encarnación, la Plaza de Isabel II, conocida como plaza de la Ópera y el Monasterio de la Descalzas Reales.