
"No gana el que más baila, sino el que aguanta más tiempo en la pista". Esta frase, que podría haber salido de la mítica película Danzad, danzad, malditos (They Shoot Horses, Don't They?, 1969), bien podría aplicarse al comportamiento actual de las bolsas a ambos lados del Atlántico. En esa película brutal y desesperanzada, los participantes de un maratón de baile compiten no por placer, sino por supervivencia. Y en cierto modo, eso es lo que está ocurriendo con los mercados: siguen bailando, hasta que acaben extenuados y necesiten un merecido descanso, todo ello sin haber llegado todavía al Techo de DeepSeek, como bauticé a esa resistencia que marcó el principio de la última corrección que llevó al S&P 500 a alejarse de ese techo un 21% en la sesión de pánico del 7 de abril.
Vale la pena recordar que, por convención generalizada en Wall Street, una caída superior al 20% desde máximos se considera un cambio de tendencia de alcista a bajista. Por tanto, el desplome del 7 de abril no fue baladí, sino un susto con todas las de la ley, ya que llevó al S&P 500 ligeramente por debajo de los 4.900 puntos, que era el límite permitido de caída para no tener que pensar que estábamos ante un cambio de la tendencia alcista de los últimos años. Porque no es lo mismo asumir que estamos corrigiendo la tendencia iniciada en los mínimos de 2022, que aceptar que podría haberse roto la gran tendencia que comenzó tras la crisis de 2008/2009. Ese umbral del 20% que los manuales señalan como frontera clara entre un mercado en fase de ajuste y uno ya inmerso en una tendencia bajista fue tanteado… pero no cruzado.
Justo desde ese punto crítico, el mercado reaccionó con fuerza y, como les he repetido en muchas ocasiones, el hecho de que el rebote lograra sobrepasar el nivel de recuperación del 61,80% de Fibonacci de toda la caída previa fue una señal clara de que los mínimos del 7 de abril habían sido un suelo fiable, alejándose la amenaza de que en una próxima caída, que la habrá (y que aprovecharemos para comprar de nuevo bolsa), se pierdan esos mínimos. Ese potente rebote aún hoy sigue desarrollándose, y está llevando a los índices a recuperar toda la caída. Un movimiento de gran intensidad que deja claro que todavía hay vida y músculo en este ciclo alcista que nació en 2022, con los mercados bailando al ritmo de una música que aún no se ha detenido.
El mercado está en ese punto: expectante, al borde de una definición
Desde entonces, ni el EuroStoxx 50 ni los grandes índices norteamericanos han logrado alcanzar aún los altos del año, que fueron el origen de esa última y potente corrección bajista. Queda apenas un 4% para que tanto Wall Street como la bolsa europea puedan tantear ese techo. Y es precisamente ese compás de espera el que me resulta inquietante. ¿Será este baile una antesala de una nueva fiesta alcista en la que todas las bolsas logren, tras corregir el fuerte rebote, marcar nuevos altos de todos los tiempos... o será, como en el documental The Last Dance (que retrata el final de la dinastía de los Bulls de Jordan), el último gran baile antes de un cambio de ciclo más profundo y extenuante? La verdad es que no tengo la respuesta, pero no duden que en próximas semanas y meses iremos desmenuzando la margarita.

No se equivoquen: otra corrección vendrá. Siempre la hay. Pero me sorprendería que tome cuerpo antes de que el EuroStoxx 50 intente, al menos, marcar nuevos altos del año. Europa es, hoy por hoy, la bolsa más fuerte. Y en Wall Street la situación es análoga: todavía queda recorrido hasta llegar a sus respectivos techos anuales. Como diría el sabio: "Cuando el viento no sopla, incluso las hojas se detienen". El mercado está en ese punto: expectante, al borde de una definición. Y mientras tanto, muchos ya buscan cuál podrá ser la próxima "excusa" para vender: nuevos aranceles, datos de inflación, tensiones geopolíticas… o incluso alguna declaración desafortunada que vuelva a sacar de quicio a los algoritmos.
Pero insisto: antes de cualquier susto, los altos del año tienen muchas papeletas de ser puestos a prueba. Y ahí, como siempre, se obtendrá información valiosa. Porque si esa resistencia se supera de forma generalizada, entraríamos en un nuevo escenario de fortaleza que reforzaría mi idea de aprovechar una próxima caída para comprar; pero si desde esos niveles se gira a la baja, entonces sí habrá que prepararse para otra extenuante ronda de baile. En ese caso, nos guste o no, habría que decir algo así como que la sangre no llegará al río mientras no se pierdan los mínimos del 7 de abril, que será el stop que se deberá asumir si se compra bolsa.
En este contexto, sigo sin ser partidario de comprar a cualquier precio. Mejor esperar. Como en Danzad, malditos, danzad, esto no va de moverse sin parar, sino de saber cuándo frenar y cuándo volver a entrar en la pista. No olviden que en bolsa, como en la vida, "el éxito no es de quien más corre, sino de quien llega en el momento justo". La estrategia sigue intacta: si los techos de año son superados con claridad, esperaré la corrección proporcional del nuevo tramo para aumentar exposición. Y si el mercado se gira desde esas resistencias, guardaré liquidez con la vista puesta en oportunidades futuras, siendo más exigente a la hora de comprar o esperando a correcciones más relevantes que en el caso de que de forma general se batieran los altos del año y el Techo de DeepSeek. Hasta entonces, acompasemos el ritmo. El DJ del mercado aún no ha cambiado la pista... pero sabemos que pronto lo hará.