La banca se prepara para afrontar un escenario preocupante. El sector espera que la morosidad escale dentro de unos meses, cuando las medidas adoptadas dejen de surtir su efecto analgésico y la crisis económica haga estragos en las familias y las empresas tras la pandemia del coronavirus. Las entidades son conscientes de que tendrán que llevar a cabo nuevas provisiones para tapar el agujero que se avecina por el aumento de la morosidad. El problema ahora es cuantificar ahora el importe de dichas dotaciones porque el panorama es demasiado incierto.
Por el momento, dos son los grupos (BBVA y Santander) que se han atrevido a anticipar de cuánto será el primer golpe para sus cuentas y sus balances, pero de manera muy provisional. Mientras que BBVA estima que tendrá que reservar menos de 1.400 millones adicionales, el Santander pronostica una hucha extra de unos 2.000 millones. Algunos analistas, como los de Credit Suisse, consideran que podrían ser mucho mayores.
Ambos ya habían adelantado en marzo, como el resto de bancos, provisiones. El primero, de 1.433 millones, y el segundo, de 1.600 millones. Los fondos constituidos por el conjunto del sector ascendieron a casi 6.000 millones, una cantidad que será el doble al final del ejercicio. Para 2021 la situación es aún más compleja de divisar.
Los expertos consideran que la morosidad subirá con el paso del tiempo y se espera que pueda llegar a duplicarse y situarse en torno al 12% de la cartera de préstamos. Una subida que, en todo caso, podrá ser asumida por el sistema. El Banco de España ya ha asegurado que las entidades pueden afrontar hasta 100.000 millones de impagos sin necesidad de tener que ampliar capital. Estas estimaciones, ligeramente optimistas, están prendidas con alfileres, porque dependen de la evolución en la recuperación de la economía y en la magnitud de la recesión de los últimos meses.
Para la banca española, sobre todo para los dos grandes grupos financieros, es fundamental también el desarrollo de la pandemia en Latinoamérica, donde los niveles de contagio en la actualidad se están disparando, y cuyo impacto podría ser letal para sus resultados, ya que tiene intereses relevantes en mercados como Brasil, Argentina, Chile y México, principalmente. Hay que tener en cuenta que para BBVA el país azteca representa más de la mitad de sus beneficios, mientras que para el Santander, México y Brasil, suponen también en torno a un 50% de las ganancias.
El desafío de México
Tal es la preocupación que en BBVA están presionando al Gobierno mexicano a que adopte medidas de manera urgente porque existe el peligro de que la deuda del país entre en bono basura, algo que sería demoledor. "Si la deuda de México deja de tener grado de inversión, las fuentes de financiamiento externo se reducirían considerablemente", escribía hace unos días el economista jefe del banco, Carlos Serrano, en un artículo en la prensa local.
Lo único que las entidades pueden hacer es continuar apoyando a la economía de todos los países a través de la concesión de créditos para que las empresas no vayan a la quiebra y se pueda reducir el aumento del paro, y seguir concediendo moratorias a las familias para que alivien sus cargas. Y en este escenario, elevar el ritmo de las operaciones digitales para reducir costes y amortiguar, así, la factura de las provisiones en su cuenta de resultados es fundamental, al igual que ajustar las plantillas y la red de oficinas a la nueva normalidad.
El gran riesgo se centra ahora en el crédito al consumo y en las hipotecas. La morosidad en financiación para bienes despuntó un 14% en España en abril, el mes del confinamiento completo, y en préstamos para vivienda subió ligeramente. Ambos segmentos habían sido claves en los últimos ejercicios para la remontada de la banca.