BBVA tiene una necesidad imperiosa de dar un vuelco radical a su cultura interna para volver a ser creíble y mejorar su reputación. El sumario judicial de las escuchas masivas encargadas a Villarejo, que se abrió a principios de febrero a las partes implicadas en la causa, ha puesto de relieve unas prácticas supuestamente ilegales y poco éticas durante muchos años, que se han enraizado en buena parte de la estructura del banco.
La entidad ha dado ya algún paso, como el cambio en los procesos de control y contratación, pero parece un paso demasiado corto para el salto de gigante que tiene que dar para todos los grupos de interés cambien la percepción sobre su manera de actuar y de trabajar.
Tanto inversores como clientes valoran cada vez más las cuestiones de Responsabilidad Social Corporativa, según indican los expertos en esta materia y los denominados grupos de presión. Un punto en el que ha quedado patente que BBVA tiene grandes carencias, porque se exige transparencia total en los procedimientos, no solo aumentar la igualdad de género, las remuneraciones justas, la mayor independencia de los miembros de la cúpula y las inversión sostenibles con el medio ambiente. La gestora de Axa aconsejaba recientemente en un informe que BBVA tenía que mejorar su gobernanza y colocaba como punto crítico la gestión del capital humano.
La presidencia de Francisco González durante más de 20 años ha contaminado a toda una organización, cuyos directivos han permitido a sabiendas pinchazos telefónicos, seguimientos a empresarios y políticos, mentiras y ocultación de actuaciones para mantenerse en sus puestos. Tal contaminación se ha extendido hasta hace muy poco tiempo y la duda es si el actual máximo responsable, Carlos Torres, está dispuesto a dar un giro de 180 grados al modus operandi en la entidad. Hay que tener en cuenta que entre 2015 y 2018 el fue el número dos del grupo financiero y en esta época se produjeron las irregularidades. Torres ha negado tajantemente su vinculación a los hechos en su última comparecencia pública, del pasado 31 de enero, pero aún existe una sombra de duda sobre su conocimiento sobre los mismos y de la ruptura total con el pasado.
En esos años, cuando Torres era número dos, el banco siguió contando con los servicios de Villarejo, que campaba a sus anchas con el beneplácito de la dirección, y controló las llamadas de sus personal para buscar topos que filtraran información interna a la prensa, lo que supone una gravedad extrema. Ahora será la Justicia la que determine los delitos. BBVA está imputado por cohecho, revelación de secretos y corrupción de los negocios.
El banco obstaculizó hace unos meses que la Policía cooperara con la investigación interna
Aunque la entidad sostiene que está colaborando activamente con la Audiencia Nacional para el esclarecimiento de los hechos, todo apunta que su ayuda no es tal. Por un lado, obstaculizó hace unos meses que la Policía cooperara con la investigación interna que inició en enero del ejercicio pasado tras el estallido del escándalo para acelerar en la búsqueda de pruebas. Y por otro, la consultora encargada de hacer este análisis, PwC, señaló este jueves ante el juez que la entidad, a través del bufete Garrigues, limitó a menos de un 10% el estudio de todos los documentos relacionados con la trama de espionaje, entre los que no se encontraba el germen de toda la causa, los trabajos para bloquear la operación de asalto de Sacyr en 2004.
Defensa judicial
Estos vetos sugirieren que la política de la casa, si no sigue igual, poco se ha modificado, porque interesa más su estrategia de defensa judicial que aclarar lo que realmente paso entre 2004 y 2017 ante las posibles repercusiones, entre ellas multas y condena de prisión para los responsables de los presuntos delitos.
BBVA remarca que en los últimos meses sí ha adoptado modificaciones importantes. Destaca, así, que ha venido impulsando mejoras en el modelo de gobierno corporativo, así como en la organización, políticas y procedimientos de control interno. En este sentido, indica que ha aprobado nuevas guías para la subcontratación y compras (homologación de proveedores, verificación y validación de la recepción de bienes y servicios, y proceso de autorización y pago de facturas), además de reforzar el modelo de prevención de delitos.
Asimismo, el grupo que preside Torres manifiesta que ha aumentado la independencia de las áreas de control estableciendo un reporte directo de sus responsables al consejo de administración, a través de sus correspondientes comisiones, y que ha redistribuido funciones de estas comisiones, concentrando las responsabilidades en el órgano rector de Riesgos y Cumplimiento y el de Auditoría.
Estas medidas, según el banco, "conforman un modelo de control más sólido y eficaz, sujeto a un proceso de mejora continua". La incógnita es si servirán por sí solas para levantar una imagen deteriorada o tendrá que iniciar una revolución de arriba abajo en la organización y en la manera de relacionarse con todos lo grupos de interés (accionistas, empleados, proveedores y clientes y, por qué no, la prensa).