
La recuperación económica, la vacunación y los estímulos fiscales y monetarios de los bancos centrales, han favorecido al buen comportamiento de las bolsas. Además, las mejores perspectivas de ciclo han hecho que los tipos de interés se normalicen y haya un estrechamiento moderado de los diferenciales de crédito. Por el momento, continúa el guion previsto para 202. No hay sorpresas para los mercados financieros.
No tengo una bola de cristal. No puedo predecir que el Ibex-35 vaya a subir exactamente un 7,587% de aquí a final de año (huye de cualquiera que diga algo parecido). Sin embargo, sí hay factores en que fijarse para saber qué van a hacer las bolsas los próximos meses.
Empecemos por el principio: venimos de una crisis sanitaria que ha afectado considerablemente a la economía mundial. ¿Y qué pasa cuando la economía mundial no crece o va peor de lo esperado? Que las bolsas caen porque están descontando que las empresas van a ganar menos dinero los próximos años.
Eso es lo que sucedió en 2020. Las bolsas cayeron bruscamente al inicio de la pandemia y después se fueron recuperando poco a poco. Algunas terminaron el año en positivo, como el índice americano S&P-500 (+16%), y otras, en negativo.
Ahora, en 2021, con la población mundial en pleno proceso de vacunación, especialmente en los países desarrollados, y con los países volviendo a abrir sus fronteras, las expectativas de crecimiento de las principales economías mundiales han remontado. También su crecimiento actual está sorprendiendo en el buen sentido. Y este optimismo económico hace que las bolsas estén subiendo.
Durante el primer semestre del año las bolsas han subido con fuerza: más de un 14,4% el índice estadounidense S&P-500 y el paneuropeo Eurostoxx-50 o un 9,26% el Íbex-35. Subidas que se apoyan en la recuperación económica y el dinero inyectado en la economía por gobiernos y bancos centrales.
¿Y qué va a pasar en la segunda parte del año? La clave va a estar en la inflación (y lo que ésta influya en ver -o no- nuevas ayudas a la economía). Con ese crecimiento económico, la inflación está repuntando y alcanzamos tasas que no se veían hace años. En España, por ejemplo, cerramos junio con una inflación del 2,7%, cifra no registrada desde febrero de 2017.
¿Y qué tiene que ver la inflación con todo esto?
El mandato principal del Banco Central Europeo es mantener la inflación en el entorno del 2% (un objetivo que es herencia histórica de la hiperinflación vivida en Alemania tras la 1ª Guerra Mundial, cuando la inflación fue tal que un dólar pasó de equivaler a 60 marcos en 1921 al millón de marcos en julio de 1923). La cuestión es que, si la inflación en Europa se sitúa por encima de ese 2%, el BCE se ve obligado a actuar, dejando de inyectar dinero o incluso retirando dinero de la economía.
Y que el BCE actúe supone que elimine las medidas que ha ido implementando en la última década, cuando el principal riesgo era justo el contrario, que no hubiera inflación y que tú y yo dejáramos de consumir esperando a que todo se volviera más barato en el futuro. Y si el BCE y su homólogo estadounidense, la FED, van retirando esas medidas, a las que el mercado se ha acostumbrado desde la gran crisis financiera de 2008, las bolsas podrían sufrir.
Personalmente creo que la inflación subirá, pero de forma moderada. Esto permitiría a los Bancos Centrales comenzar a retirar estímulos, de forma muy progresiva, sin que las bolsas perdieran su senda alcista. Eso sí, con altibajos por el camino.
¿Qué harán los mercados esta segunda parte del año?
Sin lugar a duda, la clave estará en las noticias que vayan llegando. Como, por ejemplo: menor consenso entre miembros de la FED o el auge de la variante delta y su efecto en las perspectivas económicas europeas…
Así, se abren dos escenarios principales. Por un lado, si el mercado sigue convencido de un entorno de tipos estables y de estímulos por parte de los bancos centrales, veremos unas cotizaciones lideradas por los sectores defensivos (consumo básico, utilities, farmacéuticas…) y valores de mayor calidad. De esta forma, las carteras de renta fija tendrían un comportamiento estable o incluso positivo.
Sin embargo, mi visión se orienta más a un escenario donde los tipos de interés suban, de forma moderada, pero continua. Todo ello será en la medida en que, el ciclo y la inflación permitan a los bancos centrales comenzar a salir del juego de monetización de deuda. Este último entorno debería favorecer a un mayor apetito por la "reflation trade". Es decir, la apuesta por una vuelta de la inflación.
De esta forma, las bolsas registrarían un mayor flujo a sectores cíclicos y para la renta fija sería un mundo desafiante. Este activo tendría que gestionar tipos de interés más altos con escaso margen de rentabilidad en diferenciales de crédito.
¿Cómo aprovechar las subidas y bajadas con tendencia alcista?
La economía parece estar brillando de nuevo en la era post-covid y una de las formas más sencillas para sumarse a la ola es invertir en renta variable, siempre de acuerdo con el perfil inversor.
Las opciones son múltiples. Por ejemplo, a través de temáticas innovadoras con potencial de crecimiento futuro, como consecuencia de los grandes cambios globales (y de esos hemos vivido muchos en el último año). Son temas como redes sociales, comercio online, videojuegos o sostenibilidad. Porque la inversión no tiene por qué ser algo abstracto ni difícil de comprender.