La banca vuelve otra vez a engordar su cartera de inmuebles adjudicados en España ante la escalada de los impagos y el frenazo en la venta de lotes al por mayor como consecuencia de la crisis del coronavirus. Aunque el incremento apenas es significativo en su conjunto, rompe la tendencia de aceleración de limpieza del balance que el sector había venido experimentando en los últimos siete años, especialmente en los últimos con las grandes operaciones de desinversión a los fondos.
En los seis primeros meses de 2020 los adjudicados que tenían en balance los principales bancos ascienden a 26.853 millones de euros, lo que supone un alza del 0,3%. Un crecimiento que se ve limitado porque los tres grandes (Santander, BBVA y CaixaBank) lograron rebajar la cifra gracias a la comercialización llevada a cabo justo antes del estallido de la pandemia. También Abanca pudo disminuirla.
El resto de entidades sí registró aumentos en la cartera, algunos de ellos, de manera más relevantes. El Sabadell, por ejemplo, la elevó en un 23%, hasta 1.460 millones, es decir, que tomó inmuebles por valor de 275 millones frente a diciembre del ejercicio pasado. Las demás presentan avances de hasta un 2%.
El grupo que aún mantiene la mayor cartera de adjudicados es el Santander, a pesar de que hace unos años se desprendió de todos los inmuebles heredados del Popular. Cuenta con más de 8.100 millones en pisos, solares y acciones de promotoras. Por tamaño, es resaltable el volumen que aún suma Liberbank, que roza los 2.500 millones, al incluir contablemente 916 millones en inversiones inmobiliarias.
Los banqueros prevén que en los próximos meses esta tendencia continúe, debido a que se espera que la morosidad comience a despegar tras el verano y no alcance su pico hasta finales de 2021. En este escenario, el sector tendrá que canjear deuda insolvente por garantías, como ocurrió en la pasada crisis. Este estas garantías destacan los activos inmobiliarios tanto de empresas como de las familias que pueden afrontar los pagos de las hipotecas.
Los expertos consideran que la tasa de morosidad, que actualmente se sitúa por debajo del 5%, llegará a más que duplicarse y ascenderá al 12%. Algunos, incluso, la colocan en el entorno del 15% Los bancos, en cambio, son más optimistas y confían en que no alcance el 10%.
Para deshacerse de estos activos improductivos, tanto créditos morosos como inmuebles que se vayan quedando, las entidades trabajan para colocar de nuevo grandes carteras en el mercado, una vez este se reabra del todo y se recupere el apetito inversor. Aunque no está cerrado del todo, las operaciones se han visto paralizadas en gran medida. Bankia, por ejemplo, ha tenido que aplazar a 2021 la desinversión de casi 300 millones de préstamos insolventes y reincorporarlos a su balance.
El Sabadell registra aumentos del 23% en su stock de adjudicados
Según un informe de Axis publicado este miércoles, apenas se cerraron transacciones de venta de carteras de financiación morosa por 1.300 millones, una cantidad con contrasta con los 17.365 millones de todo 2019.
Axis calcula que la tasa de morosidad podría rondar el 15% a finales de año, lo que dejará en el mercado un stock de unos 200.000 millones de euros, una cifra similar a la de 2008.
Según su Observatorio Inmobiliario, los bancos grandes y medianos tenían pendiente el pasado diciembre por sacar de sus balances activos valorados en 85.259 millones, y que el total de la financiación ICO a empresas a junio de este año alcanzaba los 70.484 millones (49.917 millones para pymes y autónomos y 20.566 millones para empresas), "el volumen créditos dudosos se situaría en 170.000 millones".
Impagos en la línea ICO
De esta manera, Axis considera que gran parte de la línea de liquidez activada por el Gobierno terminará en impagos. Los bancos asumirán entre un 20 y 40% de la pérdidas asociadas, mientras que el Estado se anotará el resto.
Los expertos de Axis indican, además que hay otro lote importante de préstamos dudosos que fueron traspasados a la Sareb en 2012 y 2013 y que, también tiene que colocarse en el mercado, por unos 91.000 millones.
Las entidades, en los últimos han venido deshaciéndose de tanto de carteras de financiación insolvente como de inmuebles que se han venido adjudicando por impagos de deuda, sobre todo por las megaoperaciones realizadas y por la comercialización de pisos uno a uno a sus clientes a través de campañas con descuentos. En el momento más álgido de los efectos negativos de la crisis financiera, las entidades españolas acumularon más de 100.000 millones pisos y terrenos y sobrepasaron los 200.000 millones de morosos sin tener en cuenta Sareb.
Pero también en los últimos ejercicios han venido elevando las provisiones para cubrir estos activos tóxicos y poder colocarlos con menores pérdidas o ganancias sobre las dotaciones en algunos casos.