
La incertidumbre y el esperpento están llegando al límite, y por ello la realidad es cada vez más sencilla: o somos extremadamente cuidadosos o nos va a terminar por estallar todo en la cara. España está en la UCI y, de seguir todo igual, le quedan de vida unos dos años, con suerte tres. Desde el 2013 nuestro sistema financiero está conectado a la respiración artificial del BCE. En el 2020 el país entero entró en parada cardiorrespiratoria, y ha sido necesario aplicar 200.000 millones de euros de electroshock, para evitar el colapso. Estamos vivos gracias al milagro europeo, y lo más grave es que parece que no nos damos cuenta.
¿Qué es necesario hacer para que España reaccione? 3,4 millones de parados, casi medio millón de personas en ERTE, 3,1 millones de trabajadores públicos (incluyendo a políticos), y 8,9 millones de pensionistas cobran de lo público. Un paro juvenil cercano al 40%, el paro estructural cada vez mayor y cronificado, los mayores de 55 años en una situación cada vez más difícil. La administración pública es incapaz de gestionar los ERTE o el Ingreso Mínimo Vital, está sepultada por toneladas de papel, paralizada por una burocracia cada vez más lenta y compleja. Y lo que realmente nos preocupa es la descalificación de España de la Eurocopa. Vergüenza.
Europa nos conoce mejor que nosotros mismos. Lleva años ofreciéndonos fondos estructurales que somos incapaces de gestionar. Estamos pensando en los fondos Next Generation UE, cuando solo hemos gastado el 43% de los fondos estructurales correspondientes al periodo 2014-2020. Europa ha visto a Nadal arrasar en Roland Garros, prácticamente al mismo tiempo que intentábamos autodestruirnos como nación. Nos pedían que controlásemos la sangría del déficit público, mientras se nos escapaba el dinero sin control por los infinitos huecos que hay entre cada diferente nivel de la administración pública.
Así llegó el COVID-19 para terminar de reventar todas las costuras. ¿Hemos sobrevivido? Pues no todos, aunque parece que, con las vacunas, los bajos tipos de interés y la raza de este maravilloso país empezamos a recuperar cierta movilidad. El "salimos más fuertes" y la "recuperación en V" quedan ya atrás en el tiempo: salimos con importantes cicatrices y secuelas, y la ciudadanía parece ya estar cansada de los fuegos de artificio y los eslóganes baratos. Los problemas son evidentes, y es allí donde debemos de centrar toda nuestra energía.
Los fondos Next Generation EU representan 140.000 millones de euros en seis años. 23.000 millones al año. Pero ya llevamos la mitad de 2021 y todavía se sabe bien poco. Están los famosos Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE), pero por no haber no hay ni registro de proyectos. ¿Cómo es posible acceder a los fondos europeos? Parece que existen oficinas o mesas de ayuda en cada país financiadas también por le UE, pero ni esto se conoce.
Lo que no se puede medir difícilmente se puede controlar, pero es que de momento no hay nada. Ya me gustaría poder escribir de la necesidad de implantar métricas en los proyectos, de asegurar la trazabilidad de los recursos o de como con dos PERTEs convergentes se iba a poder atacar en paralelo la España vacía, la digitalización, el paro estructural, la educación y el turismo. Pero de momento no hay nada que medir, que controlar o si quiera que comentar.
Y en estas estamos cuando llega la crisis de gobierno. Sale Iván Redondo y entra Félix Bolaños. Bolaños es un gran fontanero con perfil bajo, un solucionador. Siguen Calviño, Escrivá y Maroto, como metáfora de las reformas que están por hacer, del andamiaje que hay que preparar para asegurar una buena digestión de la lluvia de millones. La estructura gobierne quien gobierne tiene una serie de lugares comunes: la digitalización de la administración pública, la reforma de la ley de contratación o la creación de una infraestructura que de soporte al nuevo mundo digital. Todo esto es ajeno a las obsoletas ideologías del siglo XX. La desigualdad social, causada en gran medida por la creciente brecha digital y el cambio climático son los grandes enemigos contra los que hay que combatir.
Ya no es válido el "que caiga España que ya la levantaremos nosotros", no queda tiempo, ni energía ni recursos. Tampoco es suficiente con el último movimiento del gobierno, dos años no son suficientes, y es necesario contar con estabilidad para acometer el enorme proyecto. No se me ocurre mejor equipo que el formado por Nadia Calviño y Luis de Guindos, empujando juntos, como llevan ya años haciendo. Pedro Sánchez y Pablo Casado no deberían de dudar: está en juego el futuro de nuestros hijos. Se impone un gran pacto de estado, que abarque como mínimo cuatro áreas esenciales: los fondos de recuperación, educación, pensiones y digitalización de la Administración Pública.