Opinión

El castillo de naipes presupuestario

El castillo de naipes presupuestario, pendientes del soplo de Junqueras y de Xi Jinping

Cuando en la primavera de 2003, el último síndrome antirrespiratorio, el SARS, invadió China, la mayoría era muy pesimista sobre el impacto en la economía. Sin embargo, la epidemia logró ser contenida muy pronto y el PIB batió récord de crecimiento con tasas del 10 por ciento al año siguiente.

¿Ocurrirá en esta ocasión lo mismo? La relativa calma de los mercados muestran que será así. El número de muertos es superior a la vez anterior y algunos expertos advierten de que se han roto las cadenas de suministro de muchos productos de consumo, lo que encarecerá su precio.

El Gobierno de Pekín tendrá que suministrar liquidez a pequeños y medianos negocios y el banco central chino reducirá más los tipos de interés para que todo siga funcionando con normalidad.

Hasta ahora, cualquier tasa de crecimiento por debajo del 6 por ciento era motivo de pánico. Y en esta ocasión será por lo menos un punto inferior a ese porcentaje. ¿Por qué no se produce, entonces, un terremoto en los mercados financieros?

Porque los chinos consideran que el bache es la consecuencia de un shock externo y no de la debilidad económica y, por tanto, se superará con facilidad, como ya ocurrió hace 16 años. Además, el impacto en las economías europea ó estadounidense rondará sólo una décima. Es decir, que será prácticamente insignificante.

¿Por qué, entonces, en España el crecimiento caerá de golpe y porrazo más de tres décimas, hasta el 1,6 por ciento? Nuestro país está inmerso en una dulce desaceleración, que se acentuó tras el anuncio del gobierno de coalición entre Sánchez e Iglesias por la desconfianza que genera la llegada al poder, sobre todo, de este último.

La vicepresidenta tercera de Economía, Nadia Calviño, sigue destacando que encabezamos el crecimiento de Europa, y es cierto, pero es que el Viejo Continente está estancado. El revés chino puede propiciar otro golpe a las exportaciones alemanas, como se vio a finales de año, que reverbere en el resto del continente.

El alza del gasto público duplica al PIB. Todos los casos que conozco así suelen acabar mal

Lo preocupante no es sólo el crecimiento si no el techo de gasto, que aumenta a ritmos del 3,8 por ciento en 2020, es decir, el doble que la tasa de PIB, si se aprueban los Presupuestos.

Calviño lo justificó esta semana en declaraciones a Cope por la necesidad de propi ciar "un crecimiento inclusivo", que incluya la justicia social. Todos los experimentos que conozco consistentes en mantener la actividad a base de gasto público suelen terminar mal. El peor de ellos fue, probablemente, el Plan E de Zapatero, que disparó el déficit y la deuda hasta cuotas insospechadas.

La ministra Calviño hace hincapié en la ortodoxia de su gestión y en el respeto de los compromisos con Europa para transmitir tranquilidad. Sin embargo, a mi no me deja nada tranquilo que se revise alza el déficit público por segundo año consecutivo, hasta el 1,8 por ciento, lo que más que triplica el 0,5 prometido por el Gobierno el año pasado.

Buena parte de culpa de la desviación del déficit la tienen las pensiones, que van a pasar a representar el 90 por coste de todo el desajuste en 2023, por el empeño de Sánchez e Iglesias de eliminar aspectos como el factor de sostenibilidad. Y eso contando con que la inflación no se incremente y las convierta en insostenibles.

Pero aún hay más, las cuentas no cuadran. Si 2019 termina con un déficit del 2,5 por ciento, alcanzar la nueva meta prometida por Calviño obliga a un ajuste de 8.000 millones.

Empleo se empeña en derogar la reforma laboral, pese a que el paro seguirá muy alto

Con un crecimiento raquítico, no me creo que se vaya a producir una mayor recaudación fiscal. Así que me temo que nos van a meter la mano en el bolsillo.

El Presupuesto incluye alzas de impuestos a rentas altas, sociedades, transacciones financieras, tasa Google, etc, que neutralizan el impacto positivo sobre el crecimiento que pueda tener el gasto.

El reflejo de esta incertidumbre está también recogido en el cuadro macroeconómico, que dibuja un encefalograma plano de la tasa de paro. Es sorprendente que un Gobierno de izquierdas como éste no centre todos sus esfuerzos en atajar el desempleo, que en el mejor de los casos pasaría del 14,1 al 13,6 por ciento, el doble de la media europea.

Al contrario, la machacona obsesión de la ministra de Empleo, Yolanda Díaz, por derogar la reforma laboral, pese al apoyo incontestable de organismos internacionales como el Fondo Monetario, no hace más que sembrar inquietud entre los que crean empleo, los empresarios.

Calviño se muestra confiada en la creación de puestos de trabajo (alrededor de 900.000 en los dos últimos años) y asegura que la tasa de paro no baja más por el incremento de la población activa, es decir, porque se incorporan más personas a buscar trabajo. Sea como fuere, este año veremos subir el desempleo de nuevo, pese a que ya está en niveles muy elevados.

Con este panorama, es importante que la crisis del coronavirus no tenga un efecto prolongado sobre China, que arrastre al resto del mundo. Solo un marco global estable desde el punto de vista macroeconómico puede salvarnos. En cuanto la economía global se enfríe, los desajustes en España se agravarán.

La secuela mas visible del coronavirus en nuestro país fue la suspensión del Mobile World Congress (MWC) en Barcelona. Las autoridades pelean por defender que el culpable no es una crisis sanitaria, porque si la opinión mundial lo percibe así, podría golpear la llegada de turistas este verano. Un golpe que haría descarrilar las optimistas previsiones oficiales,

Pero no se asusten todavía, todo es susceptible de empeorar. ¿Qué pasaría si no hay Presupuesto? Es decir, si el señor Oriol Junqueras no da su brazo a torcer. Un año más, sería imposible cumplir con los compromisos de Bruselas y nos debilitaría aún más.

Por eso el Gobierno acaba de permitir que Pablo Iglesias se incorpore a la mesa de diálogo. Sánchez sacrifica a la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, que metió la pata al suspender la mesa de diálogo hasta que no se celebraran elecciones en Cataluña. Sánchez se vio forzado a rectificar de inmediato. Iglesias es el más proclive al diálogo y también al referéndum de autodeterminación. ¡Un peligro público!

De todas maneras, el calendario es endiablado, porque en cuanto se convoquen elecciones catalanas, ERC tiene que suspender la negociación presupuestaria. Eso explica las prisas de la portavoz del a Gobierno, María Jesús Montero, por alcanzar un acuerdo antes del verano, dado que los comicios se celebrarán como muy tarde en otoño. En resumen, todo está en el aire, pendiente de lo que decida Junqueras y de que el estornudo chino, por culpa del coronavirus, no derribe el castillo de naipes presupuestario.

Por lo demás, Sánchez trata de contener la rebelión del mundo rural rebajando los requisitos del PER andaluz y extremeño, sus dos antiguos feudos. La titular de Empleo, como desvela hoy elEconomista, en un acto de sectarismo sin par desconvocó a la patronal agraria para dejarla fuera de la foto del PER . En su lugar convocó al vicepresidente Pablo Iglesias. Pero el campo aún no ha dicho su última palabra. Prepara una gran manifestación que bloqueará las vías de comunicación de todo el país, para protestar contra su discriminación. ¡Que se prepara Sánchez con un sector que no tiene nada que perder! La reacción va a ser similar a la de los chalecos amarillos con Macron.

PD.-La primera remodelación del consejo de administración del BBVA por parte de Carlos Torres, su flamante presidente, se llevó por delante a José Manuel González Paramo, uno de los dos rivales que compitió por su puesto. El otro fue Jaime Caruana, ex gobernador del Banco de España. Es obvio que Torres no quiere correr riesgos excesivos. Y menos con el sumario del caso Tándem ó Villarejo aún por concluir. Fue sorprendente el tratamiento dado por la llamada prensa libre a este asunto, que apenas atrajo la atención de portada.

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