Los años 2013, 2016 y 2019 están marcados en rojo en la historia reciente de Globalia. Hace seis años, el grupo turístico ocupó la atención de los medios de comunicación por la gran pelea familiar que llevó a Juan José Hidalgo a enviar una carta de despido a sus tres hijos: María José, Cristina y Javier.
El conflicto se zanjó con una bajada de sueldo a sus hijas, que nunca alcanzarían grandes cuotas de poder en la compañía, y con la salida del único varón. Javier Hidalgo vendió su participación en Globalia a Abel Matutes por 36 millones y se fue a vivir a EEUU, donde se puso manos a la obra para hacer de Pepephone, su proyecto personal, una empresa atractiva.
El 2016 estuvo marcado por la vuelta del hijo pródigo como consejero delegado, cargo que se creo para él
El año 2016 estuvo marcado por la vuelta del hijo pródigo como consejero delegado, cargo que se creo expresamente para él y que le colocó como jefe de sus hermanas mayores. En menos de tres años al frente de la compañía familiar, Javier ha dejado su impronta en Globalia al vender Air Europa a su eterno enemigo y acabar con el sueño de su padre: desbancar a Iberia como la principal aerolínea de Barajas. Objetivo en el que Pepe Aviones puso mucho empeño entre 2011 y 2012, cuando la aerolínea de bandera pasaba por uno de sus peores momentos económicos y laborales y empezó a cerrar rutas.
El regreso de Javier estuvo precedido por un gran pelotazo empresarial que le valió recuperar la admiración de su padre, que llegó a pensar que su hijo estaba más interesado en la fiesta que en trabajar y que no había heredado su espíritu emprendedor. Hidalgo hijo vendió Pepephone a MásMóvil en verano de 2016 por 158 millones de euros, tras casi un año sondeando el mercado y negociando con distintos fondos. La operación, que incluyó la entrega de 20 millones como pago a cuenta aceleró la vuelta de Javier, que utilizó parte de los fondos para volver al capital del grupo familiar. A principios de 2019 elevó al 17% su participación, lo que le convirtió en el segundo inversor de referencia y consolidó su poder.
Desde su regreso los conflictos familiares y personales han ido salpicando la gestión de la compañía. En un primer movimiento cesó a su primo Antonio Hidalgo como jefe de compras. La falta de entendimiento entre ambos llegó a tal punto que su propio tío y hermano del fundador anunció que iba a vender su 7% a una aerolínea competidora, aunque al final no cerró la operación.
A su vez, en los dos últimos años han tratado de profesionalizar la gestión con el nombramiento de un director general pero ninguno ha durado demasiado. Juan Arrizabalaga dejó el grupo en abril de 2019, sólo seis meses después de asumir la dirección general de Globalia por la imposibilidad de poner en marcha el plan estratégico para el que fue contratado por las diferencias entre los distintos miembros de la familia. Antes que él, Pedro Serrahima dejó el cargo tan solo un año después de entrar por falta de sintonía con los dueños.
En junio de este año se decidió reforzar las responsabilidades de Miguel Ángel Sánchez, director financiero del grupo, para que hiciera las veces de director general. "La gestión del grupo Globalia es muy complicada porque la he hecho a mi manera", aseguró el fundador del grupo turístico en una entrevista a El País en la que también dejó claro que Javier Hidalgo es el que tiene el poder en la compañía frente a sus dos hermanas, María José y Cristina. Todo un espaldarazo a los planes de futuro del hijo para la compañía.
Blindar el futuro de Air Europa
Con el apoyo del principal accionista (Hidalgo padre concentra el 51,5% de Globalia) y todo el poder ejecutivo, Javier ha puesto en marcha la transformación del grupo turístico, que, a partir de la venta de Air Europa, tendrá que redefinir su modelo de negocio con la mirada puesta en su negocio hotelero y en la liberalización del AVE en España, donde busca entrar de la mano de Talgo. No en vano, con la salida de la división aérea se van la mitad de los ingresos del grupo.
Desde su regreso, Javier Hidalgo ha apostado por impulsar la presencia de Air Europa en Latinoamérica, donde ha estado abriendo rutas en los últimos años y preveía crecer un 20% más este año. Para ello aceleró el proceso de renovación y ampliación de la flota, que ha pasado de tener 54 aviones en 2017 a 66 en 2019. La aerolínea mallorquina cerró 2018 con un beneficio de 48 millones (salió de pérdidas en 2017) y lleva varios años ganando pasajeros y capilaridad en América. Su situación actual es buena pero el sector afronta un enfriamiento de la demanda y un alza de los costes que amenazan los márgenes y el equilibrio financiero de las aerolíneas, sobre todo de las de menor tamaño.
Negociaba con Air France la salida de la aerolínea en plena ola de quiebras
La industria aérea está en pleno proceso de consolidación y sólo los grandes grupos están preparados para afrontar los vaivenes de la economía, por lo que era cuestión de tiempo que Air Europa buscara refugio en uno. Y más teniendo en cuenta que tenía que recibir 10 aeronaves 787-9 entre 2019 y 2022 y 20 aeronaves 737 Max entre 2021 y 2014, valoradas en 2.553 millones. Además, tiene compromisos de pago por 1.698 millones en arrendamiento de aeronaves. Crecer demasiado rápido en solitario puede poner en peligro la viabilidad de las compañías, como le ha pasado a Norwegian, que ha cerrado una nueva ampliación de capital. En este contexto, marcado por las quiebras, Globalia empezó a negociar con Air France, una operación que Iberia no podía permitir que se cerrara.
Así, la aerolínea de bandera ha acordado pagar 1.000 millones en efectivo a Globalia, un 30% más, para defender su posición en América Latina y poner coto a los planes de Air France.