
Después de cuatro años de ausencia y boicot, en 2021 EEUU volverá a la escena de la acción climática mundial. El proceso ya está en marcha. El cambio climático representa -junto con la pandemia, la crisis económica y la injusticia racial- uno de los cuatro pilares del equipo de transición Biden-Harris, que sentará las bases de la Administración. Tras jurar su cargo, Joe Biden se dispone a volver a inscribir inmediatamente a EEUU en el Acuerdo de París y a promover su plan de cambio climático y justicia ambiental.
El plan, que tiene por objeto poner a Washington en una trayectoria irreversible para lograr que las emisiones netas sean nulas para 2050 y crear al mismo tiempo millones de puestos de trabajo bien remunerados, incluye propuestas para lograr que la producción de electricidad sea 100% libre de carbono para 2035, dos billones de dólares en inversiones ecológicas en cuatro años y la promesa de dedicar el 40% de esas inversiones a las comunidades desfavorecidas.
El grado en que Joe Biden podrá llevar a cabo el plan dependerá significativamente de las elecciones de segunda vuelta de Georgia del 5 de enero, ya que éstas determinarán qué partido tiene el control del Senado.
Si los demócratas las ganan, Biden se enfrentaría a una mayoría en el Senado, lo que aumentaría sus posibilidades de una pronta aplicación del plan climático. De lo contrario, tendría que recurrir a acciones ejecutivas y dentro de las agencias federales para impulsar ciertas partes de su agenda climática, mientras negocia otras en el Congreso con los republicanos. Algo que el presidente Obama también experimentó.
Paralelamente a la aplicación de las iniciativas verdes nacionales, Biden también tendrá que lidiar con la dimensión internacional de la acción climática. Y esto llega en una coyuntura histórica, ya que la UE, China, Japón y Corea del Sur planificaron objetivos de cero emisiones para 2050 o poco después. Con la adición de EEUU, esta lista incluiría cerca de dos tercios de la economía mundial, y más de la mitad de las emisiones del mundo.
Una manera sensata de hacerlo para Joe Biden podría ser comprometerse con la UE en el establecimiento de una "Coalición global de cero emisiones netas". Esa iniciativa, que se concebirá como una coalición de voluntarios, abierta por lo tanto a todas las naciones, debería tener por objeto desbloquear los principales obstáculos con que se enfrentará el mundo en el camino hacia la neutralidad climática.
En un mundo ideal, la coalición se centraría en el desarrollo conjunto de las tecnologías verdes necesarias para descarbonizar nuestras economías, desde la energía renovable hasta el hidrógeno verde, desde los coches eléctricos a las baterías. Pero esto no es realista, ya que el liderazgo en materia de tecnologías verdes probablemente seguirá siendo una cuestión de soberanía nacional tanto en EEUU como en los países de la UE, por no hablar de China.
De manera más realista, una "coalición mundial de cero emisiones netas" podría centrarse en cuestiones que, si bien son fundamentales para lograr la neutralidad climática a mediados de siglo, probablemente no se materializarían si no existiera una sólida cooperación internacional. Dos ejemplos son la introducción de medidas de ajuste de las fronteras del carbono y el desarrollo de tecnologías de eliminación de las emisiones.
Los economistas han sostenido durante mucho tiempo que el mejor instrumento de política para hacer frente al cambio climático es fijar el precio del carbono, con miras a alentar a los emisores a reducir su contaminación por carbono y a volverse ecologistas. Una de las principales dificultades políticas para hacerlo tiene que ver con el temor de que esos planes puedan perjudicar la competitividad económica y provocar la deslocalización de las industrias hacia países con una política climática débil. Estos riesgos pueden enfrentarse con la introducción de medidas de ajuste de los límites al carbono, que básicamente representan un impuesto sobre los bienes importados basado en su contenido de carbono. La UE tiene la intención de introducir esas medidas en el contexto de su acuerdo ecológico, y el plan climático de Biden también promete un curso de acción similar. La mejor manera de introducir esas medidas es seguir un enfoque multilateral, para evitar riesgos proteccionistas y tensiones comerciales mundiales. Así pues, EEUU y la UE podrían elaborar conjuntamente esas medidas, de modo que la iniciativa no se perciba como unilateral. Esto podría allanar el camino para una introducción sin problemas de las medidas de ajuste fronterizo del carbono, y permitir así el desarrollo de planes de fijación de precios mucho más sólidos en los dos bloques.
Será necesario eliminar el carbono de la atmósfera para alcanzar el cero neto en 2050 y, posteriormente, lograr emisiones negativas netas. Esto puede hacerse tanto con soluciones basadas en la naturaleza como con soluciones tecnológicas. Las soluciones basadas en la naturaleza incluyen, en particular, la forestación y la reforestación. Las soluciones basadas en la tecnología incluyen la captura y el almacenamiento de carbono y las soluciones de geoingeniería como la captura directa de aire. A pesar de su importancia clave para la acción climática, estas soluciones actualmente siguen siendo insuficientemente abordadas, debido a la falta de incentivos para la acción individual. Esto hace que la cooperación internacional sea esencial en este campo. EEUU y la UE podrían impulsar un nuevo esfuerzo mundial de forestación y reforestación en todo el mundo, así como de investigación e innovación en soluciones basadas en la tecnología.
Washington y Bruselas deben liderar una acción climática a nivel mundial
2021 puede marcar un gran avance en el clima. El impulso mundial para lograr cero emisiones netas para mediados de siglo se está construyendo de una manera que nadie podría haber predicho hace un año. El Covid-19 obliga a las naciones a atraer miles de millones a sus economías, y algunas de ellas se han comprometido a reconstruir mejor, en particular invirtiendo en la transición verde.
En noviembre de 2021, la conferencia de la ONU sobre el clima de Glasgow verá a todos los países presentar sus nuevos planes de reducción de emisiones para 2030. Además de aumentar sus ambiciones climáticas individuales, EEUU y la UE tienen una verdadera oportunidad, a través de una coalición mundial, de eliminar algunos de los principales obstáculos en el camino hacia la neutralidad. Las condiciones nunca han sido tan favorables para la acción climática mundial: Washington y Bruselas tienen la responsabilidad de liderar.
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