Economía

La temporalidad arrasa con 1,81 millones de empleos en el arranque de verano, el 40% fijos discontinuos

Foto: Dreamstime

El ritmo del mercado laboral español sigue marcado por la estacionalidad, algo que destaca especialmente en los meses de junio y septiembre, en los que se produce el mayor cruce de altas y bajas de afiliación ligadas a la estacionalidad. Algo que la reforma laboral parece lejos de corregir: precisamente en el sexto mes de 2025 se alcanzó una cifra de 1,81 millones de salidas de la ocupación asociadas directamente a esta causa. Supone un 6,6% más que hace un año y el segundo mayor dato de toda la serie histórica, después de 2019. Eso sí, la pérdida de empleos queda disimulada porque el 40% corresponde al pase a la inactividad de fijos discontinuos.

El arranque del verano es un momento en el que se dispara la entrada y salida de trabajadores, una rotación que impide que se produzca una destrucción neta de empleo pero que no resuelve la que se considera la mayor debilidad de nuestro mercado de trabajo: la inestabilidad efectiva de los puestos de trabajo. Las cifras de trabajadores a los que la estacionalidad deja sin empleo son uno de los indicadores más claros de ello.

La modificación del Estatuto de los Trabajadores introducida en diciembre de 2021 ha tenido un efecto innegable en la reducción de la firma de contratos eventuales, pero no así en la rotación de los empleos, o lo que es lo mismo, en su estabilidad efectiva. Una de las claves es que la norma jugó con la idea de impulsar los indefinidos fijos discontinuos como alternativa a los temporales, tal y como se hacía en las actividades turísticas y otras actividades de temporada. Cuando no es necesario, el trabajador pasa a la inactividad, lo que implica que, si bien el contrato no se extingue, el trabajador no percibe salario ni cotiza hasta que la empresa vuelve a llamarle. Por eso es dado de baja a la Seguridad Social.

El debate sobre la ganancia de derechos de estos trabajadores sobre los temporales no es nuevo. Unos laboralistas defienden que sus condiciones en caso de despido son mucho mejores que las de un temporal, aparte de que tienen garantizado el volver a ser llamados, mientras otros destacan que la interrupción de la actividad supone una obvia pérdida de ingresos y empeoramiento de condiciones de vida para el trabajador por causa de la estacionalidad. Por no hablar de su impacto en las cifras de desempleo: aunque pueden inscribirse en los servicios públicos de empleo y cobrar una prestación mientras no trabajan, no se consideran parados.

El hecho es que los cambios en esta figura contractual para incentivar su presencia en más sectores de actividad, incluyendo su uso por parte de las empresas de trabajo temporal (ETT), han disparado los efectos sobre unos empleos que, pese a su reducido peso sobre el total (en junio eran el 5,4% de los asalariados), son los que representan una mayor volatilidad. Es más, el pase a la inactividad es la segunda causa de baja de afiliación a la Seguridad Social (718.485 solo en junio), tras la finalización de un contrato temporal (1,1 millones).

¿Cómo se pierde un empleo en España?

Las bajas de afiliación por temporalidad no son las únicas que sufre el Régimen General (en ese mes alcanzaron los 2,76 millones), aunque sí las más frecuentes y las únicas que se pueden asociar indiscutiblemente con la estacionalidad del mercado laboral. No se cuentan aquí los despidos, dimisiones o ceses por no superar el periodo de prueba de temporales o fijos discontinuos porque no se deben a la propia naturaleza estacional de estos contratos.

Eso sí, para determinar las razones por las que un asalariado deja de trabajar hay que recurrir a unos datos que la Seguridad Social publica con un mes de decalaje respecto al resto de los del mercado laboral.

En cualquier caso, como decíamos, junio es uno de los meses más volátiles del año, aunque en este caso es peor para los fijos discontinuos: nunca ha habido tantas bajas de afiliación por pase a la inactividad, y suponen el 40% de las causadas por la estacionalidad del empleo. Antes de la reforma apenas llegaban al 10%.

La otra variable de la ecuación son las altas. En junio se celebraron 2,6 millones de altas al Régimen General, pero los datos no especifican la casuística con tanta profundidad como las bajas. Así, por ejemplo, es imposible saber cuántos fijos discontinuos fueron vueltos a llamar.

En todo caso, esta volatilidad es una de las razones por las que la temporalidad suele ser un factor infravalorado, sobre todo en un momento de creación neta de empleo como los meses de verano. Se consideran meses "buenos" para el mercado de trabajo, por la creación neta de empleo, pero se ignora que la factura es una disparada rotación de entradas y salidas de la afiliación de millones de trabajadores cada mes.

Un problema que, precisamente, la reforma laboral pretendía erradicar. ¿Pero hablamos de un fracaso absoluto? ¿Hasta qué punto lo ha logrado? El aumento de las bajas (y altas) de afiliación puede explicarse por el incremento del empleo, si bien ha sido especialmente intenso en el último año. Eso sí, las bajas registradas en junio equivalen a un 16,1% del total de afiliados, un dato levemente inferior al de 2019 y también inferior a los de 2018, 2017 y 2016, que rondaron el 16,8% de media.

De estas bajas, el 65,6% corresponden a la suma de temporales caducados y fijos discontinuos inactivos. Un porcentaje similar al del año pasado y que, tras la reforma laboral, se ha ido reduciendo progresivamente respecto al máximo histórico de 2019 (74,3%). Eso sí, es el mejor dato desde 2013. Es decir, la reforma laboral sí ha reducido los efectos de la estacionalidad, si bien esta conclusión también admite matices.

Y es que el descenso de las bajas por temporalidad se ha visto compensado por el notable incremento de las dimisiones, los despidos y los ceses por no superar el periodo de prueba desde la reforma laboral. En especial las primeras, que han pasado del 8% al 11,6%. En este sentido, como hemos contado en elEconomista.es, hay sospechas de que muchas de estas dimisiones se deben a fijos discontinuos que no se reincorporan al ser llamados por sus empresas, seguramente por haber encontrado entre medias otro empleo.

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