El euribor ha vuelto a caer a la zona mínimos históricos, unos niveles que, además, son en terreno negativo, lo que está añadiendo más presión a los ingresos de la banca en el peor momento. En la actualidad el sector necesita elevar como sea sus márgenes operativos para llevar a cabo las cuantiosas provisiones para afrontar las pérdidas crediticias que se avecinan. Se estima que la morosidad en nuestro país se duplicará como poco en los próximos meses y alcanzará una tasa del 12%.
El principal indicador de las hipotecas, el euribor a un año, se ha desplomado en los últimos cuatro meses, hasta el -0,352% (media provisional de agosto). Un porcentaje prácticamente similar al mínimo alcanzado en verano del ejercicio pasado, debido a las malas perspectivas económicas.
Con este descenso, los bancos reducirán los ingresos que perciben por los créditos para la adquisición de la vivienda, cuyas cuotas están referenciadas a este indicador, que son más del 90% de la cartera total. Para los consumidores, por contra, la bajada representa un cierto alivio a sus cargas financieras en un momento de estrecheces debido a los efectos de la pandemia.
El euribor llegó a remontar durante el confinamiento y estuvo a punto de volver al terreno positivo por primera vez en cuatro años por la desconfianza de las entidades a prestarse entre sí, a la espera de que el BCE pusiera en marcha toda su artillería pesada para reactivar la economía.
Entonces, se generó tensión en el mercado interbancario ya que los bancos no estaban dispuestos a dejarse dinero ante posibles problemas de liquidez. Las medidas lanzadas por el organismo monetaria, con la inyección de hasta 1,35 billones de euros, resolvió el problema, algo que ha tenido reflejo en la cotización del euribor.
Además, el debilitamiento de la economía y los rebrotes del Covid-19 en todo el mundo están alejando aún más en el tiempo la posibilidad de que el BCE modifique su política expansionista y suba el precio oficial del dinero. Ahora, no se espera que mueva los tipos de interés hasta al menos 2023, una vez la economía europea se haya podido recuperar del todo. Se sitúan en el 0% desde hace años.
Los banqueros, antes del estallido de la crisis, venía reclamando por activa y por pasiva un alza en las tasas, porque estaba deprimiendo sus cuenta de resultados y su rentabilidad. Ahora, ven imposible que esto pueda ocurrir ya que la coyuntura a cambiado radicalmente.
Bajada de la actividad
El desplome del euribor se produce no solo en un momento en el que el sector tiene que llevar cabo provisiones descomunales (en el primer semestre de 16.000 millones), sino en una época en la que las actividad crediticia se ha frenado, sobre todo, en el segmento de particulares.
La venta de hipotecas cayó en mayo un 25%, aunque realmente si se descuentan las renegociaciones por las moratorias el descenso es del 36%. En junio el mercado se recuperó, pero en el sector se da por hecho que el volumen de préstamos para vivienda se mermará a lo largo de 2020.
La situación en el negocio de financiación al consumo es menos halagüeña y se prevén descensos considerables en la comercialización de este tipo de préstamos, que en el pasado reciente han sido una fuente importante de captación de ingresos para el conjunto de la entidades.
