CaixaBank-Bankia tendrá que reducir la edad de los trabajadores despedidos al umbral de los 50 años para poder recortar su plantilla en unos 8.000 trabajadores, que es la cifra que se está barajando por los equipos que negocian en estos momentos la operación de fusión de ambas entidades con el fin de disminuir los costes operativos.
Debido a los distintos procesos de bajas incentivadas realizados en el pasado la plantilla se ha rejuvenecido y apenas tienen personal con más de 53 o 55 años, que es el umbral a partir del cual el sector financiero ha venido estableciendo en sus ajustes desde la pasada crisis financiera. Pero, no sería el primero, ya que el Santander se vio obligado a rebajarla hasta ese límite en el proceso de reestructuración iniciado tras la compra del Popular en 2017.
El nuevo grupo contará con una plantilla cercana a los 51.000 trabajadores, de los que algo más de 45.000 están realizando sus funciones en nuestro país. Según los datos oficiales de ambas entidades, en Bankia el 28% de los empleados tiene más de medio siglo, es decir, cerca de 4.500. En CaixaBank, por su parte, este colectivo está integrado por poco más de 3.900 trabajadores, pero adscritos solo a la red de sucursales, lo que representa el 14% de un total de 27.500. A este número habría que añadir los empleados que operan en las área de servicios centrales, donde trabajan otros 2.000 y donde una parte de ellos tiene una edad superior al medio siglo.
De esta manera, el nuevo campeón financiero nacional podría cumplir el objetivo de reducción en su fuerza laboral con tal intensidad para poder generar los mayores ahorros de costes en el medio plazo y mejorar, así, su rentabilidad. En total suman más de 8.400 trabajadores con más de 50 años, una cifra que permitirá que el proceso sea voluntario como viene siendo habitual en el sector, al haber margen suficiente para que no sea obligatorio.
Los analistas consideran que para que la entidad fusionada sea eficiente tiene que llevar a cabo este recorte de personal, que conllevará el cierre de 1.400 oficinas. El coste estimado de dicha reestructuración rondará los 2.600 millones de euros, un importe que podrá ser asumido por el efecto positivo del badwill (diferencia entre el valor en libros y el precio de la operación), que se estima en 7.200 millones.
El gasto de las prejubilaciones y las bajas será menos elevado, debido a que los despidos en Bankia serán la mitad de baratos que en Caixabank (225.000 euros por empleado, frente a los 450.000 euros, respectivamente) y porque la primera aportará un mayor volumen de trabajadores que tendrán que jubilarse anticipadamente.