
El año 2021 empezó como tantos otros de la última década: los analistas prometían pérdidas para los inversores en renta fija, ya que los bancos centrales no estarían mucho más tiempo presentes en el mercado con sus estímulos, que tantas alegrías han dado a los inversores en deuda en los años de baja inflación. Es la idea más repetida en los últimos años en los informes de perspectivas para los siguientes 12 meses: "olvídese de la renta fija", "reduzca el peso de la renta fija", "burbuja en renta fija"... Titulares apocalítipticos, lógicos, por otro lado, para quien considere un sinsentido prestar dinero a cambio de un interés negativo. ¿Quién en su sano juicio pagaría por dejar dinero? Pero así ha sido, y todo gracias a los bancos centrales, que con sus programas de compras de deuda, han permitido que se produzca esta paradoja en los mercados financieros.
Año tras año se repetían las advertencias: "la burbuja de la renta fija y las rentabilidades negativas no podían durar más", pero luego el año terminaba con un balance positivo para los inversores en bonos, o no tan negativo como muchos podían esperar, ya que 2013, 2015 y 2018 fueron años de pérdidas para los bonos, pero estas fueron del -2,6%, -2,1% y -1,2%, nada parecido a la debacle que muchos expertos esperaban, y de la que avisaban.
Sin embargo, parece que el aguante de la renta fija se ha terminado y finalmente 2021 ha sido el año en el que se han confirmado las previsiones que tanto se repetían. La deuda ha cerrado un año de fuertes pérdidas, tanto, que ha sido el peor ejercicio en lo que va de siglo para el índice mundial de bonos más grande del mundo, el Bloomberg Barclays Global Aggregate, que recoge títulos de todo tipo, países y calificaciones. En 2021 las pérdidas han sido del -4,94%, el peor registro desde que se creó el índice en 1990, con la excepción de 1999, cuando los descensos alcanzaron el -5,17%, justo antes de empezar el nuevo milenio.
Los bonos soberanos han sido los que han arrastrado al índice hacia las pérdidas en 2021. Este tipo de bonos, los de los gobiernos, son los que peor comportamiento han tenido dentro de todo el espectro de la renta fija, con caídas del -6,76% en el año, en su caso cerrando 2021 como el peor ejercicio de su historia, por encima del -6,66% con el que terminaron 1999, su peor año hasta el actual.
Ahora, el bono estadounidense con vencimiento a 10 años cierra el ejercicio con una rentabilidad del 1,52%, y lo empezó en el 0,91%. En este caso, las pérdidas por precio han sido del -5,5%. En cuanto al alemán, empezó el año en el -0,572% de rentabilidad y lo termina en el entorno del -0,18%, dejando pérdidas del -3,70% para los inversores. Por su parte, el español arrancó el ejercicio en el 0,04% de rentabilidad y lo cierra en el 0,562%, con una caída por precio del -4,83% desde que empezó el ejercicio.
Para el índice de bonos corporativos las pérdidas han alcanzado el -1,57%. La deuda de más riesgo, la que no tiene grado de inversión, también conocida como bonos basura o high yield, es la que mejor ha aguantado en el ejercicio, dejando una rentabilidad del 0,92% para los inversores.
Entre los bonos más atractivos para los inversores hay que destacar la renta fija china en renminbis. Muchos gestores han señalado en los últimos meses el atractivo que tenían este tipo de bonos, en un momento en el que la búsqueda de rentabilidad se hacía casi misión imposible en el mercado de renta fija. Con ellos se gana casi un 14% en el año, pero no hay que engañarse, ya que buena parte de esa rentabilidad se ha conseguido gracias a la revalorización de la divisa china, que ha subido un 10,6% en 2021 frente al euro.
Hola inflación, adiós estímulos
Como ya se ha mencionado, el aguante de la renta fija en los últimos años ha estado directamente relacionado con los bancos centrales. Como no había rastro de inflación, y su trabajo es conseguir que esta se mantenga en el 2%, tanto la Reserva Federal estadounidense (Fed), como el Banco Central Europeo (BCE) se propusieron reactivarla a base de inyecciones masivas de liquidez en el sistema. Para ello, decidieron que la mejor manera era comprar bonos, tanto de gobiernos como corporativos, y que esa financiación terminase canalizándose a la economía real. El resultado fue un mercado de bonos en el que llegó a haber miles de millones de euros en títulos con rentabilidad negativa, incluso en bonos con la peor nota para las agencias de calificación.
La llegada de la pandemia de Covid-19 retrasó la retirada de los estímulos que tenían planificada los grandes bancos centrales, pero sólo fue eso, un retraso. En 2021 se ha producido un cambio importante en la dinámica de la inflación respecto a los últimos años, y este ha sido el detonante de las pérdidas en renta fija. Los precios han empezado a crecer a un ritmo que ha pillado por sorpresa a los analistas, gestores y también, cómo no, a los banqueros centrales.
La inflación empezó a repuntar con especial fuerza desde verano y las tasas han llegado a alcanzar un 6,8% en Estados Unidos y un 6,7% en España, máximos no vistos desde 1982 y 1992, respectivamente. Los bancos centrales no han reaccionado inmediatamente, ya que se han querido asegurar de que este repunte no era algo transitorio, un incremento derivado de los cuellos de botella que se han generado tras la pandemia, con la demanda de muchos bienes y servicios disparada a unos niveles que la oferta no ha sido capaz de satisfacer, y un desequilibrio entre la oferta y la demanda de energía que sigue trasladándose, por su impacto en los márgenes de las empresas industriales, a la subida de precios de otros bienes.
Un error de política monetaria, como el de Trichet al frente del BCE en 2011, es lo que han querido evitar los bancos centrales y, según destacan muchos expertos, es uno de los riesgos importantes a los que se enfrentan los mercados en 2022. Si la Fed se precipita con las subidas de tipos que tiene en mente (hasta tres, según las perspectivas de los propios miembros de la entidad), podría arruinar la recuperación económica tras la pandemia.
Por su parte, para el BCE no se esperan subidas de tipos, ni siquiera hasta finales de 2023, pero la institución que preside Christine Lagarde ya ha anunciado, en la última reunión de este año, en diciembre, el ritmo al que va a ir reduciendo las compras de deuda el año que viene. La postura del BCE no es en absoluto agresiva, y siguen descartando subidas de tipos ya que insisten en que la inflación se corregirá en 2022 y estará por debajo de su objetivo del 2%, tanto en 2023 como en 2024, por lo que se seguirá necesitando el apoyo de su políticas de estímulo. Muchos gestores y expertos están de acuerdo con este análisis del BCE, pero hay otros que creen que los bajos tipos y no terminar con las compras de deuda lo antes posible serán el desencadenante de una inflación descontrolada.
Pase lo que pase, lo cierto es que el mercado ya ha empezado a asumir que el proceso de desmantelamiento de los estímulos de los bancos centrales ya ha comenzado, y eso ha llevado a los inversores a salir de la renta fija en 2021, un año que se recordará muy negativo para este tipo de activos.
Los fondos, por categoría
Los gestores de fondos de renta fija, en general, han conseguido evitar la debacle que ha habido en este tipo de deuda en los últimos 12 meses. La categoría de renta fija global que recoge Morningstar, que incluye fondos que invierten en todo tipo de bonos, deja una rentabilidad del 1,14% de media en el año. De este modo, parece que la gestión activa sí ha funcionado en este caso, tomando como referencia los fondos en euros disponibles a la venta en España. El mejor fondo de esta categoría ha sido Dodge & Cox Worldwide Global Bd EUR Acc, con un 6,73% de rentabilidad en el año.
Con los fondos de renta fija soberana, de media se ha perdido un -3,18%, siendo el producto que mejor ha aguantado en el ejercicio el LO Funds Euro Government Fdmtl EUR SA, con una rentabilidad del 2,13%. En cuanto a los de renta fija corporativa, la caída media de los productos ha sido del -0,94% en el año, con el AXA WF Euro Credit Plus I Cap EUR Redex siendo el que mejor resultado ha dejado: un 3,10%.
En cuanto a los fondos de renta fija emergente, se ha conseguido un 3,18% de media con estos productos en 2021, siendo el vehículo más rentable del año el MS INVF Emerging Markets Debt S, con un 16,7% de rentabilidad en el ejercicio. Por pate de los fondos que invierten en bonos ligados a la inflación, unos títulos que se comportan mejor cuando hay periodos de incremento de los precios, como ha sido el caso este año, se trata de la categoría que mejor lo ha hecho en 2021, entre las seis que hemos destacado. Con ellos, de media, se ha conseguido un 5,11% en el año, con iShares Eur Gov Inf Lkd BdIdx(IE)Flex Acc siendo el fondo más rentable de su categoría, con un 6,97% de rentabilidad en el año.
Por último, con los fondos de renta fija sin grado de inversión, el high yield, las rentabilidades que se han conseguido de media son del 2,54%. Lidera la clasificación de este tipo de vehículos por la rentabilidad que han dejado a sus partícipes Capital Four Invest Credit Opp fund B, un producto que deja una rentabilidad del 11,87% desde el primer día del año.