
Dos citas concentrarán los ojos del mercado la próxima semana: la decisión de tipos de interés del Banco Central Europeo -junto a la revisión de perspectivas económicas- y el dato de paro en Estados Unidos. Pareja de referencias que marcarán el compás de unos inversores condicionados por la desaceleración inflacionaria en Europa y la resiliencia del mercado laboral norteamericano, aunque con incipientes señales de moderación.
Con la economía global enfrentándose a presiones asimétricas, los expertos descuentan con un 95% de probabilidad un recorte de 25 puntos básicos en el tipo de depósito del BCE, que pasaría del 2,25% al 2,2%, dando continuidad a los ocho meses consecutivos de relajación monetaria.
La justificación para este movimiento radica en la convergencia de la inflación hacia el objetivo del 2% y el debilitamiento de las expectativas inflacionarias a medio plazo, actualmente ancladas en el 1,9% para 2026, según las proyecciones del supervisor.
"Las perspectivas siguen siendo muy inciertas y dependen en gran medida del calendario y la magnitud de los aranceles previstos en las previsiones actualizadas. Así pues, estaremos especialmente atentos a los escenarios alternativos que pueda presentar el BCE", reconocen los analistas de Axa IM.

También adquirirán relevancia adicional, por su coincidencia con el PIB y la balanza comercial, los datos de desempleo en Estados Unidos. Las expectativas apuntan a una ligera disminución del paro hasta el 4,1%, respaldadas por la creación de 160.000 puestos de trabajo.
Entretanto, se darán a conocer los pormenores del PMI compuesto de EEUU y varias de las grandes economías europeas como Alemania o Francia.
Tensión en el crudo
Batería de referencias que se sumarán a la decisión prevista de la OPEP+ sobre producción de crudo de este próximo 1 de junio: los analistas hablan de un posible incremento del bombeo, en un paso más de cártel por cerrar la puerta a las limitaciones de los últimos meses.
Esta decisión, aunque prevista, podría generar volatilidad en los precios del crudo ante las tensiones en el Mar de China Meridional y las sanciones occidentales a Rusia que persisten más de tres años después del inicio de la guerra.