Economía

Una victoria de Biden relanzará EEUU con la mayor inyección de la historia

  • Los datos del PIB reflejan un avance del 7,4% en el último trimestre, el mayor desde la Segunda Guerra Mundial
  • Las propuestas de Biden sugieren que la mitad de su gasto podría cubrirse con subidas impositivas
El candidato por el partido demócrata, Joe Biden. Reuters
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El nominado demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, perfilaba esta misma semana una radiografía sobre el estado de la economía norteamericana completamente opuesta a la de su contrincante, el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Tras conocerse cómo el Producto Interno Bruto (PIB) del país registró entre los meses de julio y septiembre un avance del 7,4% con respecto al trimestre anterior, el mayor repunte desde que comenzasen a registrarse estos datos tras la II Guerra Mundial, el exvicerpresidente no dudó en insistir que la actividad a este lado del Atlántico todavía se encuentra hundida en "un profundo agujero".

Como actual candidato favorito en las encuestas, con una ventaja sobre el republicano que se sitúa en los 7,6 puntos, según la media que realiza el portal RealClearPolitics, y que asciende hasta los 8,8 puntos, de acuerdo a la plataforma FiveThirtyEight, Biden cuenta con altas probabilidades -un 90%- de blindar los 270 votos en el Colegio Electoral que le ofrecerán la llave del Despacho Oval. Un escenario que, de materializarse, pondrá en sus manos la ardua tarea de asegurar una recuperación completa para la economía de EEUU. Esto implica continuar gestionando una pandemia que deja ya 9 millones de infecciones y se ha cobrado la vida de más de 228,678 estadounidenses. En un momento en que pese al impulso experimentado por la actividad en el tercer trimestre, fruto esencialmente de la reapertura y los estímulos aprobados el pasado marzo, "todavía tenemos que recuperar el 34% de los 1,95 billones de dólares perdidos durante la recesión del Covid-19 para volver a los niveles de PIB previos a la crisis observados en el cuarto trimestre de 2019", reconoce Beth Ann Bovino, economista jefa de EEUU en S&P Global.

A ello habría que sumar que actualmente más de 7,7 millones de estadounidenses continúan recibiendo algún tipo de subsidio por desempleo durante más de dos semanas consecutivas. De hecho, alrededor del 60% de los desempleados ha estado sin trabajo durante al menos 15 semanas, según Liz Ann Sonders, vicepresidenta senior y estratega jefe de inversiones de Charles Schwab. "Creo que esos datos son importantes en el contexto de la pandemia", destaca, recordando además que en el punto álgido de los confinamientos a finales de marzo y comienzos de abril, más de 22 millones de estadounidenses perdieron su puesto de trabajo.

Biden no es ajeno a heredar una coyuntura económica destartalada. Como mano derecha del expresidente demócrata Barack Obama, entre 2009 y 2017 fue el encargado de implementar el paquete de estímulo de 787.000 millones de dólares aprobado para enfrentar los efectos de la crisis financiera y las hipotecas basura además de lograr, con mayor o menor tiento, acuerdos presupuestarios con los republicanos.

Sin embargo, siempre se le ha considerado más un negociador que un visionario. Previamente, durante sus 36 años en el Senado sus principales pasiones fueron la Justicia y la política exterior, no la economía. Es por ello que aunque cuente con la guía de economistas como Jared Bernstein, Heather Boushey y Ben Harris, sorprende que hasta ahora, al contrario que Obama, no haya designado a una figura económica dominante para su equipo.

La mayor inversión en 70 años

Este es un síntoma de cómo el nominado demócrata pretende hilar fino y apaciguar a las facciones más progresistas de su partido. El exvicepresidente busca la mayor movilización de inversión pública desde la Segunda Guerra Mundial. Bajo el lema Reconstruir Mejor (Build Back Better), "su propuesta exige un gasto adicional de 7,3 billones de dólares durante la próxima década en infraestructura, energías limpias, educación así como la seguridad social, hasta la vivienda y la atención médica", explica Mark Zandi, economista jefe de Moody's Analytics.

El consenso económico ha cambiado drásticamente a favor de estos objetivos en los últimos meses. Tanto la Reserva Federal como el Fondo Monetario Internacional han sugerido que estaría justificado un apoyo fiscal adicional para abordar las consecuencias económicas de la pandemia, incluso si esto significa mayores déficits.

Biden, criado en Delaware, estado al que representó durante décadas en el Senado de EEUU y que acoge a más de dos tercios de las empresas del Fortune 500 gracias a su marco fiscal favorable para los accionistas, cuenta con una especial afinidad con la clase trabajadora. En numerosas ocasiones ha insistido en cómo Donald Trump se ha centrado casi exclusivamente en el mercado de valores y no en las familias estadounidenses. "Si tengo la suerte de ser elegido presidente, me enfocaré en las familias trabajadoras, las familias de clase media de donde vengo", dijo recientemente.

La hoja de ruta de Biden promete invertir al menos 2 billones de dólares en proyectos de infraestructura y energía verde, como trenes de alta velocidad, estaciones de carga para vehículos eléctricos o una amplia mejora en el acceso a la banda ancha en todo el país. También busca destinar hasta 775.000 millones de dólares para hacer el cuidado infantil así como el de personas dependientes más accesible y otros 700.000 millones de dólares en compras federales e investigación y desarrollo "Made in America".

"Los demócratas tienen planes muy reflacionarios. Están buscando gastar entre un 4% y el 7% del PIB más de lo que barajan los republicanos, en términos netos, es decir, cuando se excluyen los ingresos. Son planes muy agresivos que aumentarían el déficit presupuestario pero también impulsarán la economía. Eso se verá de manera positiva. A largo plazo existen riesgos porque puede haber una extralimitación legislativa cuando un solo partido cuenta con el control del Capitolio" apunta a este periódico Matt Gertken, estratega geopolítico y vicepresidente de BCA Research. Buena parte de dicho esfuerzo ocurriría tan pronto como el próximo año, dando prioridad a un proyecto de recuperación que podría oscilar entre los 2 y los 3 billones de dólares, con el objetivo de acelerar la economía y cumplir con la meta de fomentar el gasto en infraestructura, especialmente orientada a fomentar la transición a una economía libre de emisiones de carbono para mediados de la década de 2030.

La completa implementación de una agenda pragmática pero con tintes progresistas se postula como el mejor escenario para EEUU

Este plan podría acabar obteniendo cierto apoyo republicano dado que fomentaría la creación de empleo. Las medidas de estímulo a corto plazo también podrían incluir dinero en efectivo a los contribuyentes, ayudas para los gobiernos estatales y locales, un impulso a los beneficios por desempleo, un aumento del salario mínimo hasta los 15 dólares a la hora y más apoyo para las pequeñas empresas.

Zandi y su equipo concluyen que ante una posible barrida demócrata el próximo 3 de noviembre, donde no solo Biden se haga con la presidencia sino que su partido logre una mayoría en el Senado, la completa implementación de una agenda pragmática pero con tintes progresistas se postula como el mejor escenario para EEUU.

Según sus cálculos, la economía crearía 18,6 millones puestos de trabajo y llevaría la tasa de paro a poco más del 4% en la segunda mitad de 2022. Por su parte, el ingreso real después de impuestos de un hogar estadounidense medio aumentaría en aproximadamente 4.800 dólares. En caso de un Capitolio dividido, donde los republicanos mantengan su mayoría simple en la Cámara Alta y los demócratas el control de la Cámara de Representantes, reduciría estas perspectivas. Bajo estas circunstancias, cualquier aumento en el gasto de entre 3 y 4 billones de dólares en los próximos 10 años, equivalente al 1% o el 2% del PIB, supondría una victoria legislativa para el exvicepresidente.

Dicho esto, a ojos de la Hoover Institution, un think tank asociado a la Universidad de Stanford, las propuestas económicas de Biden supondrán un impacto perjudicial tanto para el crecimiento, como la creación de empleo y los ingresos de los estadounidenses. Los autores de un estudio que analiza las propuestas del demócrata estiman que, de implementarse plenamente, estas reducirían el equivalente a un empleo a jornada completa por persona en aproximadamente un 3%, el capital social por individuo en un 15% y el PIB real per cápita en más del 8%. Es decir, habría 4,9 millones menos de estadounidenses empleados, el PIB será 2,6 billones menor y el ingreso por familia medio caería en 6.500 dólares en comparación con las estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) para estas variables en 2030.

Independientemente de lo que ocurra en el Capitolio, Biden podrá ejercer su influencia sobre el rumbo de la economía de EEUU a través de la selección de los puestos clave de su Administración. El ala progresista del partido demócrata aboga por el nombramiento de la senadora por Massachusetts, Elizabeth Warren, como secretaria del Tesoro. Sin embargo, esto desataría una señal de alarma entre los empresarios del país y desencadenaría una elección especial para ocupar su escaño en la Cámara Alta. A día de hoy existen otras opciones más moderadas, como Lael Brainard, actual gobernadora de la Reserva Federal; Jeff Zients, codirector del equipo de transición de Biden, Sarah Bloom Raskin, ex alta funcionaria de la Fed e incluso Ruth Porat, directora financiera de Alphabet.

Recaudar hasta 4 billones

Las propuestas de Biden sugieren que aproximadamente la mitad de su gasto público podría cubrirse con aumentos de impuestos. Es en este punto en donde entra en juego su plan tributario, que ya genera cierto desazón entre los inversores y empresarios. El demócrata pone rumbo a la Casa Blanca aupando una subida del impuesto de sociedades desde el 21% actual hasta el 28%. También quiere duplicar la tasa sobre los ingresos obtenidos por las filiales extranjeras de las empresas estadounidenses desde el 10,5% al 21%. "Sus propuestas generalmente ampliarían la fiscalidad sobre la renta de las empresas al eliminar numerosas deducciones", reconoce Kyle Pomerleau, analista de políticas fiscales del American Enterprise Institute.

Según un análisis de Goldman Sachs, la propuesta de Biden de elevar el impuesto de sociedades del 21% actual al 28% reduciría las beneficios para 2021 del S&P 500 en 20 dólares por acción hasta los 150 dólares. Desde BCA Research estiman que una derogación completa reduciría el beneficio por acción en aproximadamente un 12% pero indican que parte de este riesgo ya se descuenta en el mercado.

Desde la Tax Foundation, otro think tank con sede en Washington, también recalcan cómo el demócrata promulgará una serie de políticas tributarias que subirán los impuestos sobre la renta y sobre la nómina a los individuos con ingresen más de 400.000 dólares. Biden también planea elevar el impuesto a las plusvalías desde el 23,8% actual al 43,4% para aquellos individuos y familias que ingresen más de un millón de dólares.

Más de 84 millones de votos

Hasta la jornada del viernes, un total de 84.679.411 de estadounidenses ya había ejercido su derecho a decidir quién ocupará la Casa Blanca, según los datos que recopila el U.S. Elections Project, liderado por el profesor de la Universidad de Florida, Michael McDonald. De la cifra total, alrededor de 30 millones votaron en persona en los estados que ya han abierto sus urnas mientras más de 54,6 millones lo han hecho por correo. Texas acumula ya un récord de votación anticipada, al superar ya los 9 millones de votos que se contaron allí al cierre de los comicios de 2016, un hito de participación que también iguala porcentualmente Hawái. Presumiblemente otros 60 o 70 millones de estadounidenses votarán en los días que quedan hasta que los colegios cierren el próximo día 3 de noviembre, cerrando así una de las cifras de participación más altas de la historia del país. En las pasadas elecciones, en 2016, en total votaron cerca de 139 millones de estadounidenses, y 33 millones de esos votos se emitieron por correspondencia.

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