Elecciones Generales

Sánchez frente al federalismo: fervor con Cataluña como candidato, castigo como presidente

  • La ambigüedad del asunto tomó protagonismo desde un primer momento
  • Sánchez ha virado hasta olvidar "la necesidad" de reformar la Constitución
Pedro Sánchez en Cataluña en 2017. Foto: Efe

Descifrar la posición de Pedro Sánchez sobre Cataluña puede se tan frustrante como intentar completar un puzzle cuando alguien te oculta las piezas. El presidente del Gobierno en funciones y candidato del PSOE a las elecciones del 10-N es más o menos claro en su exposición en función del papel en el que sea entrevistado. Es quizás esta mezcla de presidente-candidato la que llena de ambigüedad un mensaje que no hace tanto pronunciaba alto y claro.

Solo hace falta volver algo más de dos años atrás para encontrar al Sánchez que abogaba sin dar vueltas por definir España como un Estado plurinacional y apostaba reformar el artículo 2 de la Constitución manteniendo que la soberanía reside en el pueblo español.

Sánchez en 2017

Ese Sánchez era entonces candidato a la secretaría general del PSOE y se preparaba para ganar a Susana Díaz y a Patxi López en el 39 Congreso que el partido socialista celebró en junio de 2017 para superar la crisis que puso al líder en la calle y una Gestora a los mandos. Además, hay que recordar que empezaba a fraguarse en ese tiempo el referéndum que culminaría en la votación ilegal del 1 de octubre.

Su propuesta era una evolución de la Declaración de Granada de 2013 que no gustó mucho a su artífice, Alfredo Pérez Rubalcaba. Proponía una reforma constitucional federal que perfeccionara el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado y limara asperezas en la tensión con Cataluña, un paso inmenso que abrió un nuevo frente en el partido, que nunca antes había entrado en estos extremos.

Sánchez abundaba su argumentación en la necesidad de respetar los distintos "sentimientos" de identidad repartidos por diferentes territorios españoles mediante un modelo de España federal que asegurara un mayor autogobierno. Insistía en que había que actualizar el artículo 2 de la Constitución para disipar dudas.

La ambigüedad tomó el asunto desde un primer momento. Son varias las cuestiones críticas que dan lugar a diferentes interpretaciones, empezando por dicho precepto de la Constitución:

La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.

Hay para quien el artículo no hace mención a un Estado plurinacional pero para otros, tal reconocimiento es claro. En lo que sí se estuvo de acuerdo fue en que la reforma -que nunca ocurrió- debía hacerse con el máximo consenso (dos tercios de la cámara).

El otro concepto equívoco fue el de 'nación'. Para la posteridad queda la pregunta que Patxi López plantó a Pedro Sánchez en un debate cuando ambos se jugaban la Secretaría General del PSOE: "Pedro. ¿Tú sabes lo que es una nación?". Sánchez, inmerso en su discurso sobre el sentimiento de pertenencia a un sitio u otro, asistió a una explicación concienzuda que López se había preparado y en la que recitó la diferencia entre la acepción política-jurídica del concepto -y cómo esta habilita la posibilidad de ir hacia un Estado distinto- y la cultural, más relacionada con aquello del sentimiento que explicaba Sánchez.

La recogida de firmas para el referéndum que Pacto Nacional por el Referéndum inició en abril de 2017 y el intento de Sánchez por acercarse a la parte de la población catalana favorable a decidir sobre su futuro le llevaron a una situación de reivindicación constante de la pluriculturalidad, plurinacionalidad y plurilingüismo como base para el diálogo entre Cataluña y el Estado.

Con el cargo de secretario general del PSOE ya recuperado, Sánchez empezó a modular el tono que aparecía en el programa que defendió como candidato y que contaba con el asesoramiento de un sociólogo y un economista: José Félix Tezanos y Manuel Escudero. El nombramiento de Patxi López como secretario de Política Federal del PSOE fue la materialización de ese cambio en el que se impuso el sentido cultural de la nación; dio a López la llave para conducir, de ser, el debate de la reforma federal de la Constitución en el que se insistió en la Declaración de Barcelona.

El cabreo de Rubalcaba que se mencionó antes tenía que ver precisamente con la desvirtuación de la Declaración de Granada que aprobó como secretario general cuatro años antes porque nunca se habló de modular el artículo 2 de la Constitución. Pero el mensaje que quedó al final fue que presentaba el federalismo como solución a la crisis territorial y que volvió a la palestra como pensamiento histórico del PSOE. La "nación de naciones" de Sánchez era constitucional y así lo explicaba Sánchez en cada intervención sobre el asunto. Pedía asimilar con naturalidad la complejidad y pluralidad de España y asumir que había territorios con vocación de ser nación.

Sánchez desde julio de 2018

El final abrupto de 2017, con los líderes del procés en prisión preventiva por la Declaración Unilateral de Independencia y por la desobediencia pre y post urnas, radicalizaría las posiciones y dificultaría el acercamiento.

La historia reciente de Sánchez, que protagonizó uno de los mayores resurgimientos en política que se recuerdan, le situó en Moncloa en julio de 2018, tras ganar la primera moción de censura que prosperó en España precisamente con el apoyo de los independentistas y el reproche de la derecha.

Los inicios de la relación con Quim Torra fueron buenos, incluso se vieron un par de veces en Moncloa y firmaron la Declaración de Pedralbes, que quedó en nada por reconocer al president como un homólogo y por plantear la polémica figura de un 'relator' intermediario para las cumbres bilaterales que ansiaban desde la Generalitat. El enfriamiento, en pleno juicio al procés, se confirmó con el fracaso de los Presupuestos como consecuencia del voto en contra de los independentistas, un varapalo que motivó un adelanto electoral que reivindicó a Sánchez pero que duró apenas medio año. 

Ahora, con la sentencia del Tribunal Supremo y la respuesta radicalizada de parte del movimiento independentista, no suficientemente condenada por Torra a parecer de Sánchez, el presidente en funciones exhibe su enfado y no coge el teléfono al catalán, su enemigo público número uno.

Pero tanto ha virado Sánchez en su postura, que el PSC ha tenido que intervenir después de que el PSOE redujera tanto el programa -argumento oficial- que borrara cualquier referencia a las declaraciones de Granada y Barcelona. Miquel Iceta llamó el miércoles a Cristina Narbona, responsable de ese área, para exigir que aun en la versión reducida se hiciera mención expresa al federalismo. Esa reivindicación histórica que el PSOE de Sánchez casi olvida.

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