A 21 días de la fecha del Brexit, y a cuatro días de que el Parlamento vote de nuevo sobre el acuerdo de salida de la UE, la primera ministra británica, Theresa May, hizo un alegato a sus diputados pro-Brexit para que apoyen su acuerdo de salida. "Si el Parlamento rechaza mi plan, nadie sabe qué pasará. Será un momento de crisis", tras el que "podremos acabar con una salida blanda ['a la noruega'] o celebrando otro referéndum", advirtió.
El lugar elegido para el discurso fue un un almacén de Grimsby, un municipio en el que el voto a favor del Brexit superó el 70%. Rodeada de cajas y palés, May se centró en dos objetivos: poner presión sobre la UE para que ceda en la 'salvaguarda' para Irlanda del Norte, un mecanismo negociado por May y que se ha convertido en su principal obstáculo, y sobre sus propios diputados, advirtiendo sobre una 'traición' a los votantes.
El mensaje a Bruselas fue claro: quiere cambios en el acuerdo para conseguir el apoyo del Parlamento. "Es el momento de actuar. Solo hace falta un empujón", dijo. Sin embargo, la UE ya ha rechazado de plano modificar la 'salvaguarda', un plan diseñado por la propia May para evitar una crisis en Irlanda y del que luego ella renegó. El negociador jefe de la UE, Michel Barnier, respondió poco después ofreciendo aplicar la salvaguarda solo a Irlanda del Norte en vez de al país entero, como May pidió y ahora rechaza.
"Cumplamos el mandato"
A sus diputados, el mensaje fue otro: "El Brexit no pertenece a los diputados", dijo, "sino a todo el país". Por tanto, los representantes deberían olvidar sus preferencias personales y apoyar su plan para "cumplir el mandato" y "poder dedicarnos a otras cosas".
Y también abrió la puerta a salidas blandas si se rechaza el acuerdo, para convencer a los 'brexiteros' más radicales. "Pero si damos más tiempo a los diputados para decidir qué vamos a hacer, la UE podría exigir otras cosas antes de aceptar una prórroga. Podría significar que no haya fin a la libertad de circulación, que no podamos hacer nuestros propios acuerdos, que no dejemos de pagar a Bruselas", explicó. "Y esa espera podría acabar con un segundo referéndum", concluyó. En preguntas a los periodistas, insistió en que su deseo sería aprobar la salida para el 29 de este mes, pero no rechazó la posibilidad de pedir una prórroga incluso si su plan resulta aprobado.
En respuesta, varios diputados laboristas se mostraron entusiasmados con esas dos opciones, que su partido apoya abiertamente. Desde luego, no parece que el objetivo de May fuera convencer a la oposición. Al líder laborista, Jeremy Corbyn, le reprochó no haberse sentado a negociar con ella más de una hora. Un portavoz de Corbyn, por su parte, respondió que May no le había vuelto a invitar desde su única reunión para hablar del tema.
La duda es si el discurso servirá para convencer a los 'brexiteros' de su propio partido. Técnicamente, el Gobierno tiene una mayoría de 8 escaños, pero sus divisiones internas le llevaron a sufrir una derrota de 230 votos en la anterior votación de enero.
En los últimos días, los medios cercanos a los 'tories' están pidiendo apoyar el plan de May como "el mal menor". Pero este mismo viernes, en una entrevista al Daily Telegraph, el diputado líder de los en torno a 60 'brexiteros' duros, Jacob Rees-Mogg, pidió "mantener el pulso" y "no ceder" ante las presiones de May.
Si el martes el plan de la primera ministra vuelve a caer, se esperan dos votaciones más, uno sobre una salida sin acuerdo y otro para prorrogar el plazo de salida. Sin embargo, el Gobierno no ha confirmado aún las fechas en las que se celebrarían estas dos últimas votaciones, pese a prometer inicialmente que serían el miércoles 13 y el jueves 14, respectivamente.