La energía, su precio y el abastecimiento, vienen ocupando las portadas de todos los medios de comunicación tanto generalistas como económicos. La preocupación de los ciudadanos y las empresas es alta dado el precio que estamos viendo. Además debería tenerse presente que el invierno se acerca y el aprovisionamiento necesario puede estar en entredicho para Europa. El encarecimiento de la energía tendrá consecuencias negativas para la ansiada recuperación económica post pandemia, máxime si en el invierno no existen reservas suficientes y hay escasez de suministros.
Europa, con España destacada, ha optado por un cambio de modelo energético, aquellas fuentes de energía que más contaminan serán sustituidas por energías renovables. El petróleo, como lo hizo el carbón, irá perdiendo presencia e importancia y la electricidad ganará protagonismo, la energía eléctrica está llamada ser imperante. El plan para esa transición se ha realizado muy rápidamente y con un calendario muy exigente, generando problemas que se perciben ya. El objetivo de la transición es de gran valía, sin embargo se ha acelerado y forzado demasiado.
Detrás del encarecimiento de la energía se esconde, caso español o alemán, desdeñar la energía nuclear, así como desechar la construcción de centrales hidráulicas que aprovechen los saltos de agua. El coste de estas infraestructuras son costosa, sin embargo a la larga es la forma de generar vatios mucho más baratos que la de otras fuentes.
En España se han desmantelado las centrales combinadas de carbón, mucha de estas instalaciones no se habían amortizadas y podían haber operado más tiempo. Al haberse desmantelado antes de su vida útil, lo que se ha logrado es derrochar recursos válidos, que luego se pagan en el recibo.
Esta alocada sustitución ha llevado a que sea la energía generada por el gas, muy costosa por el alto precio del mismo en estos momentos, la que dé precio al resto de las otras fuentes generadoras, es el efecto de la subasta marginal. La subasta marginal es aquella donde la energía más cara es la que da precio al resto, independientemente del coste de producción de cada una de ellas. Las energías alternativas generadas por viento, sol o luz presentan problemas, no siempre hace viento o hay sol; hoy por hoy son insuficientes para cubrir la demanda. Eso sí el marketing de la ecología y la sostenibilidad ya se encarga de vendernos que esto es lo correcto, lo que no dicen es el precio que debemos pagar por ello.
Hay que tener en cuenta además los famosos derechos de emisión, el impuestazo verde. Los famosos derechos de emisión, pocas veces se cuenta esto, han sido vendidas por las mismas empresas generadoras de electricidad que poseían las instalaciones de generación por carbón, recibiendo un buen pellizco. Ese cierre de las térmicas y sustitución por las de gas lo han realizado las mismas empresas que eran propietarias de las primeras, cobrando la venta de los derechos.
Esto ha sido propiciado por los gobiernos, incluidos los nuestro, dado que el sector eléctrico es uno de los más regulados de todos. No nos extrañe luego las famosas "puertas giratorias" de ministros y altos cargos políticos.
Esta política está teniendo efecto perniciosos sobre la economía, hay mucho interés por parte de diferentes grupos políticos en conseguir un buen puñado de votos, más allá del interés general y los efectos perversos que genera. Una vez más lo importante es el voto, no el interés general del país.
La sustitución del carbón por el gas natural llega en un momento donde el precio del gas está en máximos, desde el año 2009. Comienza a haber o al menos hay preocupación por el abastecimiento con la llegada del inverno. Ahora dependemos de fuera, de los países extractores de gas, sin embargo con el carbón no era así. No lo era pues España tenía explotaciones suficientes de carbón, dependíamos de nosotros mismos. En las cuencas carboníferas de nuestra geografía recordarán con amargura aquellas decisiones apresuradas y donde muchos no entendimos lo razón de la medida. Por cierto Alemania está usando las centrales térmicas, después de haber cerrado un buen número de nucleares.
Las fuentes renovables no son tan rentables como se nos prometía, miren las cotizaciones en Bolsa de empresas como Solaria o Soltec. La razón de la pérdida de rentabilidad está en el precio de los componentes que se utilizan para la fabricación de los paneles solares. El silicio, fundamental para su construcción, aún siendo un mineral muy abundante ha subido un 320% desde julio. Se utiliza además aluminio y acero, los cuales también han tenido importantes subidas de precio. También el marketing ha hecho un buen trabajo, creando una burbuja entre los inversores que han pagado demasiado por unas expectativas desmedidas.
Además el siempre conflictivo entorno regulatorio puede restar atractivo a este tipo de inversiones. El anuncio del "decretazo" a las compañías eléctricas ha llevado a la paralización de instalaciones, cumpliendo las amenazas que algunas compañías habían realizado. El populismo, lo descabellado de la intervención estatal de este Gobierno genera caos, es más compromete la seguridad jurídica lo cual ahuyenta a posibles inversores. Ya estamos viendo como es posible que el gobierno corrija o enmiende esta medida.
El encarecimiento de la energía, la dependencia exterior generada va a tener consecuencias, de hecho las estamos viendo. Muchos negocios no van a poder resistir el incremento del recibo de la luz, aquellos que han sido muy castigados por la pandemia pueden verse abocados al cierre. La subida de la energía es la responsable de ver nuestro IPC al 4,0%, tal y como reseña el propio INE.