
"No veo aquí a ninguno de mis grandes…, a los que me pedían cargos y honores". Estas palabras cuentan que dijo Alfonso XIII cuando en la noche del 14 de abril de 1931 abandonaba el Palacio Real camino del exilio y sólo los empleados de la Casa Real habían acudido a despedirle. Un episodio que recordaba el pasado lunes Lucía Méndez y que refleja la sensación que debe hoy invadir a su nieto, el Rey Juan Carlos, al comprobar el silencio de tantos políticos, empresarios, partidos e instituciones que tantas veces le adularon, le consintieron, le encubrieron y se beneficiaron y lucraron de sus gestiones y de su prestigio.
Un respeto internacional, admiración y confianza que el Monarca puso al servicio de España y sus empresas para conseguir grandes contratos en los países más diversos, como el del AVE a La Meca, que pusieron a la industria y la tecnología españolas en la primera línea de la economía mundial y que sirvieron para crear miles de puestos de trabajo dentro y fuera de nuestras fronteras.
Empresas y organizaciones cuyos máximos responsables han dado la callada por respuesta ante la decisión, por las presiones recibidas, de D. Juan Carlos de salir de La Zarzuela y abandonar temporalmente España, demostrando con sus silencios una deslealtad y una ingratitud tan inesperada como inmerecida.
En estos días en los que detrás del linchamiento al Rey Emérito se esconde un ataque directo a la Constitución, a las instituciones democráticas y al régimen de libertades del 78, se echa de menos un posicionamiento firme y decidida de organizaciones como la CEOE o las Cámaras de Comercio, que tantas veces se disputaron la organización de los viajes del Monarca y se apuntaban los tantos de los resultados conseguidos. O de sociedades como ACS, OHL, Indra, Talgo, Adif, Ineco y tantas otras, pero especialmente estas que son las que forman parte del consorcio del AVE a La Meca, y que saben la verdad sobre esas presuntas comisiones.
Por cierto, que como señala un destacado dirigente empresarial, con amplia experiencia en el mundo de la exportación y de las inversiones exteriores, "nadie paga una comisión tres años antes de que se adjudique un contrato", mientras que quienes estuvieron en las negociaciones apuntan que en el caso del AVE quien medió fue Shapari Zanganeh, la esposa del empresario y traficante de armas saudí, Adnan Kashoggi.
esposa del empresario y traficante de armas saudí, Adnan Kashoggi.
Silencio de los expresidentes
Y qué decir de los políticos. De los expresidentes del Gobierno vivos sólo Felipe González ha tenido el valor y la gallardía de salir en defensa de D. Juan Carlos. Lo demás callados como dicen de Judas. Igual que los partidos constitucionalistas y sus líderes. ¿Dónde están Pablo Casado o Inés Arrimadas? ¿Dónde comunicados oficiales de PP, Ciudadanos o de Vox en defensa de la Monarquía y recordando el legado del Emérito? Cierto es que se han pronunciado individualmente portavoces, pero se hecha mucho en falta a las organizaciones y a sus primeros responsables.
Vaya por delante que, como he dicho en otras ocasiones, si el Rey Emérito ha cometido algún tipo de actividad ilícita o de infracción, debe asumir sus responsabilidades personales y legales en cumplimiento de ese principio de igualdad ante la Ley que consagra la Constitución que él mismo impulsó y juró respetar y defender. Pero hasta hoy D. Juan Carlos I no ha sido imputado, y ni siquiera investigado por ninguna instancia judicial española o extranjera.
Pero lo que esta en juego hoy no es el dilema entre Monarquía o República, sino entre democracia y Estado de Derecho frente a dictadura bolivariana y totalitarismo y estos silencios tan cobardes como clamorosos no aíslan sólo a Don Juan Carlos, sino al Rey Felipe VI, a la Constitución y a la Corona.