
El incremento del Salario Mínimo Interprofesional provoca la huida de los agricultores hacia cultivos mecanizados e intensifica el problema para encontrar mano de obra para tareas agrícolas.
La última subida del Salario Mínimo Interprofesional, la tercera consecutiva desde 2018, ha provocado el hundimiento del empleo agrario. Asaja cifra en 33.000 los activos que salieron el pasado año del mercado laboral y los datos de enero reflejan que la sangría continua en este ejercicio.
Junto a esto, la subida del SMI está produciendo el trasvase hacia cultivos con mucha necesidad de mano de obra a otros más mecanizados, lo que a medio plazo provocará el éxodo de trabajadores ante la falta de expectativas de empleo e intensificará a su vez la descapitalización laboral del campo, ya con dificultades para encontrar mano de obra.
Ángel García Blanco, presidente de Asaja Extremadura, señala que el pasado año, a consecuencia de la subida del SMI un 22,5%, se arrancaron en esa comunidad 2.700 hectáreas de ciruelos para plantar cultivos que requieren menos mano de obra, como el olivar superintensivo. El dirigente agrario, el primero que denunció las graves consecuencias que la subida del Salario Mínimo tendría en el empleo, después corroboradas por el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, explica que los bajos precios unido al incremento de los costes laborales no los hace rentables. "Un kilo de ciruela lo paga el consumidor a 1,70 pero en origen lo pagan a 0,24. Sólo de costes tiene 18 céntimos y se pierde dinero".
La magnitud del descalabro laboral queda clara cuando se hacen cálculos. "Una hectárea de ciruelas genera 150 peonadas al año. Se han arrancado 2.700 hectáreas en 2019, lo que supone 405.000 peonadas menos este año. Si pones una media de 150 peonados por trabajador -son fijos discontinuos-, estamos hablando de 3.000 jornaleros sin trabajo".
En Extremadura se han arrancado 2.700 hectáreas de frutales por los altos costes laborales
García Blanco cree que el problema se agravará. "Este año, de las 16.000 hectáreas que quedan, se van a arrancar la mitad", vaticina, y se intensificará el trasvase a cultivos en los que pueden realizar las labores agrícolas de forma mecánica. Una situación que agudizará uno de los graves problemas que sufre el mundo rural, la despoblación, ante la falta de expectativas laborales: "Tenemos una población que es anciana. Los jóvenes no se quedan aquí", asegura.
Peonadas
El éxodo de jóvenes agravará la descapitalización laboral en el campo que ya generan los subsidios. "Aquí lo que existe es la Prestación Social Agraria indefinida. A toda persona que haya estado en el Régimen Especial Agrario le dan una paga de 420 euros sin necesidad de justificar ninguna peonada. Si a ese hombre le contratas, cada día que trabaja le rebajan 20 euros de los 45 que cobran por una peonada. Por ese dinero no trabajan".
El problema para encontrar mano de obra viene también de la costumbre de los ayuntamientos de contratar las famosas peonadas del PER "justo cuando se producen las campañas de olivar o viñedo", lo que dificulta las contrataciones.
El empresario agrícola Juan Francisco Farrona es uno de los que ya está haciendo ese trasvase de cultivos. "Estoy apostando mucho por el olivar superintensivo, que requiere mucha menos mano de obra, aunque en esta campaña los bajos precios han neutralizado el aumento de producción en este tipo de cultivos. En el olivar tradicional los precios están por debajo de los costes de producción y hay mucha aceituna que ni siquiera he recogido y está en el suelo".
Afirma que "la subida del SMI ha sido brutal. Estamos hablando de jornadas de seis horas que han pasado a pagarse de 40 a 49 euros al día en apenas un año, más 14 euros de cotizaciones a la Seguridad Social, además de los gastos de gestoría", explica Farrona.
Además de los frutales, el viñedo es otro de los cultivos que está sufriendo los altos costes laborales. "Antes, la poda la hacía con 75-80 personas, ahora la hago con 40" asegura Farrona, quien explica también los problemas para encontrar mano de obra. "Las ayudas de los ayuntamientos a los mayores de 52 años retiran del mercado laboral a las personas que están más cualificadas", asegura, sobre todo para contrataciones fijas como tractoristas.
Farrona es uno de los agricultores extremeños que se manifestó en Don Benito contra la subida del SMI y a los que el secretario general de UGT, José María Álvarez, llamó de forma despectiva "terratenientes". "No sé el concepto que tiene ese señor de terrateniente. Tengo 52 años y soy una persona que se ha hecho a sí mismo, que empezó de la nada, pero de la nada nada y he ido poco a poco. De hecho, empecé como jornalero", asegura.

Este agricultor no oculta su sentimiento de malestar y frustración. "Estamos hartos, el sector ya no aguanta y no va a parar porque la gente está viendo que no puede hacer frente a los compromisos de pago que tenemos".
Situación catastrófica en la miel
De la crisis en el campo no se libra ninguna actividad. Paulino Marcos forma parte de la tercera generación de una familia de apicultores. "La situación es catastrófica. Jamás lo hemos pasado así", asegura.
El problema más grave que tiene este colectivo es la verroa, un ácaro que destruye las colmenas. "Llevamos luchando con ella desde 1980 y, más o menos, nos hemos defendido, pero este año los acaricidas que tenemos no funcionan". El resultado es que el 45% de las abejas de la provincia de Cáceres ha muerto y en Badajoz, el 60%. Esto supondrá que este año la producción será mínima porque tendrán que dedicarse a criar abejas para repoblar.
"La gente está desesperada"
El otro gran problema es la competencia desleal de los productos importados, una situación que viene de largo. "No nos importa que la traigan de China o de donde sea, sólo pedimos que pongan en la etiqueta de dónde procede porque nos están vendiendo miel de fuera como española. Y pedimos que se controle para que no se vendan siropes o sucedáneos como si fuera miel. Estamos perdiendo mucho dinero", asegura "porque nos están liquidando el kilo a 1,90 euros cuando el coste de producción es de 2,60 o 2,70 euros". Paulino cuenta una reciente experiencia con la que ejemplifica la agonía por la que pasa su colectivo. "Está la gente desesperada. El otro día me encontré con un apicultor de toda la vida a punto de jubilarse. Tiene dos hijas estudiando en Salamanca y no sabe si el próximo año va a poder pagarles la matrícula. Toda la vida trabajando, y ahora no es capaz de darle estudios a los hijos", se lamenta.