Empresas y finanzas

La banca acelerará las fusiones tras la pandemia por la presión en los ingresos

  • Los menores ingresos y la mayor mora mermarán su rentabilidad
Varias oficinas en una calle.

Mientras las autoridades bancarias europeas están centradas en superar la crisis del coronavirus y que la banca retenga el máximo capital posible para poder financiar a las empresas y hogares afectados, ya surgen las primeras voces que apuntan a que la banca acelerará las fusiones tras la pandemia. La consultora Alvarez & Marsal (A&M) ya adelantó el pasado mes de marzo, durante la presentación de su informe 'El Pulso de la Banca' que el Covid-19 alentará fusiones a medio plazo ante la baja rentabilidad y, especialmente, entre las entidades más pequeñas.

Los mensajes de los supervisores antes de la pandemia ya eran insistentes para que los bancos mejoraran su baja rentabilidad a través de estas integraciones. La crisis sanitaria dejará un escenario muy gris para las entidades, con unos márgenes ya muy asfixiados por los bajos tipos de interés. Los analistas no dan buenos augurios. La banca española verá reducido su beneficio a la mitad este año, es decir, en unos 7.000 millones de euros menos. Y las malas noticias siguen: el coronavirus también se comerá un 51% de las ganancias de 2021 y un 33% de las de 2022.

La casa de análisis de Barclays señala que los ingresos de las entidades sufrirán mucho este año porque la alta volatilidad en los mercados impactará a la baja en las comisiones que reciben por la gestión de activos. El futuro tampoco es bueno para la otra principal línea de ingresos, el margen de intereses, que se verá golpeado por el frenazo de la demanda de crédito para hipotecas y consumo durante la alerta sanitaria, cuya recuperación apunta a ser tibia ante el aumento de parados, empleados afectados por un ERTE y la recesión que llega.

Goldmand Sachs pone cifra a la merma de ingresos que calcula en 700 millones de euros para este año, 900 millones para 2021 y 1.200 millones, de cara a 2022. No obstante, los expertos apuntan a que la demanda de crédito de las empresas y pymes será alto para hacer frente a la situación y por la dificultad de financiarse en el mercado.

A estos futuros escenarios se suman los efectos de la recesión que está por llegar (de la que las autoridades aún desconocen su profundidas y duración) y supondrá un aumento en impagos, que se traducirá en créditos fallidos y un repunte de la entrada de adjudicados en un momento en el que la banca estaba culminando su limpieza. Aunque el Banco Central Europeo (BCE) haya rebajado las exigencias de provisiones a la banca de cara a las moratoria hipotecaria aprobada por el Gobierno y la puesta en marcha de forma voluntaria por las entidades, los analistas también prevén un incremento de las dotaciones para finales de este año y de 2021 por el aumento de la morosidad de empresas y pymes, especialmente las que se dedican a los sectores más dañados por la pandemia como el hotelero, turístico y del transporte.

Varias entidades como Santader, Sabadell o Liberbank han reconocido que es pronto para poder evaluar el impacto de la pandemia en el negocio. Así, mientras los gastos no bajan (además BBVA y Santander se han comprometido a no hacer ajustes en la plantilla con motivo del coronavirus), los ingresos merman. De momento, las autoridades supervisoras como el BCE o el Banco de España están centradas en facilitar que la entidades puedan ofrecer la máxima liquidez posible para evitar que la crisis se acentúen. Pero una vez pase la emergencia, es previsible que los hasta ahora constantes mensajes de recortar gastos y hacer fusiones se recrudezcan aún más.

Las entidades más golpeadas por el virus serán de nuevo las que mayor exposición doméstica y menos diversificación tengan, aunque la pandemia golpea ya una gran parte de los países en las que las entidades españolas tienen negocio: Reino Unido, Portugal, Argentina, Brasil o EEUU.

Por otro lado, antes del coronavirus, el escenario de subida de los tipos de interés ya se dibujaba lejano. No obstante, el BCE anunció en enero que revisaría su política monetaria para evaluar, entre otros aspectos, el efecto de mantener estas tasas en negotivo. Ahora, la autoridad europea ha aplazado este ejercicio seis meses más.

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