La agenda del presidente electo de Estados Unidos, el demócrata Joe Biden, y la vicepresidenta Kamala Harris se enfrenta a la espinosa tarea de congeniar con la composición del Senado. En ausencia de una plena mayoría en el Senado, que supondría el control de 60 escaños, las esperanzas de un estímulo fiscal a gran escala se habrán desvanecido. | EN DIRECTO: así ha sido el recuento en las elecciones de EEUU
La radiografía completa de la Cámara Alta tendrá que esperar hasta el próximo 5 de enero, cuando se llevará a cabo la segunda vuelta para sendos escaños del estado de Georgia. En estos momentos cuesta pensar que ambos senadores republicanos David Perdue y Kelly Loeffler pierdan contra los demócratas John Ossoff y Raphael Warnock respectivamente.
El sesgo bastante conservador de algunos senadores demócratas sugiere que la agenda económica más radical de la plataforma demócrata podría ser difícil de aprobar
Sin embargo, todavía hay una posibilidad de alcanzar una mayoría demócrata en el Senado. Un triunfo de Ossoff y Warnock en la segunda vuelta de Georgia más el voto de la vicepresidenta Kamala Harris, como presidenta de la Cámara Alta, ofrecería la ventaja legislativa necesaria para avanzar propuestas.
Aún así, "el sesgo bastante conservador de algunos senadores demócratas sugiere que la agenda económica más radical de la plataforma demócrata podría ser difícil de aprobar", reconoce Didier Saint-Georges, managing director y miembro del Comité de Inversiones Estratégicas de Carmignac. En este sentido cabe destacar que al menos tres senadores demócratas votaron el año pasado en contra del Green New Deal propuesto como hoja de ruta de inversión y gasto público en la transformación medioambiental del país.
Sin mayoría en el Senado, adiós al gran estímulo fiscal
En ausencia de una plena mayoría en el Senado, que supondría el control de 60 escaños, las esperanzas de un estímulo fiscal a gran escala se han desvanecido. No obstante, el líder del Senado, el republicano, Mitch McConnell, ofrecía la semana pasado algo de aliento al indicar que su prioridad en estos momentos es aprobar otro paquete de alivio con la "posibilidad" de incluir más fondos para los gobiernos estatales y locales, una demanda clave de los demócratas.
Dicho esto, al hilo de los datos de empleo de octubre justificó que las señales de recuperación económica "refuerzan el argumento" de su partido de aprobar un estímulo más moderado que el negociado hasta ahora por la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata, Nancy Pelosi, y la Casa Blanca.
"Incluso si el Congreso solo acuerda un paquete fiscal más pequeño de un billón de dólares, con el PIB tan solo un 3,5% por debajo de su nivel previo a la pandemia, estamos hablando de un estímulo que sería suficiente para recuperar toda la producción restante perdida", asegura Paul Ashworth, economista jefe de Capital Economics.
Sin grandes subidas de impuestos en el horizonte
Tal y como están las cosas, con una economía recuperando la senda del crecimiento y la tasa de desempleo cayendo por debajo del 7%, es cierto que la economía simplemente no necesita el tamaño del estímulo del que se hablaba bajo una barrida limpia demócrata. De todos modos eso podría cambiar en los próximos meses si el último aumento en los casos de coronavirus desencadena otra ronda de confinamientos generalizados. Pero si éste no fuera el caso, se proyecta que el crecimiento del PIB de EEUU ronde el 4,5% en 2021 y cualquier estímulo fiscal podría hacer revisar al alza estas perspectivas.
"Esto animará a los mercados y hará que los inversores piensen en una recuperación económica de más amplia", estima Nigel Green, fundador de deVere Group, una de las firmas de asesoría de inversión más grandes del mundo. Desde su punto de vista, la menor posibilidad de un estímulo fiscal masivo también ejercerá presión sobre la Reserva Federal para "inyectar más liquidez", afirma.
La victoria de Biden sin el apoyo total del Senado significa menos riesgo de mayores impuestos tanto a las empresas como a los individuos, algo que dará más oxígeno a los mercados y la economía. "En términos generales, los sectores que se beneficiarán de la agenda de la Administración Biden incluyen la energía renovable, industria e infraestructura y los valores de pequeña capitalización", añade Green.
Biden buscará una relación más cercana con la UE, en parte para reconstruir alianzas que podrían ser más efectivas para contrarrestar la creciente influencia global de China
De esta forma tampoco se espera que se eleve el salario mínimo federal hasta los 15 dólares ni reformas de calado en el sistema de salud. Pero una Administración Biden podrá perseguir una regulación más estricta de los sectores financiero y energético simplemente restaurando la potestad eliminada por el gobierno de Trump a las agencias que supervisan dichas industrias.
Biden también podría apoyarse en su Fiscal General para iniciar más demandas antimonopolio contra las principales empresas de tecnología sin necesidad de la aprobación del Congreso. Aunque, dado el apoyo que estas compañías han ofrecido tanto a su campaña, pero especialmente a Harris, a lo largo de los años como senadora de California no se esperan ataques contundentes.
Reconstruir relaciones con Europa y una agenda comercial todavía proteccionista
El presidente demócrata buscará una relación más cercana con la Unión Europea, en parte para reconstruir alianzas que podrían ser más efectivas para contrarrestar la creciente influencia global de China. Hay poco riesgo de que su gobierno mantenga la amenaza arancelaria sobre Bruselas, como ha hecho la Administración de Trump.
Una excepción podrían ser sus relaciones con Reino Unido. Ahora es menos probable que Boris Johnson se asegure un acuerdo de libre comercio dado que Biden ha dicho que cualquier intento del Reino Unido de socavar el acuerdo de paz del Viernes Santo en Irlanda del Norte, imponiendo una frontera dura, descartaría cualquier acuerdo comercial entre Londres y Washington.
Biden será menos proteccionista que Trump pero no se espera que renueve el entusiasmo hacia la globalización. Los planes económicos de Biden incluyen programas de apoyo a la compra de productos y servicios estadounidenses y los demócratas de la Cámara de Representantes han mostrado poco entusiasmo por relajar las regulaciones comerciales.
Una de las mayores incertidumbres con Biden es cómo y cuándo reducirá o retirará los aranceles de Trump a China. El demócrata ha sido muy crítico con la Fase 1 del acuerdo comercial rubricada el pasado enero, argumentando que los aranceles han impuesto costes a los consumidores estadounidenses a cambio de pocas concesiones de Pekín.
En entrevistas recientes, Biden ha eludido responder si eliminará los aranceles y simplemente dijo que volvería a enfocar las demandas de Estados Unidos en compromisos para que el gigante asiático lleve a cabo cambios estructurales en sus políticas sobre transferencia de tecnología y acceso al mercado.
Parece probable que impulsará una reanudación de las negociaciones, quizás involucrando a un grupo más amplio de aliados, como Europa, para presionar a China. Sin embargo, el presidente chin Xi Jinping ha enfatizado cada vez más un modelo liderado por el estado centrado en fomentar la innovación nacional y China está actuando de manera más asertiva a nivel internacional. El resultado es que, independientemente de quién sea el presidente, es probable que las relaciones entre Estados Unidos y China sigan siendo tensas.