
"El primer martes después del primer lunes de noviembre, cada cuatro años". Ésa es la fecha de las elecciones al Colegio Electoral de Estados Unidos establecida por la ley federal estadounidense. En esa fecha se elige al colegio de 538 electores que posteriormente eligen al Presidente de Estados Unidos. Y el actual presidente no parecía tener nada claro que pueda volver a ganar las elecciones a este Colegio Electoral, y seguramente por esa razón, pidió retrasar las elecciones. Sin embargo, a veces las apariencias engañan.
Más allá de que Trump no pueda, legalmente, retrasar las elecciones, está bastante claro que Trump va por detrás en la inmensa mayoría de las encuestas nacionales. Sin embargo, también iba varios puntos por detrás en las encuestas de 2016 y fue elegido presidente. Evidentemente, han cambiado muchas cosas entre 2016 y 2020. En primer lugar, que Trump ya lleva casi cuatro años en el Despacho Oval. Eso quiere decir que las peores hipótesis sobre su presidencia no han resultado, afortunadamente, ciertas. Por otra parte, la experiencia indica que, en la mayor parte de los casos, los norteamericanos reeligen al Presidente. Precisamente por eso, tras la experiencia de las tres reelecciones de Franklin Delano Roosevelt, se limitó la reelección a una sola.
El principal factor que suele influir en la reelección, o no, de un presidente es la marcha de la economía. Por eso, a principios de año parecía que Trump tenía bastantes opciones de ser reelegido. Es cierto que Trump nunca ha sido muy popular, pero también es que ha mantenido con una fidelidad espectacular su base electoral. El otro factor que juega a su favor es la distribución de voto. Trump no ganó en voto popular las elecciones, pero sí las ganó en el Colegio Electoral, que finalmente elige al Presidente. Cada Estado, en función de su población, elige delegados a un Colegio Electoral de 538 compromisarios ligados por mandato imperativo. Este colegio elige al Presidente para lo que se necesitan 270 votos, la mayoría absoluta. Y en 48 de los 50 Estados, y en el Distrito de Columbia (Washington), el ganador, aunque sea por un solo voto, se lleva todos los compromisarios.
No se puede entender casi nada de lo que ha pasado en este 2020 sin el coronavirus, y la campaña de las presidenciales norteamericanas no es una excepción. La gestión de la pandemia le ha pasado factura a la candidatura de Trump. Pero, por encima de todo, la recesión y el paro, derivadas de la pandemia, lastran cualquier intento de reelección de un Presidente. Sin embargo, en agosto de hace cuatro años, Trump también iba muy por detrás en las encuestas, y como él mismo señaló: ganó en los Estados en los que hubo campaña, es decir en los votos decisivos del Colegio Electoral.
Un primer elemento que juega a favor de Trump es la polarización, que se tradujo en que el electorado rural votó masivamente a su favor. Ahora, la sociedad norteamericana está aún más polarizada que hace cuatro años. El segundo elemento que juega a favor del que va por detrás en las encuestas es la volatilidad, y no ha habido año más volátil que este 2020. Pero, yendo 8 puntos por detrás en las encuestas, el elemento decisivo para poder ganar es la distribución de votos en el Colegio Electoral: Unos miles de votos en Florida pueden valer, en la práctica, mucho más que millones de votos en California, donde ya está todo el pescado vendido.
Aunque no lo parezca desde fuera, muy probablemente todo se vuelva jugar en un puñado de Estados "veleta". Trump ganó en seis Estados en los que los demócratas de Obama habían ganado cuatro años antes: Iowa, Wisconsin, Pensilvania, Michigan, Ohio y Florida. Según las encuestas, ahora sólo ganaría en Iowa por los pelos, y estaría en un virtual empate técnico en Ohio. Como Trump está por detrás en todos los estados en los que perdió en 2016, todo parece que se va a jugar, como en las anteriores elecciones, en los estados de los Grandes Lagos: Wisconsin, Pensilvania, Michigan y Ohio, además de en Florida, por supuesto.
En estos estados, Biden va en cabeza, pero por un margen menor que los ocho puntos por los que ganaría a Trump a nivel nacional. Esto quiere decir que Trump sigue teniendo opciones, aunque leyendo algunos medios no lo parezca. ¿De qué va a depender? Pues probablemente más que de la campaña, de cómo se desarrolle la pandemia y de la eventual recuperación de la economía norteamericana en los próximos tres meses.
Evidentemente el resultado de las elecciones norteamericanas nos afectará a todos, aunque no seamos norteamericanos. Si les sirve de consuelo, solo un puñado de norteamericanos en unos pocos Estados acaban decidiendo los votos de los 538 que en la práctica eligen al Presidente. Pero, además estas elecciones serán un termómetro de cómo afecta la pandemia a las opciones electorales de los gobiernos. Sin duda, nos esperan unos meses interesantes, aunque no sea tan cierto el proverbio chino de que es una maldición vivir en tiempos interesantes.
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