La recesión a la que se acerca la economía será distinta a la de 2008. Esta vez, los bancos centrales no van a poder salir al rescate con estímulos o medidas de apoyo porque la inflación no se lo va a permitir. El famoso "cueste lo que cueste" ('whatever it takes') de Mario Draghi es cosa del pasado para la mayor gestora del mundo, BlackRock. Por eso, el mercado está equivocado al descontar que habrá recortes en los tipos este año y en anticipar que los responsables de la política monetaria van a empezar a deshacer ese camino debido a las turbulencias bancarias.
La Reserva Federal (Fed) ha llegado ya al punto de contrapartida: aplastar la economía o dejar que la inflación siga campando a sus anchas. BlackRock sostiene que ese dilema se ha evidenciado en las últimas semanas, al emerger las primeras secuelas en forma de colapsos bancarios y que ahora es "imposible de ignorar" que hay que decidir entre una cosa u otra, explica en su comentario semanal. Por eso, la gestora advierte que Jerome Powell y su equipo no se decantarán por intentar evitar una recesión, sino que priorizarán la lucha contra la inflación.
En todo caso, la firma de inversión sostiene que esa necesidad de elección de la Fed ha ido quedando patente en su revisión de las perspectivas macroeconómicas y en la actualización de las mismas a lo largo del ciclo restrictivo. "La progresión en las proyecciones de la Fed muestra que el organismo ha sido demasiado optimista en repetidas ocasiones en cuanto al crecimiento y la inflación", detallan los analistas encabezados por Wei Li. La visión actual del organismo implica una recesión y que los precios no volverán al objetivo del 2% hasta 2025.
La dificultad para volver al nivel de estabilidad de precios va a hacer que los bancos centrales tengan que entrar en una nueva fase, la de combatir la inflación renqueante. Por eso, en esta ocasión no se saldrá al rescate de la recesión, sino que la respuesta de la política monetaria será distinta a la de las crisis precedentes, según el mismo análisis. "Vemos una nueva, una fase más sutil para controlar la inflación: menos lucha pero un mantenimiento de los tipos", detallan.
Desde que se iniciaron las tensiones bancarias, el mercado ha reevaluado el techo de los tipos de interés. Actualmente, las expectativas del mercado de swaps reflejan un alza más de 25 puntos básicos, hasta el rango del 5-5,25%, con un 50,3% de las posiciones para mayo, según la herramienta CME FedWatch Tool. Ese ajuste está en línea con el dot plot de la Fed. Sin embargo, la mayoría del mercado descuenta un primer recorte en el precio del dinero ya en junio, con un 57,1% de probabilidad. Dentro de esa apuesta, la gran parte ve una bajada de 25 puntos básicos y, en menor medida, se contemplan los 50 puntos básicos de descenso.
"Vemos a los principales bancos centrales pasar página del enfoque 'whatever it takes', pausando las alzas y entrando en una fase menos dura contra la inflación pero, aún así, una fase en la que no pueden bajar los tipos", señala el análisis. "El daño que implica [los ajustes] para la economía ahora está en el frente y en el centro y ahora están obligados a confrontarlo", añaden. Las recientes quiebras y lo que supone la restricción del crédito son solo parte de las consecuencias que tenían que llegar con el ciclo restrictivo.

De hecho, BalckRock explica que no solo es que no se vaya a dar marcha atrás este año, sino que los bancos centrales están generando esa recesión para combatir la inflación. Consideran que es una tarea que llevará tiempo, ya que la presión en los precios tardará en remitir si las perspectivas de desaceleración económica son tan moderadas como pronostica Powell.
Las dudas actuales sobre la hoja de ruta de los bancos centrales se están viendo reflejadas en el mercado, especialmente en el bono estadounidense a dos años, más sensible a los giros en la política monetaria. La rentabilidad de la referencia ha superado el 4% y el viernes oscilaba en torno al 3,5% (casi medio punto de diferencia).
En análisis de BlackRock lleva a la gestora a posicionarse en bonos indexados a la inflación, en deuda soberana a muy corto plazo -para recoger ingresos- y buscar apoyo adicional en los fondos monetarios. En sentido opuesto, infraponderan los bonos a largo plazo, ya que los inversores buscarán más rentabilidad para quedárselos (por lo que seguirá habiendo ventas en dichas referencias).
En todo caso, la gestora también matiza que su estrategia será ágil debido a la volatilidad que se genera según los datos y el contexto macroeconómico. Además, seguirán buscando oportunidades y cambiando sus posiciones a medida que los precios vayan reflejando las subidas de tipos de interés.