Evasión

'El loco de Dios en el fin del mundo': el viaje de Javier Cercas con el Papa Francisco para buscar respuestas "para su madre"

Javier Cercas. Fuente: Cordon.

Javier Cercas, quizás el novelista español más internacional en la actualidad es muy conocido en Italia donde sus libros son traducidos nada más publicarse. Por eso no es extraño que desde el Vaticano le invitaran a viajar en el sequito del Papa Francisco en un viaje a Mongolia para que escribiera un libro sobre el asunto: 'El loco de Dios en el fin del mundo' (Random House).

El maestro de la descripción de un instante, que acepta el envite con una condición, regresa así con una novela que vuelve a girar en torno a lo fugaz, a lo que sucede de forma repentina y lo cambia todo. Esta vez lo hace desde una perspectiva más íntima, pero igual de ambiciosa. La historia parte de una pregunta que le quiere plantear al Sumo Pontífice que es la condición que plantea para aceptar la invitación y escribir un libro: "¿Verá mi madre a mi padre más allá de la muerte?". Es la chispa que enciende un viaje improbable a Mongolia, uno de los países más remotos y menos cristianizados del mundo. Un viaje al fin del mundo físico y espiritual.

Cercas se declara ateo y anticlerical: " Soy ateo, soy anticlerical, soy un laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso". Cree en la fuerza de las preguntas basadas en la razón. Es un loco sin dios, siguiendo a un loco de Dios. La paradoja que propone —un descreído buscando respuestas, aunque no sean para él, sino para su madre, del representante de una institución religiosa— es el motor narrativo del libro.

Como en un thriller, el relato va generando tensión. El lector asiste a la preparación del viaje y a la descripción del entorno vaticano . En el avión Cercas consigue unos minutos a solas con Francisco, le plantea la pregunta y obtiene la respuesta, pero la oculta al lector hasta las últimas páginas .

A medida que avanza la novela, Cercas alterna el relato directo con reflexiones sobre la figura de Jorge Mario Bergoglio. Se apoya en biografías, anécdotas y perfiles publicados en prensa, como el de un periódico boliviano: argentino pero modesto, una de las mejores descripciones del complejo personaje. Explora sus años en Buenos Aires, su fama de jesuita austero y a veces autoritario, sus dificultades con sus superiores y su papel en los años oscuros de la dictadura argentina. Todo eso para construir al personaje del Papa como un hombre de contradicciones, fuerte y frágil al mismo tiempo, tan humano como inaccesible, que capta las debilidades del otro: te pesca por lo que no dices.

Bergoglio es un protagonista de la historia, el primer Papa jesuita, el primer iberoamericano, el primero que se llama Francisco. En él predomina la formación jesuítica, la que lleva el concepto ignaciano del discernimiento a todas sus decisiones. El discernimiento consiste en el análisis de las variadas opciones antes de tomar una decisión. Gracias a ese proceso dominan la negociación intelectual y pueden ofrecer soluciones para algunos problemas que otros ni siquiera llegan a vislumbrar. Para Cercas, Bergoglio es sobre todo un jesuita que usa el discernimiento en su vida cotidiana.

Cercas dosifica la información con habilidad, lo que se nota en el ritmo, en la estructura y en los momentos de pausa. No hay relleno ni repeticiones innecesarias. Cada capítulo avanza con intención, sin perder el hilo de la pregunta central. Y entonces llegan las últimas diez páginas. El autor hace lo que mejor sabe hacer: detener el tiempo, diseccionar un momento, capturar su significado más profundo. Como ya hizo con el gesto de Suárez en el Congreso el 23-F, ahora analiza un nuevo instante decisivo. Es un final potente, que da sentido a todo el viaje y todo el libro.

Ese momento, casi cinematográfico cierra el libro con una emoción que desborda la lógica. Cercas no busca convencer, ni adoctrinar, ni desmontar creencias sino provocar sentimientos.

El Loco de Dios en el fin del mundo es una novela sobre la fe, pero no la propia ni en el sentido religioso. Es una fe en la palabra, en el poder de la literatura para perseguir lo invisible. También es una historia de amor filial, narrada con contención, sin sentimentalismos. El autor no cae en la trampa de la emoción fácil. Su estilo es limpio, directo, sin adornos innecesarios. El libro confirma a Cercas como un maestro del instante. No del instante cualquiera, sino de aquel que lo cambia todo. Lo hizo con una narración política política, lo hace ahora con otra sobre vida intimidad de las creencias.

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