
Este lunes, 2 de septiembre, es festivo en Estados Unidos y Wall Street no abre sus puertas. El país celebra el Día del Trabajo (Labor Day), al igual que Canadá, por lo que las bolsas europeas cotizan hoy sin su referencia. Habrá que esperar un día más para ver cómo arranca la bolsa de Nueva York este mes de septiembre.
La renta variable norteamericana cerró agosto con pérdidas en torno al 2% en sus tres principales índices en el acumulado mensual. En el caso del Dow Jones, fue incluso su segundo peor mes de lo que va de 2019.
Además, los selectivos neoyorquinos se mostraron el viernes "incapaces de batir el techo del proceso consolidativo que desarrollan desde hace varias semanas", según los analistas técnicos de Ecotrader.
"Wall Street duda entre profundizar en sus caídas, algo que se abriría si pierde los mínimos de las últimas semanas, o proseguir con el rebote", explican estos expertos. En su opinión, este rebote no es más que "una simple pausa previa a una nueva pata dentro de la corrección bajista".
Esta "segunda pata bajista" podría llevar al índice S&P 500 hasta "cuando menos, la zona de mínimos del pasado mes de junio", es decir, a los 2.725 puntos.
Por ello, estos analistas no se fían "en demasía". No al menos hasta que el S&P 500 los 2.955 puntos. "Esta resistencia es junto los 26.500 puntos del Dow Jones, que fue alcanzada el viernes, la que tendría que superarse para que se ponga en jaque la hipótesis de la segunda pata bajista", aseguran desde Ecotrader.
Como por ahora ese escenario parece más improbable, estos analistas no recomiendan entrar en renta variable norteamericana. Para ellos, la zona de compra está abajo, en los 2.725 puntos del S&P 500. "Hasta ahí no somos partidarios de volver a comprar bolsa estadounidense", aseguran. "En el entorno de mínimos de junio la ecuación rentabilidad-riesgo sería más atractiva que en niveles actuales", subrayan.
Guerra comercial...
Si agosto fue todo lo contrario a un mes tranquilo, septiembre no pretende ser menos. Viene cargado de referencias clave. Por ello se espera que arroje claridad a cuestiones que están en el aire desde hace tiempo, como el desenlace (o no) de la guerra comercial.
Ayer mismo, domingo día 1, entraron en vigor los últimos aranceles aprobados por Estados Unidos y China sobre sus respectivas exportaciones.
Las dos mayores economías del mundo protagonizan desde hace meses una guerra comercial. Esta alcanzó cotas máximas de tensión en la segunda mitad de agosto. Aunque en los últimos días parece predominar la prudencia en ambos bandos, de cara a las reuniones cara a cara previstas para este mes en Washington.
Pero las consecuencias de los enfrentamientos entre las dos potencias más grandes ya se hacen notar: hoy mismo se ha conocido que la industria china encadena cuatro meses de contracción. Asimismo, la divisa del gigante asiático, el yuan, se intercambia en su cruce con el dólar a niveles mínimos de marzo de 2008 (es decir, de más de 11 años).
Además, el jueves pasado se confirmó la ralentización de la economía estadounidense: su producto interior bruto (PIB) creció un 2% en el segundo trimestre, según la segunda revisión del dato, frente al 3,1% registrado entre enero y marzo.
...y Reserva Federal, protagonistas
Los bancos centrales también tendrán su (gran) porción de protagonismo en septiembre, especialmente la Reserva Federal de EEUU (Fed). Los analistas esperan con ganas que el organismo presidido por Jerome Powell, y también el Banco Central Europeo (BCE), recorten lo tipos de interés en sus próximas reuniones, a mediados de mes.
A la espera de las decisiones de la Fed y el BCE, el euro no cesa de marcar mínimos. La moneda única cotiza esta jornada en su cruce con el dólar en torno los 1,097 'billetes verdes', o lo que es lo mismo, en mínimos de más de dos años (mayo de 2017).
La curva de tipos, invertida
Asimismo, ante todas las incertidumbres por aclarar, la renta fija estadounidense sigue dando señales de alarma. El país se financia más barato a largo que a corto plazo: la rentabilidad del bono a diez años se sitúa en el 1,52% y el del bono a dos años, en el 1,51%.
Esto produce un movimiento conocido como inversión de la curva de tipos que, con cierta precisión, pronostica la llegada de una nueva recesión en el país.