Me da pena comprobar cómo los sucesivos gobiernos incumplen sistemáticamente sus promesas electorales. Sánchez juró en campaña electoral que cuidaría el medio rural y lucharía contra la despoblación. Sin embargo, nada más ganar subió el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta 950 euros, una cantidad imposible de afrontar por buena parte las empresas que subsisten en la España vaciada.
También prometió defender la industria y acaba de filtrar el borrador de un decreto para las sociedades que usan la electricidad de manera intensiva, que pone en serios aprietos su futuro.
Alu Ibérica, heredera de las fábricas de Alcoa en Asturias y Galicia, dejó en el aire esta semana el empleo de sus 600 trabajadores si no se mejora la propuesta. La cántabra Sniace, con 450 empleados, entró en liquidación por el recorte de la cogeneración, y la siderúrgica Vesuvius puso en jaque otros 600 empleos entre Cantabria y Asturias. En total, 1.650 empleos industriales pueden desaparecer en regiones en declive industrial.
La ministra Reyes Maroto abogó esta semana en el Congreso por un pacto por la industria y agradeció a la vicepresidenta Teresa Ribera, que haya cedido 179 millones para el sector. Pero es obvio que las diferencias entre Maroto y Ribera subsisten. La postura mantenida desde Transición Ecológica la condena a algunas sociedades industriales a la extinción sin ofrecer una alternativa de empleo a sus plantillas.
Iglesias cierra filas con Redondo frente a Calvo, Calviño y Ábalos. Pero hay más diferencias
También pintan bastos entre la relación del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias con el ministro de Agricultura, Luis Planas, ó la vicepresidenta Nadia Calviño. Planas estaba indignado cuando conoció que Iglesias había excluida a las patronales Asaja, Upa y Coag de la ronda de negociaciones para bajar las peonadas del PER
El líder podemita dio marcha atrás ante sus errores e intentó arreglar sus diferencias con el presidente de Asaja, Pedro Barato, al que llegó a felicitar por las movilizaciones de estos días, que colapsan numerosas carreteras. "Lo estáis haciendo muy bien", le espetó entre otras lindezas, con un cinismo sorprendente.
Un muestra más de la flexibilidad del líder podemita, capaz de pasar de insultar al Rey a aplaudirlo en el Congreso ó de menospreciar a los empresarios a coquetear con el líder de la patronal, Antonio Garamendi.
Tampoco con Calviño la relación es para tirar cohetes. Iglesias anunció, poco después de que presentara los presupuestos, un plan para implementar una renta mínima de entro 600 y 900 euros mensuales, según el tamaño de la familia. La iniciativa pretende beneficiar a diez millones de personas y tiene un coste alrededor de 1.200 millones anuales. Afortunadamente, la vicepresidenta tercera ni siquiera la incluyó en el proyecto presupuestario, que esta semana comenzará su andadura en el Congreso.
Los conatos de desavenencias entre los dos principales partidos del Gobierno empiezan a ser cada día más evidentes. Esta semana se tuvo que reunir por primera vez la comisión de coordinación de Moncloa para resolver las diferencias entre la ministra de Igualdad, Irene Montero, y el de Justicia, Juan Carlos Campo, a cuenta de la Ley sobre libertad sexual que la podemita quiere poner en marcha de manera exprés
El conflicto se resolvió, al final, en un encuentro entre Iglesias y Carmen Calvo, encargada de controlar la agenda del Consejo de Ministros.
Donde las diferencias son menos salvables es en asuntos de inmigración. Después de la sentencia europea que bendice las devoluciones en caliente, el titular de Interior, Fernando Grande Marlaska, ha puesto en marcha una serie de iniciativas que incomodan en Podemos como endurecer las condiciones de asilo refugio, así como incrementar la altura de la valla que separa Ceuta y Melilla de Marruecos al más puro estilo Trump.
Iglesias está tomando la medida de su socio político con una estrategia consistente en acercarse tanto a Iván Redondo como a Pedro Sánchez para sacar adelante sus propuestas. Para ello, aprovecha la fosa cada vez mayor abierta entre los hombres con mayor peso político de los socialistas: Carmen Calvo (a la que sustituirá en la mesa de negociación con Cataluña) y José Luis Ábalos, frente a los altos cargos monclovitas.
Las mismas disputas que minaron la sólida amistad entre Aznar y Rato por culpa del distanciamiento entre los miembros del Gabinete del entonces vicepresidente y los de Moncloa, encabezado entonces por Carlos Aragonés.
Comienzan a emerger dos bloques entre los ministros más moderados en materia económica como Calviño, Ábalos, Maroto, José Luis Escrivá ó la propia Carmen Calvo y los que cierran filas con el bando de Iglesias.
Entre estos últimos figura la ministra portavoz y titular de Hacienda, María Jesús Montero, que durante su intervención en el Congreso abrió la caja de los truenos al anunciar una armonizaciones de los impuestos de sucesiones, donaciones y Patrimonio dirigida a mermar la competencia fiscal entre las autonomías.
Una iniciativa que desincentiva los premios a la buena gestión y es contrario al espíritu de la Unión Europea.
El martes, el Consejo de Ministros había dado luz verde a las tasas sobre las tecnológicas, así como a las transacciones financieras. Así que la gran subida de impuestos para financiar el incremento del gasto está en marcho bajo el marchamo de que la fiscalidad, la economía y hasta el medio ambiente serán más justos, pero también mucho más caros. Y eso no nos lo cuentan.
PD.-La gran batalla que se libra en la economía es la del 5G. Washington presiona para frenar a Huawei en Europa bajo la amenaza de las penas del infierno. Un rápido vistazo al mapa de cómo se despliega la Inteligencia Internacional (IA) muestra que Estados Unidos acapara más del 30% de la investigación, frente al 20% de China, mientras que toda la Unión Europa equivale a un insignificante 4%. Corremos el riesgo de perder la carrera tecnológica.