
La banca se ha parapetado con casi 16.000 millones de euros en provisiones para afrontar la tormenta perfecta que se avecina por el coronavirus, que en el caso del sector financiero se traduce en un incremento de la morosidad y una caída de la actividad por menores peticiones de créditos.
Aunque en el sector confían en que la senda de la recuperación siga, como en los meses de junio y julio y se vuelva a los niveles de negocio previos a la crisis a finales de este año o principios del siguiente, el temor a que los rebrotes lleven a nuevos confinamientos es creciente. Y esta situación tumbaría los escenarios que manejan los banqueros, ya que las consecuencias son impredecibles.
Con este panorama y con un más que probable ascenso de los impagos, la banca española ha incrementado sus dotaciones en 15.699 millones, a falta de conocer los datos que publicarán Unicaja y Abanca. De esta hucha, más de 7.600 millones corresponden a provisiones genéricas vinculadas estrictamente a los cambios de estimaciones económicas derivadas de la pandemia.
El volumen es más del doble de los importes que el sector venía destinando a esta partida. Y no se quedará ahí. Para la segunda mitad de este 2020 tan complejo de gestionar, los consejeros delegados de las principales entidades han avanzado que las dotaciones tendrán que seguir al alza, aunque prevén cifras ligeramente inferiores a las desembolsadas hasta junio.
Esta hucha servirá al sector para cubrir los agujeros que empezarán a producirse a partir de ahora, una vez que las medidas, como las moratorias de préstamos, dejen de tener su efecto. Estros agujeros se producirán como consecuencia de los impagos de préstamos por parte de los clientes y se sucederán, en principio, hasta finales de 2021, cuando se alcance un pico de la morosidad.
Distintas previsiones
En lo que difiere el sector es en los niveles que alcanzarán dichas insolvencias. Mientras que hay entidades que no esperan que supere el 5%, como en el caso del Sabadell, otras elevan el ratio hasta cerca del 10%. Los analistas van más allá en sus predicciones y sostienen que podría llegar hasta un 12% de la cartera de financiación.
Los banqueros han venido destacando estos días la capacidad que tiene el sistema en la actualidad, a diferencia de la crisis de 2008, para asumir los golpes de la pandemia. Además, han resaltado que en estos momentos los clientes están también en una situación diametralmente distinta, con unos menores niveles de endeudamiento y una mayor solvencia.
Integraciones
Pese a esta mejor posición de partida, nadie duda de que algunas entidades podrían llegar a necesitar ayudas para sobrevivir, tal y como ha advertido el BCE recientemente. Por ello, parece que las fusiones están más cerca de lo que en un principio se podría esperar. Aunque de manera pública las grandes entidades, en general, se descartan como protagonistas de esta nueva concentración del sector, en el mercado se da por hecho que su inicio será más pronto que tarde. Sobre todo si la presión del supervisor se acrecienta.
En los últimos días, tan solo Liberbank y Bankia han admitido que están dispuestas a explorar negociaciones con otros grupos para poder afrontar el futuro y elevar la rentabilidad, al menos en este momento. En el caso de Bankia, para devolver las ayudas de 2012.
El consejero del Sabadell, Jaime Guardiola, consideró este viernes que es lógico pensar que las integraciones ayudan a acelerar los recortes de los costes, una palanca ahora vital, pero señaló que en su caso y en la mayoría de entidades en lo que se trabaja en la actualidad es en adoptar las medidas necesarias para salir de la crisis de manera airosa y ayudar a los clientes. "En reflexiones de operaciones corporativas no estamos", indicó el directivo, palabras que han sido compartidas por casi todos sus homólogos.
Ajustes millonarios
Los agujeros para el sector no solo han venido en forma de provisiones. Los dos principales bancos se han visto obligados a deteriorar la valoración de los fondos de comercio en diferentes filiales, lo que les ha colocado en pérdidas históricas. Estos ajustes han obedecido a menores expectativas de negocio en dichos mercados, destacando EEUU y Reino Unido.
El Santander ha presentado sus primeras pérdidas contables, cercanas a los 11.000 millones, y BBVA ha publicado unos números rojos de más de 1.000 millones. Este último espera terminar 2020 con ganancias. Ambas cifras han supuesto que el conjunto del sector haya experimentado pérdidas conjuntas de 11.438 millones. El resto ha compensado con beneficios positivos, pero estos han sido más bajos que en 2019 en todos los casos.