Economía

Un truco contable con los fijos discontinuos lleva la protección por desempleo a máximos históricos

Foto: EP

Los fijos discontinuos que no trabajan y se inscriben como demandantes de empleo no cuentan como parados registrados, y nunca lo han hecho, tal y como el Gobierno recalca de manera recurrente. Sin embargo, sí pueden cobrar una prestación por desempleo, y esto está teniendo un efecto claro en uno de los indicadores que el Ministerio de Trabajo y Economía Social utiliza con mayor frecuencia para ilustrar el éxito de su gestión: la tasa de cobertura. Esta referencia ha subido 15 puntos porcentuales respecto a los niveles previos a la reforma laboral y, en lo que va de 2025, alcanza un máximo histórico del 76,5%. En ese tiempo, el peso de estos trabajadores con contrato indefinido que perciben ayudas por desempleo se ha triplicado.

Ni todos los parados cobran una prestación o subsidio de desempleo, ni todos los que sí lo hacen se consideran parados. Los dos requisitos principales —no tener trabajo y haber trabajado antes— admiten excepciones. Las más conocidas afectan a personas con una relación laboral, como los afectados por un expediente de regulación de empleo (ERTE) y los fijos discontinuos inactivos, aunque no son las únicas. Y esto distorsiona la tasa de cobertura.

Este indicador se calcula dividiendo el número de beneficiarios de prestaciones por desempleo entre el número de parados registrados con experiencia laboral (es decir, con derecho a prestación). A ambos —dividendo y divisor— se les suma la cifra de beneficiarios del subsidio agrario (antiguo PER), ya que se considera que sus características como colectivo excluido del paro registrado pueden distorsionar las cifras, pese a que solo se percibe en Extremadura y Andalucía.

Pero este ajuste no se aplica a los afectados por un ERTE ni a los fijos discontinuos, aunque el peso de los primeros es residual: hubo apenas 1.800 de media en lo que va de 2025. Los segundos, por su parte, alcanzan los 110.455. Más que los beneficiarios del subsidio agrario, que se sitúan en 72.179.

Además, como los fijos discontinuos no cuentan como parados, su impacto se percibe solo en el dividendo, mientras que el divisor (los parados con derecho a prestación) disminuye. Como consecuencia, la tasa de cobertura recibe un impulso aún mayor.

Las costuras de esta fórmula ya quedaron en evidencia durante la pandemia, cuando miles de empleados se vieron afectados por un ERTE, durante el cual sus empleos fueron suspendidos o sus jornadas reducidas, pero no fueron despedidos, por lo que no contaban como parados. En 2020, la media de los primeros meses del año alcanzó el 93,3%, si bien solo en mayo se disparó al 134%. Es decir, había más personas cobrando el paro que parados registrados.

En 2021 y 2022, esta tasa se moderó hasta una media del 61,2% en ambos años. Cabe recordar que la reforma laboral tuvo una 'vacatio legi's de tres meses hasta la supresión de los contratos eventuales por obra y servicio, lo que se considera el factor clave que disparó el uso de los fijos discontinuos, sobre todo por parte de las ETT.

Sin embargo, en 2023, 2024 y 2025 la tasa de cobertura ha comenzado a subir ininterrumpidamente, en casi 15 puntos. El Ministerio de Trabajo lo atribuye a la mejora de la protección por desempleo de colectivos como los artistas, así como al incremento desde 2013 de la tasa de sustitución de la prestación por desempleo del 50% al 60% de la base de cotización tras el sexto mes (un indicador que fue recortado por el PP en 2012). Pero este factor, que afecta al gasto, es neutro a efectos de la cobertura de las prestaciones, ya que no incrementa el número de beneficiarios.

El enigma discontinuo

¿Qué papel juegan los fijos discontinuos en este escenario? Una de las claves del éxito de los ERTE durante la pandemia fue que los afectados por estas regulaciones no consumieran su derecho a prestación, una previsión que se extendió a los fijos discontinuos y que explica un fenómeno sorprendente: en 2021 había más fijos discontinuos cobrando la ayuda contributiva que en 2020, y de hecho, la cifra sigue siendo el máximo de la serie.

Esto se debe a que estos trabajadores estaban ligados a las actividades más afectadas por los confinamientos y que más tardaron en retomar la actividad, como el turismo y la hostelería. Por lo tanto, muchos fijos discontinuos no volvieron a ser llamados y siguieron cobrando su prestación.

Esto llevó a que la media mensual de fijos discontinuos inactivos que cobran la prestación por desempleo pasara de 37.764 en los primeros cinco meses de 2019 a 114.687 en 2021, según los registros del SEPE, que no precisa cuántos de estos casos acabaron cobrando un subsidio. Ello a pesar de que en ese año la cifra total de beneficiarios se redujo respecto al récord de 2020, cuando solo se anotaron 59.541 fijos discontinuos cobrando el paro.

Con este incremento, pasaron de suponer el 4,9% de las prestaciones en 2019 al 13,1% en solo dos años. Para 2022, el número cayó a la mitad: 61.934 de media mensual, con una tasa del 8,3%. En los dos años siguientes subió hasta los 110.455 en 2025, el 12,9% del total.

¿Por qué hay más fijos cobrando el paro? ¿Y por qué hay tanta diferencia con la cifra de demandantes de empleo con relación laboral?

La razón es que son empleos muy volátiles, en los que el encadenamiento de periodos de actividad e inactividad es tan alto que de un mes para otro puede duplicarse. Si analizamos el mes de mayo de manera aislada, vemos que solo había 59.524 beneficiarios de prestaciones. En el mismo mes de 2019 eran 17.081, cifras que quedan muy por debajo de la media de los cinco primeros meses del año, referencia que utilizamos en el artículo.

Las cifras acumuladas y mensuales, en cualquier caso, parecen reducidas para tener un impacto en la tasa de cobertura. Pero aquí hay que tener en cuenta otro factor: los fijos discontinuos no se comportan igual en todas las regiones. El caso paradigmático es Baleares: estos contratos son la base de su actividad turística, y eso se traduce en una elevada distorsión en las cifras, como reconoce el SEPE.

Las Islas registran una tasa de cobertura media para lo que va de 2025 del 230%, cuando en 2019 era del 110%. Esto significa que hay más del doble de personas cobrando el paro que parados con derecho a hacerlo. Algo lógico si tenemos en cuenta que estos empleos han pasado de suponer el 19% de sus asalariados al 33% en estos seis años.

En el resto de las comunidades, la tasa de cobertura ha subido mucho menos, aunque el peso de los fijos discontinuos era también más reducido: la media de asalariados no supera el 6%. En este punto conviene precisar que el efecto de los fijos discontinuos depende también de los empleos: en actividades con una clara recurrencia y periodicidad, en la que los llamamientos son prolongados y previsibles, como en el turismo en Baleares, los fijos discontinuos generan mayor derecho a prestación que en aquellas más volátiles, en las que los periodos de actividad son más cortos.

En todo caso, esta evolución plantea que el impacto de los fijos discontinuos inactivos en las estadísticas del Servicio Público de Empleo Estatal no se limita a los datos de demandantes de empleo y parados. Existe un efecto directo en una variable fundamental para el relato del Ejecutivo, la tasa de cobertura, que también requiere un análisis o incluso una corrección. A fin de cuentas, entre los beneficiarios del subsidio agrario ya se hizo.

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