El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, se comprometió durante el fin de semana en su primer discurso tras confirmarse su victoria electoral el pasado sábado a "restaurar la columna vertebral" del país haciendo hincapié en la clase media y trabajadora. Confiando en su capacidad de poder orquestar la "mayor coalición jamás vista", el demócrata tendrá que hilar fino para apaciguar al ala más progresista de su partido y la bancada republicana, que amenaza con retener el control del Senado.
El pilar de su plan económico aboga por incrementar el impuesto de sociedades desde el 21% actual hasta el 28%. También busca duplicar la tasa sobre los ingresos obtenidos por las filiales extranjeras de las empresas estadounidenses desde el 10,5% al 21% y elevar el impuesto a las plusvalías desde el 23,8% actual al 43,4% para aquellos individuos y familias que ingresen más de un millón de dólares. Paralelamente se ha comprometido a derogar la deducción del 20% para los ingresos transferidos de las rentas más altas, cuyo IRPF podría aumentar hasta el 52%.
Además, Biden busca elevar en 12,4 puntos las cotizaciones a la Seguridad Social para las rentas salariales superiores a 400.000 dólares anuales. Su objetivo fiscal es recaudar hasta 2,7 billones de dólares durante la próxima década, algo que según los cálculos realizados por la Tax Foundation, un think tank con sede en Washington, esto reducirá el crecimiento en 1,6 puntos y destruirá 500.000 empleos. Una recaudación que poco hará por equilibrar un desembolso proyectado en hasta 11 billones de dólares en los próximos 10 años.
Con un apalancamiento público del 135% del PIB, después de que el presidente saliente haya sumado 6,5 billones de dólares a la deuda, Biden tantea la posibilidad de engordarla en otros 8 billones de dólares, más que cualquier otro mandatario durante sus primeros cuatro años en el cargo. Así, el programa del demócrata quiere gastar 1,4 billones de dólares en ampliar el sistema de salud aupado por Barack Obama, más conocido como Obamacare.
También aboga por acelerar la transición a una economía libre de emisiones a través de un Green New Deal, que costaría al menos 2 billones de dólares, mientras espera apuntalar la recuperación con un estímulo que sobrepasaría los 3 billones de dólares. Otras partidas acumulan un gasto de otros 3,3 billones de dólares adicionales si contamos con sus planes educativos entre otros menesteres.
No obstante, si los republicanos mantienen el control de la Cámara Alta, algo que no se conocerá hasta el próximo 5 de enero, cuando se revelen los resultados de la segunda vuelta en Georgia y donde están en juego dos escaños decisivos, su agenda tributaria quedará en punto muerto.
Pendientes de la composición del Senado
Incluso si los demócratas lograsen finalmente rascar 50 escaños en el Senado y la vicepresidenta electa, Kamala Harris, rompiera como presidenta de dicha Cámara un eventual empate a su favor para avanzar la agenda legislativa, no está claro que todos los miembros del partido arropen las propuestas de Biden. Existe un sesgo bastante conservador de algunos senadores demócratas que sugiere que la agenda económica más radical del partido será difícil de aprobar.
En sus primeros 100 días en la Casa Blanca tras su toma de posesión el próximo 20 de enero, está previsto que Biden tire de decretos para desarticular buena parte de las medidas más polémicas del presidente saliente, el republicano Donald Trump.
Estas incluyen reincorporar a EEUU en los acuerdos climáticos de París así como su regreso a la Organización Mundial de la Salud. Biden disipará las tensas relaciones comerciales con los principales aliados asediadas por el uso frecuente o la amenaza de aranceles, restricciones a los trabajadores extranjeros y críticas directas las empresas patrias.
El tejido empresarial estadounidense también cuenta con más estímulos para acelerar la recuperación. El demócrata se ha comprometido a no cerrar la economía y a partir de hoy lunes establecerá un grupo de trabajo para gestionar la pandemia.
En estos momentos, independientemente de lo que ocurra en el Senado, sería factible ver un nuevo paquete de estímulo de hasta un billón de dólares si no bien a finales de año lo más probable a comienzos de 2021.
Dado que el PIB de EEUU se encuentra solo un 3,5% por debajo de su nivel previo al azote del virus, un plan reducido sería suficiente para recuperar toda la producción restante perdida. Eso sí, todo dependerá de la evolución de las infecciones en las próximas semanas.
A nivel regulatorio, la agenda climática de Biden, que busca neutralizar las emisiones de carbono en todo el país para 2050 golpeará a petroleras y gasistas. La banca también puede sufrir un aumento de la supervisión pero Trump deja también obstáculos en estos menesteres.
Sus nombramientos en agencias como la Comisión de Mercados y Valores (SEC) o la Reserva Federal entorpecer las metas del demócrata. Más consecuente aún es que el 50% de los jueces federales, que tienen un mandato vitalicio, han sido nombrados por los republicanos, incluidos seis de los nueve magistrados del Tribunal Supremo, con Trump nombrando los tres más recientes.