
Ya no es un secreto a voces el batacazo que se espera en nuestra economía pues es de sobra conocido en casi todo el mundo, sólo falta que aparezca en Tik-Tok. La OCDE acaba de publicar sus previsiones para la economía mundial durante 2020 y 2021 donde, a excepción de Argentina, nuestro país es el que peores expectativas muestra a nivel mundial y europeo. No es el único, también lo afirman otros como el FMI, la Comisión Europea, el Banco de España, Funcas, AIReF, CEOE y un largo sinfín de instituciones que ponen negro sobre blanco lo que se espera de nuestra economía.
En este contexto, nuestra economía encara la recta final del año con serios problemas estructurales y endémicos, tales como el crecimiento económico, déficit público de hasta el 14%, endeudamiento que puede alcanzar los 1,35 billones de euros (122% PIB), el paro que podría llegar al 21% unido a la deflación, amén de otros indicadores adelantados o retrasados como los índices de producción industrial, la confianza del consumidor, entre otros, o la insostenibilidad manifiesta de nuestro sistema de pensiones. Y ya muchos anticipan los efectos económicos negativos del impacto del nuevo rebrote del COVID-19 durante el cuarto trimestre del año, clave para nuestra estructura económica, en especial para la hostelería y el comercio que tradicionalmente esperaban como "agua de mayo" la llegada de la época navideña para hacer su agosto y, sin embargo, las restricciones han esfumado los sueños de los que esperaban las comidas de navidad y las compras navideñas.
Igualmente acaban de ser publicadas las últimas cifras de paro registrado del mes de noviembre y aunque desalentadoras son la crónica de una muerte anunciada, más de 3,85 millones de desempleados por el aumento en más de 25.269 nuevos parados. Y a pesar de que, utilizando torticeramente la estadística, se muestra un atisbo de luz al final del túnel con una mejora en la afiliación media en vez de la de fin de mes, para no reconocer que todo es un espejismo porque lo que está por llegar puede ser preocupante habida cuenta de que no se incluyen en estas cifras los 750.000 trabajadores afectados por ERTE, que ha crecido en 150.000 personas durante noviembre y donde la hostelería es la clara protagonista al haberse destruido 77.840 empleos más este mes. Así pues, como mínimo tenemos un mercado laboral con 653.128 desempleados más que hace un año, sin contar tampoco los más de 500.000 autónomos acogidos al cese de actividad de los que un 20% se le ha denegado, lo que todo en conjunto podría anticipar 5,2 millones de parados reales.
Y si pasamos de la economía real a la financiera, estamos en un suma y sigue, pues la crisis sanitaria ha generado una crisis económica que tiene muchas probabilidades de convertirse en crisis financiera ya que nuestros principales bancos no son los más solventes de Europa. Algunas de nuestras entidades se encuentran en la UCI con mal pronóstico si no se fusionan con otras para mejorar sus ratios y fortalecer el negocio, lo que no es fácil a pesar de los anuncios de reestructuración con cierre de miles de sucursales y jubilaciones anticipadas.
En esta línea, autónomos, PYMES y empresas se han acogido a los avales ofrecidos por el Estado a través de líneas ICO, que ya están agotadas pero que inicialmente eran para sobrellevar una situación pandémica de 3 meses que ahora se va a prolongar hasta que haya una vacuna realmente eficaz. Una gran mayoría de estos préstamos no van a poder ser pagados lo que, aparte del coste para el Estado (y mayor déficit) va a aumentar la morosidad de la banca. Y todo ello porque ahora se han paralizado despidos y concursos de acreedores que podrían llegar como un tsunami el próximo semestre, pero hay mucho riesgo de que los trabajadores en ERTE se incorporen definitivamente a las listas del paro y que se inicien procesos masivos de concurso de acreedores y autónomos acogidos a la ley de la segunda oportunidad lo que conllevará más impagos para la banca y acreedores varios.
Y es que el primer semestre de 2021 va a ser determinante para salir con fuerza o bien seguir hundiéndonos en el lodo económico abocándonos a una recuperación más lenta y mucho más tardía y, en esa línea, ahora se aprueban los PGE 2021 que apenas tienen credibilidad ni dentro ni fuera de nuestras fronteras, pues cuentan con fondos de recuperación que no sabemos si llegarán ni cuando lo harán y se apoyan en aumentos de impuestos y gasto público que ni el mismo Keynes hubiese aprobado en una situación como la que vivimos.
Aunque sea difícil, seamos optimistas porque este país ha sabido siempre levantarse y recuperar su tono muscular, aunque mucho me temo que necesitará un buen "personal trainer" que sea capaz de aportar nutrientes, vitaminas y fluidos a nuestro sistema económico, no sólo quemar las pocas calorías que quedan. Voy a mirar con ilusión el futuro y volviendo atrás a mi infancia, voy a preparar una carta a los Reyes Magos de Occidente pidiendo que nos traigan salud y una economía próspera, con acertadas decisiones políticas, pero tengo miedo de que sólo nos traigan carbón por no habernos portado bien con nuestra economía ni con los ciudadanos.