
Los mercados están mirando de reojo al dato de inflación de EEUU que se publicará este martes. Tras el 'tropezón' que sufrieron las bolsas el viernes, cada vez parece más evidente el miedo que existe en el mercado a una inflación más alta, que obligue a la banca central a 'retirar el ponche' antes de lo previsto, aguando la fiesta de los mercados. La Fed, el BCE o el BoE empiezan a reconocer que la inflación podría ser más 'pegajosa' de lo que creían.
Al final, estas sorpresas en la inflación son las que puede marcar el devenir de la política monetaria y, por tanto, de los mercados. Un dato de IPC que sorprenda al alza, justo ahora que la recuperación empieza mostrar signos de agotamiento, puede revivir los fantasmas de los 70, una etapa marcada por la estanflación (precios al alza y una economía que crece poco en términos reales).
Desde la casa de análisis financiera Ebury apuntan en una nota que "la preocupación sobre la estanflación tras el informe de nóminas de agosto de EEUU fue confirmada por otro informe del mercado laboral (JOLTS), el cual mostró que las vacantes sin cubrir aumentaron hasta alcanzar un récord histórico en julio".
De este modo y ante la posibilidad de una intervención de la banca central más temprana para intentar taponar el alza de los precios, "los tipos de interés de la deuda continuaron subiendo en todo el mundo, los activos de riesgo se tambalearon y las principales monedas no mostraron grandes cambios, manteniéndose por lo general dentro del 1% entre sí", explican desde Ebury.
¿Qué hará la Fed?
Pese al mandato dual de la Reserva Federal (inflación controlada y pleno empleo), si los precios se 'desbocan', la Fed podría verse obligada a actuar antes de que el mercado laboral alcance el pleno empleo, lo que supondría un duro revés para unos mercados que mantienen unas valoraciones muy altas, en parte, gracias a una política monetaria muy expansiva.
Ahora mismo, según explican desde la agencia financiera Bloomberg, se está viendo cómo las expectativas de una inflación más alta con un crecimiento real más lento están afectado a los mercados con descensos en un buena parte de los mercados financieros, como se pudo ver la semana pasada. Aunque el consenso habla de una inflación que podría caer una décima (en términos interanuales) al 5,3% en agosto, esta tasa de variación sigue más que duplicando el objetivo a medio plazo de la Fed.
Es cierto que puede existir cierto alivio, puesto que el IPC podría estar empezando a estabilizarse (habrá que esperar al dato del martes para confirmarlo), pero el problema es que esta estabilización se está produciendo en una cota bastante elevada. El peso de los factores que, presumiblemente, eran temporales sigue siendo importante, pero es que quizá esos factores temporales (energía, cuellos de botella, escasez de componentes...) van a durar más de lo previsto, como reconoció Christine Lagarde, presidenta del BCE, la semana pasada.
Aunque el consenso habla de una inflación que ha podido tocar techo, algunos indicadores anticipados de la inflación como el IPP o índice de los precios al productor siguen batiendo récords y superando las previsiones de los expertos. El IPP se situó en agosto en el 8,3%, interanual, lo que evidencia los problemas de las empresas para encontrar los insumos que necesitan. Si este incremento de precios se traslada a los bienes y servicios finales, la inflación seguirá siendo noticia.
Inflación global
Todo esto se está produciendo en un entorno global inflacionario (el Reino Unido publica su IPC el miércoles y se prevé un nuevo alza), con los bancos centrales inyectando todavía grandes cantidades de liquidez en la economía, los consumidores volviendo a las calles y los inventarios bajo mínimos. A esto, en el caso concreto de EEUU, se le une un mercado laboral en el que hay más vacantes que parados y en el que los salarios más bajos están subiendo a un ritmo anual del 10%.
Dwyfor Evans, jefe de estrategia macroeconómica de State Street Global Markets, comenta en declaraciones a Bloomberg que "la inflación es mucho más rígida de lo que cualquiera hubiera anticipado hace quizás seis meses. Creemos que la inflación bajará a finales de año. Sin embargo, lo que está bastante claro es que el ritmo de desaceleración de la inflación en la segunda mitad del año seguirá siendo muy, muy lento. Incluso en regiones como la zona euro, en el Reino Unido y en otros lugares, la inflación es muy alta. Eso agregará un elemento de incertidumbre: ¿Adelantarán los bancos centrales la normalización de la política monetaria? Es poco probable, pero estará ahí y tendrá un impacto en el sentimiento del mercado a corto plazo".
Matt Maley, estratega jefe de mercado de Miller Tabak, cree que el rendimiento del bono a 10 años de EEUU tiene que subir por encima de los máximos de agosto del 1,37%, y probablemente por encima del 1,4%, para confirmar la ruptura, pero si eso ocurre, también confirmará una cambio en la tendencia de varios meses en los rendimientos de los bonos al alza. "Si eso ocurre en un momento en que los datos no son sólidos (y las empresas de Wall Street siguen recortando las proyecciones), será una señal aún más clara de que la estanflación será un problema en el futuro".
Este experto advierte de que igual que ahora hemos asistido a un alza simultánea de las acciones y los bonos, si la inflación obliga a la banca central a endurecer su política, se podría ver una corrección conjunta de ambos activos, generando un mercado bajista generalizado.
Los nuevos datos darán pistas
Desde Ebury creen que los datos de esta semana darán pistas sobre lo que puede ocurrir: "Se espera que continúen las presiones inflacionistas en ambos países. Además, los mercados serán cautelosos antes de la decisiva reunión de la Reserva Federal y del Banco de Inglaterra la semana que viene, así como de las próximas elecciones alemanas".
Si bien es cierto que la inflación podría estabilizarse en los próximos meses (en la zona euro seguirá subiendo hasta finales de año y principios de 2022), todo hace indicar que los precios podrían mantenerse en niveles relativamente elevados más tiempo de lo previsto. A las tensiones salariales en EEUU o Reino Unido, se le suma el precio de unos metales que no para de subir, la transición energética (ya queda claro que será inflacionaria) o la escasez de algunos inputs como los chips que podría no resolverse en meses o años.
El mercado debe interiorizar este nuevo escenario con menos crecimiento real y más inflación. No obstante, la gran amenaza para la tendencia alcista (tanto de bonos y acciones, que se han correlacionada de forma sorprendente) en el corto plazo es una normalización de la política monetaria que llegue antes de lo esperado y de forma más brusca de lo previsto. Los bancos centrales podrían optar por retirar el ponche en medio de la fiesta generando una rabieta, pero quizá evitando una resaca mucho más dolorosa.