
Marisa Flórez (León 1948) no es solo una fotógrafa: es una cronista de la historia reciente de España. Cuando el fotoperiodismo seguía dominado por hombres, ella ya contaba historias con su cámara. Desde sus inicios en Informaciones, hasta su consagración en El País, donde fue jefa del departamento de fotografía, Flórez documentó con rigor, sensibilidad y mirada crítica los años más transformadores de la democracia española. Su trabajo, más que captar momentos, desentrañaba contextos. No retrataba escenas: narraba historias.
Ahora, buena parte de ese archivo visual se muestra en la sala de exposiciones de Canal de Isabel II, en Madrid, en una exposición gratuita y abierta al público hasta el 20 de octubre. La muestra reúne más de 150 imágenes que recorren cronológicamente la transición española y los años posteriores, hasta los primeros compases del siglo XXI. Son décadas de grandes cambios sociales, políticos y culturales, captadas desde un objetivo cercano, pero nunca complaciente.
El montaje se despliega en una sala singular: el antiguo depósito elevado de aguas del Canal, en el barrio de Chamberí, convertido desde hace años en espacio expositivo. Su estructura circular, con cuatro niveles concéntricos, potencia la narrativa temporal de la exposición. A medida que el visitante asciende por las rampas que conectan los pisos, va avanzando también por las décadas retratadas por Flórez, en un recorrido que funciona tanto en lo visual como en lo simbólico.

Las primeras imágenes remiten a los años finales del franquismo. Hay concentraciones silenciosas, gestos de censura, rostros de temor y de resistencia. Pero también hay esperanza. Una de las primeras secciones muestra manifestaciones por las libertades, concentraciones estudiantiles, reuniones clandestinas.
Uno de los puntos álgidos de la exposición llega con la conocida imagen de la actriz Susana Estrada recogiendo un premio Populares del diario Pueblo de manos del alcalde Tierno Galván. Estrada aparece con un pecho al descubierto, en una escena que muchos historiadores y analistas consideran como el símbolo gráfico del inicio del destape, esa etapa de liberalización cultural y sexual tras décadas de represión. Flórez captó el instante sin escándalo ni sensacionalismo: como un gesto de normalización.
Otra fotografía memorable muestra a dos figuras emblemáticas del exilio regresando al Congreso: Rafael Alberti y Dolores Ibárruri, La Pasionaria, bajando las escaleras del hemiciclo durante una votación. El peso de la historia se hace evidente en sus rostros . Esa imagen sintetiza el reencuentro entre dos Españas y el retorno de quienes fueron silenciados durante décadas Impresionan las escenas de los motines en la cárcel de Carabanchel de 1977 que demuestran el camino que quedaba todavía que recorrer para la normalización del país.

Otras escenas nos trasladan a los años del desencanto, cuando la esperanza dio paso a la crisis y el desempleo. Ahí están los parados manifestándose o los disturbios en las calles durante los años 80. En contraste, también hay imágenes que reflejan la efervescencia cultural de la movida madrileña, con conciertos, fiestas y retratos de artistas emergentes, como Pedro Almodóvar y las artistas que trabajaban con él.
En los años 90, Marisa Flórez siguió documentando los grandes cambios del país, destacan las de la respuesta masiva de la ciudadanía contra ETA tras el asesinato de Miguel Ángel Banco. El recorrido termina con imágenes del comienzo del nuevo siglo, donde las cámaras digitales empezaban a sustituir a las analógicas, pero donde la mirada de Flórez mantenía su estilo sobrio y directo.

La exposición no necesita textos largos ni recursos escénicos. Cada fotografía está acompañada de una breve cartela que contextualiza el momento. La fuerza está en las imágenes, en su composición, en el instante capturado, y sobre todo en la mirada de quien las tomó. Flórez no buscaba el impacto fácil ni la imagen espectacular: buscaba la verdad del momento.
La peculiar arquitectura del depósito de Canal convierte esta retrospectiva en una experiencia envolvente. El juego de luces, las paredes de ladrillo visto y la disposición circular hacen que cada planta tenga una atmósfera propia. El visitante, al terminar la muestra, no solo ha visto una exposición: ha atravesado una época.
Con entrada gratuita y abierta hasta el 20 de octubre, esta exposición se convierte en una oportunidad excepcional para conocer la historia reciente de España a través de uno de sus principales testigos. Marisa Flórez no solo fotografió el pasado: lo explicó con imágenes. Y lo hizo con rigor, compromiso y sensibilidad.