Opinión

La inevitable subida del precio de la luz

Factura de la luz, un incremento inevitable para el autor

"Es el mercado, amigo". En realidad, la subida del precio de la luz es una cuestión de oferta y demanda. Si hay una restricción de oferta, porque no hace sol ni viento, apenas hay producción renovable. Por otra parte, si se necesita más energía eléctrica ante una ola de frío, entonces, la demanda aumenta. En estas condiciones, y teniendo en cuenta que la práctica totalidad de la energía eléctrica hay que consumirla cuando se produce, sólo se puede esperar una subida del precio de la luz.

¿Puede hacer algo, ahora, el gobierno? Pues, bastante menos de lo que le gustaría, a éste o a cualquier otro gobierno. Si usted mira a las estrellas verá la luz de estrellas que a lo mejor ya no existen. La razón es que la luz tarda años o incluso miles de años en llegar hasta nosotros. Pues bien, a la industria eléctrica le ocurre algo parecido: estamos muy condicionados por las decisiones, acertadas o erróneas que se tomaron hace décadas. Igual usted piensa que si tuviésemos un parque nuclear como el francés, la situación sería distinta. Esto no está nada claro, pero en cualquier caso se tardan años desde que se inicia la construcción de una central nuclear hasta que se produce el primer kilovatio.

De todas formas, puestos a buscar un culpable, lo más ridículo es echar la culpa a los especuladores. Esencialmente, porque la energía eléctrica es muy complicada de almacenar. Por esa razón, especular con la energía eléctrica es mucho más complicado que en cualquier otro mercado. Uno puede intentar comprar barata una mercancía con la esperanza de venderla más cara, pero eso no se puede hacer con los kilovatios. En realidad, el único operador que puede hacer eso, de alguna forma, es el propietario de una central hidroeléctrica. Los costes de una central hidroeléctrica son esencialmente fijos, y, en consecuencia, el coste variable de entregar energía adicional en la red es muy pequeño. En un momento dado, una central hidroeléctrica puede parar la producción y reservar el agua embalsada para producir electricidad cuando la empresa eléctrica considere que su precio será superior. Pero, en ningún momento esta electricidad valdrá más que ahora, y basta ver los datos de producción hidroeléctrica para ver que no han bajado.

El Gobierno puede hace muy poco ante un incremento que es cuestión de oferta y demanda

En España, como en la mayoría de los mercados eléctricos, el precio lo determina la energía más cara que entra en producción, que es, casi siempre el gas en las centrales de ciclo combinado. Obviamente, si sube el precio del gas, subirá el precio de la electricidad. Si la economía mundial se recupera tras el Coronavirus, es probable que el precio del gas permanezca elevado. La otra alternativa es quemar carbón para producir electricidad, pero eso produce todavía más CO2. No sólo es que Europa y España se hayan comprometido a reducir sus emisiones de CO2 para luchar contra el cambio climático, sino que, precisamente en parte por eso, el precio de los derechos de emisión del CO2 se ha incrementado.

Ante este panorama, ¿qué se puede hacer a corto plazo? Una opción posible es bajar los impuestos. Recordemos que a través del RDL 15/2018 estuvo suspendido el impuesto eléctrico del 7% en el último trimestre de 2018 y el primero de 2019. Pero, esta opción no es precisamente gratuita. La recaudación que no se obtenga de los impuestos sobre la electricidad habrá que obtener de otras fuentes, o bien habrá que recortar servicios públicos, ahora o en el futuro. Y si la situación del mercado eléctrico es coyuntural, lo que es muy probable, no deberíamos hacerlo por atractivo que resulte. Porque desde luego, nuestros problemas de déficit no son coyunturales sino estructurales.

Todo apunta a que la situación actual del mercado eléctrico es coyuntural

Es cierto que hay casos muy graves de pobreza energética, que son un reflejo normalmente de la pobreza a secas. Estos problemas disminuirían con un precio menor de la energía, pero la solución no puede consistir en la subvención, vía reducción de impuestos, a todos los consumidores de energía, aunque sólo sea porque no lo podemos pagar. Si el bono social no es suficiente, entonces habrá que ampliarlo.

Irónicamente, la situación del mercado eléctrico lleva unos años en situación opuesta: con una demanda que se reduce, incluso cuando crecía la economía, y con unos ingresos que ya no pueden pagar los costes regulados. Por eso, hay ahora mismo un anteproyecto de sostenibilidad energética para que los consumidores de todas las energías cubran una parte de los costes regulados de la tarifa eléctrica.

Para que estos subidones se moderasen, la única solución sería que la energía eléctrica se pudiese almacenar con más facilidad y a menor coste. Éste es el elemento crítico, también, para que los coches eléctricos sean viables como alternativa a los automóviles con motor de combustión. Y la mejora en las baterías también permitiría reducir la necesidad del gas natural como respaldo a las energías renovables. Como en la lucha contra el Coronavirus dependemos de las vacunas, en la transición ecológica, dependemos de la innovación en baterías.

Hasta entonces, el precio de la energía en cada momento estará casi absolutamente condicionado por la meteorología. A lo más que se puede aspirar es a garantizar el suministro. Afortunadamente, seguíamos teniendo gas y carbón y centrales térmicas de respaldo, sino, además de subidas de precios hubiese habido apagones. Al igual que no se puede regular una ciudad pensando que las condiciones meteorológicas habituales van a ser las de la tormenta Filomena, mucho menos podemos crear una infraestructura y un mercado eléctrico para que en las peores condiciones posibles el precio no suba. Eso solo lleva a pagar más, como consumidores o como contribuyentes, durante el resto del tiempo en el que también consumimos energía eléctrica. No merece la pena.

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