CaixaBank y Sabadell son las únicas dos entidades españolas que ya reflejan un incremento de los activos adjudicados (ladrillo) en sus cuentas por la pandemia. El impacto de la crisis en la capacidad económica de las familias y las empresas a la hora de afrontar sus deudas comienza a dejar huella, aún de forma leve, en los balances bancarios, que empiezan a absorber suelos e inmuebles. El Banco Sabadell, a pesar de la acelerada carrera de los últimos años en la venta de ladrillo y créditos dudosos, ya refleja en su balance un incremento de la entrada de inmuebles notable.
Concretamente, la entidad de origen catalán cerró el tercer trimestre del año con unos activos adjudicados por valor de 1.520 millones de euros, un 28% más que a cierre del pasado mes de diciembre. Así, el banco suma 335 millones de euros más en adjudicados que hace nueve meses, de los que 60 millones han entrado en el tercer trimestre del año.
Por su parte, CaixaBank cerró los primeros nueves meses del ejercicio con unos activos adjudicados valorados en 973 millones de euros, un 1,56% más que a cierre del año anterior, es decir, 15 millones más. Así, entre las dos entidades suman 350 millones más en ladrillo que hace nueve meses. De momento, el resto de bancos han logrado mantenerse a la baja en la entrada de estos activos tóxicos, compensándolos con las salidas.
Las entidades españolas han reducido 11.600 millones de euros en ladrillo a cierre de septiembre, lo que supone un descenso de casi el 29% frente a un año antes, según el Informe de Estabilidad Financiera de Otoño del Banco de España.
Menos peso del 'ladrillo'
El supervisor prevé que en esta crisis los activos inmobiliarios representarán un porcentaje menor del conjunto de activos problemáticos que en la anterior recesión y se concentrarán en los sectores más impactados por la pandemia.
No obstante, señala que habrá una mayor entrada de créditos impagados "en los próximos trimestres", a medida que expiren las moratorias y se deban devolver los avales ICO, lo que llegará en un momento de mayor dificultad por parte de las entidades para liquidar estos activos mediante operaciones de venta.