
¡Cuidado con las elecciones de los Estados Unidos!, claman los comentaristas por doquier ante el duelo entre el presidente Donald Trump y el exvicepresidente Joe Biden de noviembre. Algunos temen que un segundo mandato del magnate desate una guerra comercial entre la UE y EEUU y ponga en peligro las retiradas de las tropas estadounidenses. A otros les preocupa que la victoria de Biden mejore algo las relaciones transatlánticas, si bien impulse una regulación que machaque el mercado. Lo que obvian todos es que la renta variable estadounidense despunta en los años de elecciones presidenciales, revalorizándose históricamente un 83% de las veces a una tasa media del 11% (en USD), sobre todo al final del periodo: una buena noticia para la bolsa española, en la medida en que la correspondencia entre ambos mercados es muy estrecha.
La mayoría de los inversores consideran a los demócratas de Biden poco favorables a los negocios y a los republicanos de Trump defensores del capitalismo. A semejanza del PSOE, el Partido Demócrata representa el centroizquierda: normalmente aboga por una Administración más grande, la redistribución de la riqueza y una normativa más estricta. Según este razonamiento, los derechos de propiedad y, en general, la actividad empresarial se ven socavados. Aparentemente más propicio sería el Partido Republicano, que, como el Partido Popular español, suele ocuparse de flexibilizar los mercados y bajar los impuestos. La realidad no es tan simple. Ambas agrupaciones aprueban leyes que caen bien en los mercados –y otras que no tanto–, aumentan y reducen los impuestos, promulgan y derogan leyes e interfieren en el normal funcionamiento de los precios y en los derechos de propiedad. Los mercados han prosperado con Gobiernos de las dos tendencias.
El hecho de que solo queden dos aspirantes a la Casa Blanca disipa incertidumbres
Las opiniones sesgadas moldean enormemente el ánimo y afectan a la dinámica de los resultados bursátiles. Los triunfos de los candidatos demócratas son causa de zozobra y de peores rentabilidades en el año electoral (un 7,4% de media); el siguiente año, al comprobar que el presidente entrante emprende menos iniciativas de las temidas, el dato mejora (16,2%). Los éxitos republicanos insuflan tal confianza que en el año de los sufragios las acciones avanzan un 15,2% en promedio. Con todo, el partido del elefante también logra defraudar las expectativas, promediando la renta variable subidas de apenas el 2,6% en los años inaugurales de sus mandatos.
De todos modos, el descenso de la incertidumbre espolea las acciones a medida que se acercan los comicios. A diferencia de lo que ocurre en el sistema parlamentario español, en EEUU los partidos eligen a sus candidatos mediante elecciones primarias; en el bando demócrata este año se presentaron más de 26. En un primer momento, la enorme diversidad de las promesas de campaña suscita recelos, lo que lastra el estado de ánimo y las ganancias. Si atendemos a la larga serie del índice S&P 500 de EEUU en dólares, la rentabilidad media en el primer semestre del año electoral es solo del 1,1%. A mitad del presente año, el porcentaje no andaba lejos (-4%), incluso en plena pandemia.
El hecho de que solo queden dos aspirantes contribuye a disipar la incertidumbre. La designación de la senadora Kamala Harris como vicepresidenta de Biden infunde certeza; también la adopción de una plataforma oficial en el Partido Demócrata. Más allá de cuál sea su opinión respecto a las personas o las ideas, estas ya se conocen, conque se ha paliado la incertidumbre. Pronto comprobaremos la habilidad de cada bando para movilizar a sus votantes. Todo esto ofrece seguridad, uno de los motivos que han impulsado el S&P 500 hasta más del 11% desde el 30 de junio.
No obstante, persisten las dudas. Los analistas afirman que la ventaja de Biden por 8 puntos en las encuestas significa que la covid-19, el malestar social y la recesión malogran las opciones de Trump. La demoscopia no predice el futuro: el escepticismo ante su reelección nos retrotrae al verano de 2016, cuando las perspectivas atribuían una diferencia similar a favor de Hillary Clinton. Sus correligionarios lo repudiaron y los expertos lo descartaron, pero en Estados Unidos no es el voto popular quien elige al presidente, sino el Colegio Electoral, y en cada estado es diferente. Para ganar, Trump simplemente motivó a los votantes de algunos estados sin una preferencia clara por ninguno de los dos partidos pero controlados por los republicanos.
El Ibex se verá beneficiado del impulso de Wall Street tras los comicios
¿Volverá a conseguirlo? Es difícil de predecir. Biden se enfrenta a sus propios problemas. Los demócratas no suelen llegar a la Casa Blanca fácilmente con candidatos tan conocidos como él, sino que, a la hora de generar ilusión y participación, les favorecen las caras nuevas como John F. Kennedy, Barack Obama o Bill Clinton. A sus votantes jóvenes les gustan los lienzos en blanco para pintar sus anhelos y sueños, no los veteranos canosos.
En todo caso, se reelegirá a un republicano o ganará un nuevo demócrata. Ambos son factores alcistas para 2020 y 2021. En el intervalo de dos años que ha seguido a la reelección de presidentes republicanos las alzas han promediado un 13,1%, concentrándose el grueso de las mismas en sus primeros compases, mientras que cuando un demócrata ha accedido por primera vez a la Presidencia lo han hecho en un 15,9%, principalmente en el año inaugural.
Para los inversores españoles es una gran noticia. Últimamente se pregonan las diferencias entre los mercados de EEUU y la UE en base a las reacciones frente a la pandemia. La verdad es que casi siempre suben y bajan al unísono, si bien en diferente medida. La correlación entre los títulos estadounidenses y el IBEX 35 en los últimos 20 años es de 0,71. Si tenemos en cuenta que 1 sería una analogía total y -1,00 justo lo contrario, resulta evidente que lo que impulsa a la bolsa en EEUU hace otro tanto en España. No se deje confundir por el extraño contexto actual, las elecciones estadounidenses son un factor positivo a ambas orillas del Atlántico.
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